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lunes, 14 de marzo de 2022

Trelew los militares y la transición democrática

 


Guillermo Martín Caviasca helicopterox@yahoo.com.ar

Artículo escrito para la revista “Tercer Cordón”

A lo largo de 1971 El Combatiente publicación oficial del Partido Revolucionario de los Trabajadores publicaba una serie de análisis de la situación. En ellos, una caracterización general de la etapa y de la situación política, analizaba a las FFAA gobernantes. Era el momento en que el general Lanusse estaba en la presidencia, quien había asumido después de un golpe interno en la dictadura, para conducir la salida de los militares del gobierno. En esos análisis el PRT presentaba entre otras cosas, la existencia de tres corrientes en las FFAA. Una dura, partidaria de la represión extrema que afrontara el descontento popular y la lucha guerrillera mediante la represión hasta “limpiar” la sociedad. Otra “populista” que consideraba inspirada en los militares peruanos, cuyo objetivo era hacer una transformación económica que desactivara las razones del descontento, definiendo que esta propuesta era imposible por no contar con el apoyo en la burguesía. Y una tercera (representada por Lanusse) que evaluaba que ambas tendencias anteriores estaban equivocadas, que retrasar la retirada solo haría crecer la rebelión popular y que las FFAA debían retirarse al menor costo posible.


Lo que nos interesa en esta breve presentación es pensar, algunas cuestiones relacionadas con la interna militar, las diferentes ideas que convivían en las FFAA y que debían dar forma a la transición democrática en curso, en el momento en que los revolucionarios llevaron adelante la fuga desde el penal de Rawson. No olvidemos que los fusilamientos fueron en 22 de agosto de 1972. Que el 17 de noviembre volvió Perón a la Argentina por unos días (lo que para la época era un hecho político de envergadura). Y que el 11 de marzo de 1973 se realizaron elecciones nacionales. Además de que a lo largo de 1971 se habían dado una serie de inquietudes y asonadas al interior de las FFAA que amenazaban la fractura de la cadena de mandos. Y que mediante la apertura política realizada por Lanusse los Partido Políticos habían vuelto a funcionar y que, por orden de Perón, la CGT se había unificado. O sea, que los crímenes cometidos por las FFAA en Trelew, fueron consumados en medio de un proceso de arduas negociaciones en la que el grupo de Lanusse buscaba “pilotear” la transición para aislar a los sectores militantes revolucionarios e impedir que Perón fuera el beneficiario de la retirada militar. Por lo tanto, afectaron negativamente la estabilidad de la dictadura y de la conducción Lanusista.

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La fuga (que ya ha sido presentada en otros artículos). Estaba muy bien planificada. Debía ser una acción limpia, que permitiera recuperar la libertad a 110 presos políticos de las tres principales organizaciones del momento: Montoneros, PRT-ERP y FAR. Sería un golpe político y especialmente un gran golpe propagandístico para los revolucionarios, que demostrarían su capacidad de realizar una operación que, de ser exitosa, hubiera entrado en la historia de los hechos del siglo XX. Fracasó por un error de un integrante de las FAR, organización que en el exterior debía proporcionar los principales medios de transporte para los evadidos. El aeropuerto estaba a una distancia considerable y los pocos que llegaron, en dos oleadas, lo hicieron en autos de alquiler. Quizás un recuerdo interesante es que no todas las organizaciones estaban de acuerdo con la fuga, y esto se relacionaba con una diferente caracterización de la etapa y de las tareas a desarrollar. El PRT-ERP no creía que fuera a haber elecciones limpias, y si llagaba a haberlas, dudaba de que se daría la libertad a los presos. La tarea más imprimante era poner en pie de guerra a una buena cantidad de cuadros guerrilleros, ya que la revolución estaba por arriba de las negociaciones interburguesas (como consideraba la disputa entre Perón y Lanusse). Mientras que, en el otro extremo Montoneros, consideraba que habría elecciones, que ganaría el peronismo, y que el peronismo vendría a realizar un proceso de liberación nacional, y ese proceso de liberación tendría a las elecciones y el triunfo de Perón un eslabón de su recorrido. Con este triunfo en poco tiempo todos los presos estarían libres. Dos visiones muy diferentes, si para el PRT la fuga era un hecho más de la lucha armada para continuar la guerra revolucionaria, debía ser una tarea central. Para Montoneros la fuga era un riesgo innecesario ante un triunfo que veían propio. Por ello los guerrilleros peronistas no se sumaron como organización, sino que dieron libertad de acción a los presos montoneros que, conducidos por Fernando Vaca Narvaja, participaron como “Comando de Presos” de montoneros, y no como fuerza.

Ciertamente, las FFAA no estaban enteramente definidas para entregar el poder sin condiciones. De hecho, la elección de Cámpora presidente se realizó con un artilugio para proscribir a Perón, un pliego de condiciones que debían ser respetadas por el futuro gobierno (una: la no liberación de presos con hechos de sangre) y un sistema que buscaba que el peronismo fuera derrotado en segunda vuelta. El triunfo del FREJULI suficientemente amplio paso estos condicionamientos a segundo lugar y quedaron en el olvido.

Como señalamos, las discusiones en la interna militar hacia crujir la cadena de mandos, y la conducción del liberal Lanusse se tensionaba ante la alta movilización popular y el inminente retorno de Perón. Una cantidad de militares (los llamados “peruanistas”) comenzaron a ver que el devenir de la región hacia la “liberación nacional” era un hecho histórico inevitable, para muchos necesario, y había que ir en ese sentido; pero otros, intransigentes de la Doctrina de seguridad nacional, exigían mantener la mayor cantidad de controles posibles, de ninguna manera tolerar a los sectores revolucionario, y no eran pocos. Lo que pensara el general Lanusse y su grupo en ese momento es secundario, ya que lo que importa es que mantuvo la capacidad de conducir la transición, aunque cada vez más debilitado frente al cada vez más fuerte general Perón. Pero ciertamente “logró” una transición democrática no revolucionaria, lo que (a posteriori) en sus memorias reivindica como un éxito de su conducción, frente a otros colegas que, por izquierda o derecha, querían ir en otra dirección. Sin embargo, si la dirección y la capacidad de Lanusse de conducir en tiempo y forma esta transición recibió un golpe, fue a causa de la fuga y masacre de Trelew.

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Es importante tener en cuenta otro aspecto de Trelew. Que la ejecución de prisioneros, las fugas fraguadas, los asesinatos clandestinos, etc. no fueron hasta 1974 o hasta 1976, hechos sistemáticos. Si vemos los asesinatos de ese 22 de agosto, no encontraremos nada parecido hasta “el proceso”, salvo (y con diferencias) los fusilamientos realizados para castigar el levantamiento del general Juan José Valle en 1956 (en ese caso claros fusilamientos). Pero los asesinatos de Trelew tuvieron otra lógica, más emparentada con el futuro que con el pasado: se saca detenidos de sus celdas y se los ametralla esperando presentar este hecho como aplicación de ”la ley de fugas”. O como un “enfrentamiento” fraguado. Lo que lo enlaza mucho con una cantidad de crimen similares, cometidos sistemáticamente solo 4 años después. Con esta breve discriminación y presentado este hecho como excepcional en el periodo no pretendemos exculpar el régimen. Sino señalar que para nuestra visión es un “experimento” o una “avanzada” de una propuesta represiva que aún no había cobrado forma en dimensión de política de estado, ni de las fuerzas armadas. Pero que estaba en germen en algunos sectores y que con el tiempo se transformó en dominante.

Si vemos como se realizaron los hechos desde la perspectiva de partes militares. Veremos que en un primer momento las acciones estuvieron a cargo de la Armada. Fue la Armada la que rodeó a los guerrilleros de la segunda tanda de fugados en el aeropuerto y la que resolvió trasladarlos a la base militar naval almirante Zar y no a la prisión de Rawson. Según el relato de Lanusse en sus memorias, que busca ser exculpatorio, pero que puede ser en gran parte constatado por los tiempos y formas de las acciones concretas, podemos seguir los hechos, que además están estudiados en varios trabajos, inclusive uno de inmediata posterioridad hecho por “Paco” Urondo. La zona fue tomada bajo control de un jefe del ejército General Eduardo Betti, y los guerrilleros se rindieron ante él, que se comprometió a respetar sus vidas junto con el Juez federal. Sin embargo, fueron trasladados a la base de la Armada por los marinos, es de destacar que en el lugar la mayoría de las fuerzas destacadas son de la marina y las instalaciones en la zona son de la armada. A la madrigada del 22 de agosto Betti lo llamó a Lanusse de urgencia para informarle que los detenidos habían sido muertos en un supuesto intento de fuga. Lanusse recuerda que preguntó cuántos muertos, heridos y detenidos quedaban, y que el general desde el sur le respondió que estaban todos muertos. A lo que Lanusse dice haber exclamado “que hijos de puta”: el texto de las Memorias deja bien claro que el “Hijos de puta” no se debe a un sentimiento humanitario hacia los guerrilleros, sino a la conciencia de que este crimen iba a ser un grave boomerang político para el gobierno militar. Era evidente, inclusive para Lanusse, que sería difícil justificar que habían sido muertos en un enfrentamiento y fuga sin tener, además, ni un rasguño los marinos. Lo de la “fuga” sonaría increíble a la opinión pública. De hecho, evidentemente no era una fuga. Ningún enfrentamiento, de ningún tipo produce una ratio de bajas como la de Trelew, salvo que sea una ejecución. A ese tema se agregan hipótesis posteriores, como la que cuando estaban rematado a los heridos, atraído por los disparos entro un oficial que no era parte del grupo ejecutor y allí debieron suspender el tiro de gracia, lo que explica la supervivencia (heridos gravemente) de tres guerrilleros (María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar).

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El resultado de la fuga es conocido, los 16 asesinados, los tres heridos y los seis que lograron escapar a Chile en un avión secuestrado por otro comando de apoyo. El hecho provocó fuertes tensiones especialmente en argentina donde la opinión pública condenó al gobierno, el mismo Perón calificó de “masacre” al hecho. Lanusse se vio acosado por manifestaciones populares de importancia, por la codena de la mayoría del espectro político, y de las organizaciones de la sociedad civil. La masacre, a pesar de haberse cobrado la vida de 16 importantes militantes de las organizaciones revolucionarias, las había puesto en la primera línea de visualización política ante la sociedad y provocado un amplio espectro de solidaridad. Por otro las FFAA quedaron aún más aisladas, y Lanusse con un margen de maniobra mucho menor. Dentro de las mismas FFAA las tendencias partidarias de entregar el gobierno y acercarse al peronismo e inclusive a los sectores revolucionarios, aumentaron sus niveles de conspiración para insurreccionar fracciones de la fuerza. Cuyo emergente sería un amplio plan (conducido por el coronel Ballester, pero no realizado) de levantamiento pro peronista, del cual solo se efectivizo el de la ESMA desarrollado por el marino Julio Cesar Urien.

Por otro lado, creemos que los sectores más duros de las FFAA habían llevado adelante un experimento inicial, de ejecución clandestina. Sin embargo, la época de ofensiva popular impedía que este hecho fuera “exitoso”. El despliegue de una política represiva sistemática que podamos catalogar de “terrorismo de estado” debía esperar condiciones políticas de otro tipo. Como las que se fueron gestando desde la muerte del general Perón, con grupos paramilitares, crisis económica, perdidas de expectativas en el gobierno, apoyo directo o indirecto de las clases propietarias y medias, violencia en múltiples direcciones, más consenso de las potencias occidentales. Además de la necesaria unidad de las fuerzas armadas para llevar adelante esa tarea. Algo que en 1972 era diametralmente opuesto.

En lo inmediato la masacre de presos indefensos, fortaleció la salida electoral rápida y, transformo en letra muerta las condiciones que Lanusse pretendía imponer. Cámpora asumió el 25 de mayo de 1973 y todos los presos políticos sin distinción salieron ese mismo día en medio de una movilización popular. El 15 de octubre de 2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia condeno a prisión perpetua a tres responsables materiales del hecho. Durante el juicio se pudo ahondar en las diversas hipótesis que explican las razones de ese crimen. Aquí intentamos aportar a una de ellas, y a cuestiones relacionadas con las líneas políticas dentro de las FFAA. Esta explicación, además nos permite ver como se fue construyendo la práctica de terrorismo de estado desarrollada unos pocos años después, y que es cualitativamente distinta a las políticas represivas anteriores.

Guillermo Martín Caviasca

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