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viernes, 24 de enero de 2014

Los origenes de la lucha de clases en la región rioplatense. Raices coloniales de la conflictividad social durante la guerra de la idependencia y la creación de los nuevos Estados Nacion



Los orígenes de la lucha de clases en la región rioplatense. Raíces coloniales de la conflictividad social durante la guerra de la independencia y la creación de los nuevos Estados Nación

Guillermo Martín Caviasca
UBA/UNLP




“Yo he conocido esta tierra
En que el paisano vivía
Y su ranchito tenía
Y sus hijos y  mujer
Era una delicia ver
Como pasaban los días”
Martín Fierro

            La idea del poblador rural rioplatense, que generalizando se llamó gaucho, siempre fue la de un hombre solo, de a caballo, luchador épico o vago y mal entretenido, de acuerdo al cristal que se usara para mirarlo. Quizás el mismo Martín Fierro de José Hernández fue introducido dentro de esta tesis. El gaucho bárbaro de Sarmiento fue sin duda la dominante durante muchos años, esencialmente los primeros del pos rosismo. Pero a partir de que la elite oligárquica se apropió de su figura hacia principios del siglo XX, cuando ya había sido política y socialmente derrotado, el modelo cambió presentándolo como arquetipo de nacionalidad en un pasado en el que se lo redujo a peón sumiso carente de conflictos e intereses tal como aparece con Leopoldo Lugones. Aunque las diferentes interpretaciones sobre su estatus social y su rol político siguen conviviendo de acuerdo a como se pretenda usar al pasado para legitimar algún presente Sin embargo estas interpretaciones no permiten comprender a la sociedad antes de la consolidación terrateniente. Pero las primeras estrofas de nuestro poema nacional nos remiten a una situación diferente a la de peón "libre" vulgarmente admitida.
            José Hernández fue un militante de la corriente federal alineado como intelectual y activista junto a Ricardo López Jordán y participó de sus levantamientos contra el poder central de la nación liberal en vías de consolidación. En ese marco su texto es una herramienta de combate y propaganda. Conociendo esto es que debemos leer el poema.

            Fue escrito en la década del 70 del siglo XIX, en el límite final del periodo que la hitoriografia dominante llama “de organización nacional” La década de 1870/80 marca el fin de los conflictos en torno al modelo de nación, tipo de Estado, definición de las fronteras y características de integración al mercado mundial. Con la derrota del las últimas montoneras, la guerra al Paraguay, la ocupación efectiva y el reaparto entre los terratenientes de las tierras pobladas por indígenas nómades, la nueva oligarquía nacional se consolida y nace el Estado argentino moderno con su clase dominante. Pero en el Martín Fierro en sus primeras estrofas aparece la mención a ese pasado mítico de felicidad en que el gaucho vivía con rancho propio, con familia y seguramente con hacienda. Debatir aquí a que época se refiere Hernández no es de nuestra incumbencia, es indudablemente el periodo anterior a la caída de Juan Manuel de Rosas. Lo que esta claro para nosotros es que remite a una idea que los pobladores rurales de la campaña  tenían de un pasado en el que accedían a la tierra (al menos como posibilidad) y que ésta posibilidad les fue arrebatada.
En general las escuelas historiográficas no piensan en las clases subalternas como actoras determinantes de las luchas políticas del siglo XIX. Recién con la aparición de la clase obrera existiría para el marxismo dominante del siglo XX una clase completa, con posibilidad histórica, con conciencia e intereses propios. Esta fue la tesis de Milciades Peña a través de la cual leyó las luchas del siglo XIX y razón por la cual las consideró solo rémoras de “modos de producción más atrasados incluso que el oligárquico”. Inclusive fue también la idea de Rodolfo Puiggros en parte de sus trabajos, ya que para este intelectual marxista peronista, el enorme salto de las fuerzas productivas producido a raiz de la peneración inglesa con inversiones en infraestructura y la expansión de los terratenientes modernos, permitió el origen de la clase obrera hacia fines del siglo XIX. En la misma dirección gran parte de la historiografía académica reciente niega la existencia de revolución con la guerra de la independencia y presenta solo un cambio de manos intraelite que manipulaban a masas de clientes.  Es por ello que las luchas políticas del periodo son estudiadas y valoradas por esa corriente como conflictos entre fracciones de las elites. Entrado en siglo XXI y con la crisis de las ideas del "fin de la historia", con convulsiones populares en America Latina y el acceso al gobierno de regímenes que se proclaman (real o mentirosamente) nacionales y populares (hasta revolucionarios), un nuevo acomodamiento del campo académico permite corrimientos que hacen que los investigadores revaloricen la accion de las clases subalternas en los inicios del siglo XIX.Nosotros avanzaremos en planteos que buscan la base material de la existencia un sujeto popular hacia el fin de la colonia, y la reposición de las posibilidades revolucionarias a la guerra de la independencia. 

***
Escribía E. P. Thompson haciendo referencia crítica a los estudios clásicos sobre las sociedades patriarcales preindustriales que se tiende a absolutizar la fuerza del lazo de solidaridad orgánica vertical existente. Por ello consideraba que en general se acepta: “… fue lo bastante fuerte para inhibir (…) la confrontación de clase, hasta que la industrialización la trajo consigo. Antes de que eso ocurriera no existía una clase obrera con conciencia de clase; ni conflicto de clase, ni conflicto de clase alguno de ese tipo, sino solamente fragmentos de protoconflico. (…) la tremendamente difícil tarea de intentar descubrir cual era la verdadera conciencia social de los pobres, de los trabajadores, y sus formas de expresión seria tediosa e innecesaria. Nos invitan a pensar sobre la conciencia de oficio más que de clase, sobre divisiones verticales más que horizontales. Podemos hablar incluso de sociedad de una clase”. Bajo estos parámetros las clases oprimidas no entraban como sujetos en la historia. Entonces la lucha sería una cuestión de las elites y los conflictos aparecerían como luchas de facción o entre nuevas y viejas clases opresoras tras las cuales solo se alinearon clientelas.  Thompson nos invita a desafiar esta idea y hacer una historia de las clases subalternas en la era de transición al capitalismo.
 Es nuestra intención en este trabajo, presentar algunas líneas de interpretación en torno a la situación socioeconómica de la región rural rioplatense en las décadas previas a la revolución de la independencia, y presentar hipótesis de sus proyecciones sobre el periodo de luchas políticas abiertas con la disolución del orden colonial y de formación de la Argentina moderna. Abordaremos como eje de este trabajo los problemas en torno a los orígenes del poblamiento y tenencia de la tierra y las contradicciones sociales surgidas en la lucha por la apropiación de la misma. Consideramos que es en este periodo en que se encuentran las bases de la sociedad sobre la que se desplegarán a partir de la crisis de 1806 las políticas de los actores del tiempo revolucionario.
También veremos como en estos años formativos aparecen las contradicciones económicas y políticas entre diferentes fracciones de los estamentos privilegiados. La contradicción entre Buenos Aires y Montevideo, entre el imperio español, sus colonias y el mercado capitalista naciente dominado por Inglaterra, entre burocracia colonial, comerciantes monopolistas, nativos y terratenientes. Y entre todos ellos y las clases subalternas. Consideraremos centralmente a la formación social rural, no por que desechemos o privilegiamos a ésta sobre la ciudad sino porque los productos abrumadoramente dominantes de la producción local fueron rurales, el campo fue la fuente de acumulación de la clase dominante y así se mantuvo por más de un siglo. Por lo tanto si bien las luchas políticas en la ciudad fueron determinantes en lo inmediato y la ciudad fue el escenario de visibilidad de la política, la estructura productiva de la sociedad y la base de riqueza tendió a ser cada vez mas rural y fue por la apropiación de la tierra y la forma de organización de la producción rural que se dieron los conflictos durante todo el periodo. Aunque existieran proyectos alternativos en los que pudiera intuirse un camino diferente. En definitiva la oligarquía terrateniente triunfante de las guerras civiles dejo todo lo que no fuera propiedad rural en manos del capital extranjero, en una división del trabajo que le permitió estabilidad y consolidación a nivel nacional.
El trabajo esta centrado en la región del Río de la Plata y sus presupuestos son presentados para ambas márgenes del río. Si bien hay desde el origen diferencias entre ambas bandas (algunas de las cuales presentamos en el trabajo), consideramos que a lo fundamental de la hipótesis desarrollada, la lucha por la tierra tuvo la misma lógica. En realidad pareciera inducirse de las fuentes y del tipo de ocupación de la campaña que en la Banda Oriental el conflicto fue mayor. Esto puede ser sostenido también por el posterior despliegue artiguista que expresó en forma mas explícita que ningún otro movimiento político el problema agrario, mientas que en Buenos Aires la hegemonía terrateniente avanzo sin cuestionamientos de fondo.


Geopolítica colonial

La América española era un inmenso territorio con dos grandes núcleos políticos, económicos y poblacionales en México y Perú y salpicaduras de poblamiento aislado en un espacio de baja densidad y débil articulación. En las regiones centrales mencionadas el poder social y político del estamento[1][1] dominante se encontraba fuertemente establecido desde antaño y eso implicaba una estructura social claramente definida, rígida, en la que las relaciones sociales se caracterizaban por diferentes formas de subordinación de trabajadores y campesinos.
Encontramos que América es una sociedad estamental donde las relaciones entre los diferentes grupos encontraban un gran número de reglamentaciones jurídicas que dificultaban la movilidad social. La sociedad "estamental" sería un tipo de sociedad de casta con cieto grado de flexibilidad, quizas propia de una suciedad transicional. Según Pierre Vilar en una sociedad de este tipo “se es algo (…) lo que significa que se ha nacido conforme a algo, que ello comporta y que se seguirá siéndolo; las cosas han sido siempre así y diversos escalones que componen la sociedad aceptan los “estatutos” que ello comporta. Hay un consenso social sobre las dignidades, los honores, los derechos, los modos de vida, los símbolos, los deberes, las profesiones posibles, etc. Que son característicos a cada estrato social” ahora bien, a diferencia de una sociedad de castas, “existe una tendencia de los estados inferiores a alcanzar los superiores (…) la movilidad social esta lejos de ser nula”[2][2] .Justamente el periodo histórico en que nos encontramos, de transición europea hacia el capitalismo, se manifiesta en las colonias americanas como una crisis del orden colonial español. En nuestra región específica, el Río de la Plata, las fuerzas del orden precapitalista eran menos estables, poco establecidas, la sociedad estaba en formación por lo relativamente reciente de la ocupación efectiva. La combinación de ambas cosas, época de transición y debilidad de la ocupacion, acentuaba la posibilidad de mayor dinamismo social. Hacemos una diferencia cualitativa entre “dinamismo” y “movilidad” social. Dinamismo puede existir en una formación social de cualquier tipo, mientras que movilidad solo puede existir en una sociedad mercantilizada.
Entonces lo que se puede observar en las colonias americanas desde el siglo XVIII es como las fuerzas de un mercado mundial cada vez más dinámico y en crecimiento, presionaron sobre la estructura sociopolítica hispanoamericana, impulsando el desarrollo de contradicciones diversas que serán causas de internas de la guerra de la independencia.

Poblamiento del Río de la Plata. Contradicciones en germen

En un periodo de transición al capitalismo, en nuestra región específica, el Río de la Plata, se acentúan las fuerzas que posibilitan un relativamente mayor dinamismo social ya que es una región donde las relaciones sociales se encuentran establecidas en forma menos sólida que en los núcleos del poder español.  La región rioplatense se estructura a partir de la creación del virreinato del Río de la Plata y de la sanción reglamento de libre comercio. O sea los comerciantes y las actividades emparentadas con el comercio marítimo fueron las primordiales ordenadoras de la sociedad rioplatense especialmente en su ámbito urbano, pero también en el rural al ser el cuero el producto regional de exportación por excelencia. Si bien los metales eran el principal rubro de exportación, estos provenían del alto Perú y “pasaban de largo” por le Río de la Plata, mediante mecanismos económicos impuestos por la metrópoli colonial. Esto motivo a que el carácter de la elite local fuera mucho más mercantil que señorial, a pesar de estar imbuida de las concepciones y formalidades de toda sociedad de antiguo régimen
El triunfo de los borbones en el 1700 arrojo sobre España los aires de la ilustración y una serie de reformas crearon en América nuevas estructuras (los  nuevos virreinatos, las intendencias, etc.) y nuevas políticas económicas. El Virreinato del Río de la Plata se creó en 1776[3][3]. Vemos el doble papel que jugó; por un lado como protección de las apetencias portuguesas (cada vez más pronunciadas en la región del Plata). Y por otro, como contención del contrabando que en la lejana Buenos Aires se imponía en tal dimensión que algunos (un poco exageradamente) mencionan a esta aldea periférica como “el puerto de Potosí”. Las mismas causas que impulsaron la creación del virreinato fueron las que implicaron la sanción del Reglamento de libre comercio de 1778[4][4] y la apertura al comercio con neutrales en tiempos de guerra (muy abundantes durante nuestro periodo). Estos cambios se encuadraban en un avance de la centralización monarquía absolutista y su carácter como reformas burguesas es lateral.
La particularidad del Río de la Plata se relaciona con su condición hasta el siglo XVIII de región periferia. En ella no existía posibilidad de explotar indios ni minas[5][5]. El sistema de encomiendas base de la propiedad señorial fracasó en toda la región del Plata. En Buenos Aires las encomiendas no pasaron de ser nominales y sin incidencia productiva. En la Banda Oriental el sistema estuvo representado por la encomienda concedida Manuel Farias Martel  en 1635 que nunca llego a funcionar. En la década de 1740 la campaña bonaerense alcanza apenas los 6000 habitantes censados.
De esta forma surge en el Río de la Plata una sociedad particular, aunque articulada como periferia con la forma principal andina. Buenos Aires apenas dominaba en forma efectiva una estrecha faja de territorio en la ribera de los ríos Plata y Paraná, y ambas márgenes del Salado eran territorio indio. La Banda Oriental era territorio de vaquerías sin poblamiento estable salvo el puerto portugués de contrabandistas de Colonia del Sacramento (desde 1680 y con varios cambios de mano entre españoles y portugueses hasta su apropiación definitiva por España en 1776).
La Colonia del Sacramento es el primer asentamiento europeo permanente existoso en la Banda oriental. Los portugueses explotaron libremente la región hasta 1703 en la línea que va entre el arroyo el Rosario y el Santa Lucía.[6][6] Los españoles recién se asentarán en forma estable en Santo Domingo Soriano a principios del siglo XVIII. Buenos Aires fundada en 1536 fue despoblada en 1541 a causa de la imposibilidad de explotar a los indigenas. Estos, cazadores recolectores, opusieron dura resistencia a ser reducidos a servidumbre (es el inicio de una lucha que recién terminaría 350 años despúes).La ausencia de animales obligo a los Españoles a realizar algunos sembradios y cria de animales de granja, pero la mejor expectativa de Asunción en Paraguay con indios quc ultivaban y prometian una base trabajadora estable decidió el abandono. Recien en 1580 fue establecida en forma definitiva por la necesidad de contar con una base en el Río de la Plata y con un plan más acorde a la realidad del lugar.. Fue Buenos Aires hasta entrado el siglo XVIII una pequeña aldea puerto de unos pocos miles de residentes, aislada entre tribus nómadas, a cientos de kilómetros de la siguiente población estable.
Lujan existe desde 1740 y su cabildo se instala en 1756. Este fue el cabildo rural bonaerense por excelencia. Soriano en la banda oriental fundada en 1708 a partir de una reducción indígena, fue la más antigua población rural con cabildo propio, aunque estaba bajo la jurisdicción de Colonia (cuando esta paso a manos españolas). Maldonado fundada en 1755 también tuvo cabildo y jurisdicción propia. Y las villas de Entre Ríos se crearon oficialmente entre 1783 y 1784 Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay
El siglo XVII y la primera mitad del XVIII son la “prehistoria” de la región rioplatense. Es el periodo de auge de las vaquerías. Ya hacia fines del siglo XVI se registra el primer permiso que testimonia la acción de caza de ganado cimarrón para la extracción del cuero. Pero es a lo largo del siglo XVII y principios de XVIII cuando la vaquería adquirió una forma estable como actividad específicamente regional y lucrativa. El ganado abandonado después del fracaso de la primera fundación de Buenos Aires se reprodujo con rapidez. Lo mismo sucedió en la BO con el ganado dejado allí por Hernandarias (Hernando Arias de Saavedra gobernador de Buenos Aires cion juridiccion en las actuales BO, ER y Santa Fe) a principios de siglo XVII con el objetivo conciente de que esto pasara. El sistema de vaquerías constituyó una actividad primitiva y estacional que requería una relación inestable con el medio y una relación esporádica con la mano de obra. La relación laboral se basaba en el conchabo temporal de formas muy variadas.
Como vemos las vaquerias constituían relaciones de producción basadas en la caza de ganado, sin transformación, una actividad extractiva (como decía Belgrano “las vacas eran las minas del plata”). En su correspondencia con el virrey Loreto del 12-IX-1781, Juan Ángel Lazcano asegura que en la faena que se hacía de ganados misioneros en la Banda Oriental “... pasaban de mil hombres los que empleaba en hacer faenas de cueros” En base a estos datos y de acuerdo a las características del proceso de trabajo podemos considerar que en una época tan tardía como 1781, en la BO al norte del Rió Negro se ocupaban en esta actividad unas dos mil personas. La tecnología necesaria era muy sencilla (caballo, cuchillo, lazo), lo importante era la contratación de la mano de obra. Esta se reunía de métodos muy variados. El pago era en general a destajo (aunque también había contratos por tiempo para las tareas más estables) y se estipulaba en dinero aunque en muchos casos se pagaba un equivalente en especies (cueros, yerba, tabaco). También se contrataba colectivamente a indígenas de la zona (mituanes) o se hacían reclutas obligatorias cuando la fuerza de trabajo voluntaria faltaba. La actividad estaba regulada por el cabildo con el cual se ajustaban los precios de cuero y demás productos (sebo, astas)  [7][7]. No se generaban asentamientos estables.
Al ganado de Hernadarias se agrega en 1635 el ganado caballar. La rápida y abundante reproducción del mismo dará origen a una mayor actividad económica. La reproducción de ganado vacuno tuvo una implicación adicional en la región: permitió el aumento de la población indígena hasta entonces integrada por cazadores recolectores, ya que los frutos autóctonos de la tierra podían sostener una escasa población. Mientras que el caballo le dará a los indígenas una nueva arma y movilidad.
Los asientos (permiso de comerciar determinados productos en el imperio, uno típico: "de negros") que con intermitencia la corona española concede a Francia e Inglaterra y los navíos de registro (navios especiales privados fuera del comercio colectivo y regulado, autorizados por Felipe V en 1727) con permiso de introducir mercaderías, implusa la generalización del sistema de vaquerías que intensifica la actividad económica en la región e introduce al Río de la Plata en el mercado mundial.
La extracción de cueros fue una actividad tan intensa que en la zona de Buenos Aires  la transición al sistema de estancias (primer estructura económica estable) de da rápidamente y para 1718, para organizar y mejorar el sistema haciendolo estable. Las vaquerías se trasladan a la Banda Oriental. El cabildo de Buenos Aires era el encargado de concederlas a cambio de un tercio de los cueros. También vemos que la dimensión de la empresa de vaquear requería un capital inicial importante por lo que solo podían ser desarrolladas por hombres de recursos.
En la tercera década del siglo XVIII la vaquería entró en crisis en las zonas más próximas a los poblados y los faeneros debieron internarse cada vez mas para su actividad, es este el, punto de inflexión definitivo entre la vaquería y la estancia. La vaquería además, y es importante remarcarlo, no implicaba una propiedad sobre tierras ni sobre animales.
Las primeras Estancias aparecieron en Buenos Aires ya que los faeneros se ven obligados a reducir el ganado a rodeo y establecer una racionalidad en la explotación, luego en la zona de Colonia (donde también se desarrollaba intensivamente la caza de ganado) y fueron desalojadas por Zavala en razón de la política de aislamiento del enclave Portugués. En la zona de Soriano surgen las primeras estancias de la Banda Oriental. Paralelamente comienza a poblarse la zona de Montevideo hasta le región del Santa Lucia y Buenos Aires en la franja costera sin llegar al Salado. Para de década de 1760 ya de habían concedido 26 estancias solo en la región del Santa Lucía[8][8].  Para la época se realizan transacciones de compra y veta de tierras. Tambien podemos afirmar que gran parte de las concesiones de tierra estaban en manos de asentistas.
Con el tratado de Utrecht se daba fin a la guerra que había enfrentado a Francia e Inglaterra por la sucesión de la corona española. Una serie de cláusulas reordenaban el equilibrio entre las potencias europeas y la nueva monarquía borbónica ascendía al trono español. Justamente este nuevo orden internacional se reflejó en el Río de la Plata con un nuevo activismo de la corona que se materializaría en la fundación de Montevideo, la toma de Colonia, la creación del virreinato y el impulso al poblamiento con la fundacion de villas en la BO, ER y la Patagonia.

La fundación de Montevideo

El 24 de diciembre de 1726, nació efectivamente la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo al delinearse la planta urbana de la ciudad y al distribuir el capitán Pedro Millan, por orden de  Bruno de Zabala Gobernador de Buenos Aires, los primeros solares en el recinto urbano[9][9]. Con la fundación de Montevideo se produce una gran impulso a la expansión ganadera en el Río de la Plata
Los motivos inmediatos y la naturaleza de la población originaria se pueden leer en los documentos de la época. "En virtud de una Real cédula de S.M. fecha en Aranjuez en 16 de abril de 1725 por la cual aprueba todo cuanto dispuso e hizo el Ex.mo Sr. Dn. Brusno [isic] Mauricio de Zabala, capitán general de Buenos Aires, contra los portugueses que se apoderaron de este puerto de Montevideo (…) ofreció y ordena S.M. además que se diere principio a esta nueva población para cuyo efecto se remitirá de Europa 50 familias gallegas y canarias, 400 infantes y porción de galeones para la seguridad del puerto y sus costas”[10][10]
Como se ve los objetivos inmediatos de la activación de la corona en el Río de la Plata estaban claros: defensa de la soberanía española sobre el litoral del atlántico sur[11][11]. Una importante cantidad de colonos y recursos fueron asignados contemoráneamente a la fudación de establecimientos diversos y poblamiento del litoral patagónico bajo razones geopolíticas similares, y con espíritu de colonia campesina. Pero el paulatino abandono de los proyectos poblacionales de la Patagónicos hizo que una gran cantidad de colonos destinados a los asentamientos malogrados quedasen en Montevideo y, luego de superar las dificultades burocráticas que una sociedad de antiguo régimen imponía  a la libertad de la circulación de las personas, pudieran asentarse en tierras al sur del Río Negro (de la Banda Oriental). Consideramos muy probable que, de los más de dos mil colonos destinados a ser agricultores en la Patagonia,  muchos hayan ido a engrosar las filas de los campesinos poseedores precarios de los que hablan las fuentes de la época, ya que estamos en un territorio que no contaba con población sedentaria anterior. Mas aún teniendo en cuenta que los proyectos de Floridablanca[12][12] incluían la fundación de pueblos modelo con agricultores campesinos y no la entrega de grandes extensiones (clásica de la colonización hispana señorial de los Aubsburgo) y que con ese espíritu fueron reclutados en España.
Esta idea va en la misma dirección que la expuesta por Félix de Azara en sus escritos, cuando por orden de la corona (y con la colaboración del jóven Artigas) recorrió la región para ver como debía actuar el Estado virreynal en ella. Al igual que otros críticos coloniales reformistas, sobre el problema de la región rioplatense, centran sus apreciaciones en la inmensidad de las tierras vacías y su posesión en pocas manos, proponiendo como salida la colonización. Tanto Azara, como Floridablanca formaban parte de una misma corriente de pensamiento que se desarrolló en España hacia las postrimerías del periodo colonial: la ilustración española. Azara contó con la colaboración de Artigas en sus recorridas por la campaña de allí es posible rastrear una de las influencias que dan forma al “Reglamento de tierras” de 1815.
 La siguiente carta en la que el Gobernador Zabala da cuenta al Rey del avance de los proyectos rioplatenses nos permite acercarnos con mas detalle al funcionamiento social y económico de la región “Doy cuenta a V.M. de como el Fuerte de San Felipe de Montevideo esta concluido en la forma que tengo informado a su Real inteligencia y al presente perfeccionado un cuartel para alojar 150 soldados, otro que se acabará en breve para igual número como también habitaciones para los oficiales de su guarnición (…) La guarnición se compone por ahora de 120 soldados del presidio, incluso 23 de la compañía que se formó de voluntarios y de 300 indios tapes, empleados en el trabajo, debiendo expresar a V.M. que lo menos que necesita éste puerto para el servicio regular son 250 soldados y en caso de invasión para su defensa 500 y pudieran emplearse hasta un mil” La carta sigue explayándose en torno al poder militar portugués en Colonia y Río Grande, para luego abordar otras ventajas posibles del nuevo puerto.
            “Pero pudiera adelantarse con que V.M. fuese servido de mandar que los primeros navíos de permiso que viniesen a esta ciudad (Bs.As.) se detuviesen en el puerto de Montevideo, de donde podrán conducir sus géneros en embarcaciones menores, excusándoos del riesgo varar en el banco, de estar expuestos a contingencias (…) sin defensas alguna en cualquier accidente. Motivos que parece superitan (sic) a los que su conveniencia de mantenerse en este lugar (Bs.As.) pueda hallarlos, pues el de su manutención no es ninguno, pudiendo con facilidad conducir los bastimentos y a poca aplicación recoger en aquel terreno los demás mantenimientos. Y si V.M. no tuviese por acertada esta idea, a lo menos pudieran, concluida la descarga, volverse a aquel puerto (M'deo.) y en él recibir los cueros con menos trabajo y mucha mas facilidad que aquí por hacerse todos en la parte septentrional de este río y cuando el precio excediese por la conducción  a una muy corta cantidad, se ahorraban los gastos de la demora que suele ser larga al pie del banco, y también el riesgo de pasarle cargados. Los navíos del asiento de negros con mejor comodidad pudieran ejecutar lo mismo, pues no pudiendo estos, según las órdenes de V.M., traer nada, ni para lo preciso de sus factorías no experimentarán detrimento alguno en quedarse en Montevideo, (y) transportar sus negros en embarcaciones menores que no les faltarán (…) De esta calidad no dudo Señor que se conseguirá el que en breve hubiese población (…)”  El Gobernador Zabala veía ya en el momento de su fundación las ventajas que harán de Montevideo en el futuro una competidora de Buenos Aires. Si bien no es tema directo de este trabajo, debemos mencionar los constantes reclamos del Cabildo de Montevideo en torno a su habilitación como puerto y la competencia con la capital desde que en 1778 la corona dictó su reglamento de libre comercio y habilitó ambos puertos.
El último tema que aborda la carta es el del “ilícito comercio” el contrabando al que el gobernador planea combatir en Montevideo con mayor facilidad que en Buenos Aires dada la cercanía entre esta capital y Colonia y la necesidad de los navíos de anclar río adentro por no poseer un buen puerto[13][13].
Montevideo se fundó finalmente en 1726, pero solo con la toma definitiva de Colonia por los españoles sumada a los bandos del virrey Vertiz que impulsaban el poblamiento en la margen oriental y el "continente de Entre Ríos", comenzó la apropiación sistemática por los españoles del territorio[14][14]. Nos encontramos, en conclusión, con que recién hacia la segunda mitad del siglo XVIII la campaña rioplatense comienza a ser apropiada mediante asentamiento de población (bueblos, villas) y establecimientos productivos (estancias, campesinos). Empezando por la BO (en donde la elite porteña tenía sus principales posesiones rurales hasta el conflicto con Artigas) y Entre Ríos. Es también en esta época la “explosión” demográfica de la ciudad de Buenos Aires y la fundación de nuevas villas en la región.  El Virrey Don Juan José de Vertíz, fue un actor clave, decide comenzar una política de fundaciones y asentamientos campesinos.
El fin de esta estrategia de población de la campaña, era la de ocupar aquellos lugares estratégicos como paso sobre los ríos y caminos; para ello el Virrey instrumenta una serie de medidas que cumplirían tres roles importantes para la Corona de España: Primero, ocupar aquellos lugares que por su geografía ofrecían alguna ventaja estratégica (como ejemplo paso sobre los ríos donde poder instalar puestos de vigilancia y patrullaje). Segundo crear un cordón, o cinturón sobre los principales puertos (Montevideo, Colonia, Buenos Aires), formado por villas que sumadas a las estancias existentes podrían formar una verdadera barrera que impidiese la llegada por tierra a dichos puertos ante la inminente invasión inglesa. Tercero, aprovechar para la formación de estas Villas a aquellas familias que habían quedado en "depósito" en Montevideo, luego de haber sido trasladadas desde la Patagonia. Muchos pobladores en diferentes zonas de la Banda oriental, aducirán en futuras disputas judiciales con terratenientes que se asentaron amparados en las disposiciones de Vértiz[15][15]. Sin menospreciar los intentos de Vertiz, que expresan la política colonial intentada por la vertiente ilustrada en lo que hacia a colonización, la principal forma de apropiación de la tierra siguió siendo la concesión de grandes extensiones a personajes de la elite. Los bandos de colonización de Vertiz tuvieron poca efectividad práctica ya que chocaban con los intereses y aspiraciones de la elite local en lo que hace a posesión de la tierra, pero dieron origen a futuras disputas por la misma entre campesinos y terratenientes absentistas[16][16].
Para la década de 1760 el poblamiento efectivo de la BO no llega al río Negro y los Jesuitas avanzan desde le norte. Para 1780 los jesuitas han sido expulsados y la administración de las Misiones es más débil, esto permite un avance desde Montevideo hacia el interior y el cruce del Río Negro. Los jesuitas desde la mitad del siglo XVII se instalaron al este del Río Uruguay, es el origen de los conflictos con Portugal/Brasil por las Misiones orientales, de largo aliento y que tuvo al patriota independentista guaraní Andresito como protagonista. Desde allí descendieron a los largo de la margen oriental y ocuparon los territorios al norte del Río Negro reclamando para si los derechos de vaquería en la región. El cabildo de Montevideo se opuso a la instalación de los Jesuitas en su jurisdicción en 1742. Pero en 1743 una real cédula de la corona revió esa decisión. Hasta 1767 en que fueron expulsados, los jesuitas acumularon enormes propiedades rurales y urbanas. Que luego pasarían a manos de otras ordenes, como la importante estancia y calera de Rosario del Colla que paso a los Betlehemitas, o a laicos con pretensiones señoriales como Alzaibar, Viana o Martínez
La instalación  de indígenas provenientes de las Misiones Jesuíticas en territorio oriental se inicia con las primeras explotaciones ganaderas de la región en el siglo XVII[17][17].  La pelea con los indios nativos estuvo directamente vinculada con la lucha entre españoles y portugueses y con la expansión de las Misiones. Los nativos Minuanes se levantan en 1730 y son derrotados pos el gobernador Zavala con la determinante ayuda de los indios misioneros. Hay otro levantamiento general en 1742, pero la insurrección Charrúa del 47 es determinante por la dureza de la represión. Los indígenas fueron finalmente derrotados en 1751 en el combate de Tacuari y desde ese momento ya no opusieron una resistencia colectiva militar, abriéndose la región al asentamiento y colonización definitiva. Situación socio-política que le confirió a la BO superioridad sobre Buenos Aires, donde la frontera indígena y sus enormes retaguardias  presentaban una situación de mayor inestabilidad e inseguridad.
Como vemos en el trabajo de Lucía Sala, el avance de la frontera, la colonización y las disputas por la apropiación de la tierra, tuvieron en la Banda Oriental un dinamismo propio a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. Para el periodo virreinal (1776-1810) el litoral y especialmente Buenos Aires y la Banda Oriental eran territorios de colonización donde las relaciones de producción no se encontraban definidas. La apropiación tardía de territorios amplios sin fronteras precisas es una de las causas de la existencia de este apropiamiento relativamente libre (de hecho no jurídicamente) de la tierra por colonos de diferente origen migratorio y diferente estatus social. Tambien a esto se debe que diferentes formas de explotación y tenencia se superpusieran contradictoriamente. Esto implicaba dos cosas conflictivas: una, que en muchos casos esta apropiación se hacia ignorando y aún en contra de la juridicidad formal vigente Si bien la estructura jurídica de una sociedad (menos aún en épocas como la que estudiamos y en regiones periféricas) no necesariamente refleja el ordenamiento real, lo cierto es que es una fuerza que tiende a reforzar el poder de los sectores sociales que se benefician con la legislación: la naturaleza del orden jurídico en toda formación social es establecer un sistema que legalice la relacion de fuerzas entre las clases en forma estable y la haga respetar. En este sentido la juridicidad colonial americana favorecía el latifundio y los privilegios de casta, aunque tendía a limitar la servidumbre. Dos, que estas diferentes formas de acceso daban origen a clases sociales contradictorias y en conflicto.Tres, este orden se intenta hacer respetar en el periodo de su decadencia.
Entendemos, por otra parte, y esto es fundamental en nuestro análisis, que el Río de la Plata es una región de “baja densidad” o sea que no solo estamos hablando de regiones en proceso de colonización sino que existe una muy baja densidad de población y, a su vez, una relativa simpleza productiva. No hay minas (los Padres Betlemitas explotan una calera en su estancia El Colla otrora perteneciente a los Jesuitas), no hay plantaciones, ni reducciones indígenas (desde las Misiones se intentará avanzar sobre la margen del río Uruguay hasta el Río Negro estableciendo haciendas), el artesanado es muy sencillo en la ciudad y en general en el campo no está muy extendida la manufactura doméstica ni siquiera en la gran propiedad eclesiástica. Vacas, ovejas, mulas, caballos, bueyes, trigo, minoritariamente maíz, cebada o algunos frutales, pocos cerdos y aves de corral constituyen la riqueza de la campaña y de aquí salía el único producto local que vinculaba al Río de la Plata con el mercado mundial: el cuero. Lo demás era para el consumo regional (mulas) o local (carne y cereales). El principal establecimiento productivo es la estancia ganadera.
Como dijimos mas arriba en el siglo XVIII y especialmente después de la fundación de Montevideo el sistema depredador de vaquerías comenzó a ser desplazado por el sistema más estable de estancias. Hacia 1730, se hablaba ya de la existencia de estancias en la Banda Oriental donde se cuentan entre 30.000 y hasta más de 80.000 cabezas de ganado, aunque las fuentes históricas son a veces contradictorias en este aspecto. El mismo término “estancia” debe ser usado con precaución ya que remite a varios posibles objetos. Aludía tanto al territorio del pueblo en el que se realizaban las tradicionales "vaquerías", como al establecimiento para la crianza y amansamiento de animales bajo el control y vigilancia de los habitantes del poblado (dentro de esta categoría se ubica tanto al establecimiento productivo rural como a la “casa” rural de un vecino).  En este segundo sentido se trataba de ámbitos donde podía desarrollarse una vida social relativamente autónoma con respecto a los pueblos a los que estaban sujetas las estancias. Además de corrales, galpones y tinglados había en los establecimientos viviendas y huertas para los capataces y operarios (se destacaban como personal permanente los esclavos, a veces con rol de jefes de personal libre contratado) y sus familias, "pulperías" y capillas para el desenvolvimiento de actividades sociales y religiosas. En este sentido hablaríamos ya de una unidad productiva de gran extensión, ya que las Estancias era de muy diverso tamaño y poderío económico.
En vistas del crecimiento de la actividad comercial en el puerto de Montevideo, el antiguo fuerte se fue convirtiendo gradualmente en un potencial competidor de Buenos Aires. Tal como preanunciaba Zabala, el mejor puerto de Montevideo atraía los navíos transoceánico y en barcazas transportaban los productos hacia y desde Buenos Aires, según informes del virrey Arredondo. Ambas ciudades obtienen casi al mismo tiempo su administración aduanera. En 1740 se habilita Montevideo para recibir navíos de registro. En 1767 el puerto en destino final de correos a la región.  En el 69 apostadero de la marina de guerra. En 1776 (época de la fundación del Virreinato) recalan los navíos que se dirigían al pacífico en forma obligatoria; y el mismo año es el puerto obligatorio para el comercio con Europa. Todas las fundaciones y contactos con Patagonia y Malvinas se realizan desde Montevideo.
Como dijimos más arriba, la fundación de Montevideo y el poblamiento de la Banda Oriental se relacionaron con la nueva política Borbónica de modernización del Imperio. En la región acicateada por las necesidades de enfrentar las apetencias Portuguesas (y no solo, Portuguesas ya que los planes de poblamiento de la Patagonia se relacionan con las apetencias británicas o francesas materializadas en las disputas por Malvinas). Esta situación de tardío poblamiento en el marco de una corona de renovado activismo e iluminada con los aires de la ilustración abrió las puertas a una cierta libertad en el asentamiento de colonos y a la limitación de las dependencias personales, en contraste con las regiones de antiguo poblamiento con aristocracia establecida
Es característico que el titulo aristocrático de “Don” desde los primeros intentos poblacionales le fue permitido a muchos pobladores que se aventuraran en la región acentuando la situación de libres de los mismos aunque fueran de origen humilde y mantuvieran una situación económica modesta. En estas condiciones las pretensiones para obtener mayorazgos y privilegios nobiliarios no prosperaron. Los intentos de Francisco Alzaibar[18][18] de transformarse en Señor de la BO, fueron quedando en la nada en su herencia.
En la BO hacia 1780, la población censada en Montevideo y alrededores ascendía a 10.404 habitantes, siendo 7410 españoles; 247 indios y 2747 negros y mulatos, los últimos llegados como esclavos para dedicarse principalmente a las tareas de agricultura pero también destinados a trabajar en la fabricación de ladrillos. Hacia 1800, según los cálculos de Azara, la ciudad de Montevideo alcanzaba los 15.000 habitantes, mientras el total de la población de la Banda Oriental superaba levemente los 30.000. Estamos hablando de  unos quince mil habitantes en el resto de la banda. Si descontamos de estos a los pobladores de Colonia, Soriano, Maldonado nos quedará aproximadamente la mitad, no mucho más de dos mil familias en la campaña en el período considerado[19][19].
El crecimiento de Montevideo es también el comienzo de una rivalidad comercial que tiene su punto más álgido en 1799, cuando apoderados del comercio y terratenientes de Montevideo presentaron a la Corona la petición de sustraerse a la tutela comercial de Buenos Aires contando con su propio Consulado, de la misma manera que ésta lo había hecho de Lima décadas antes. Rivalidad que se extenderá durante el periodo revolucionario. Este fue unos de los polos de la alianza que sostuvo al Artiguismo en su lucha contra Buenos Aires. Por un lado los intereses orientales vinculados a la exportación e importación (Terratenientes y comerciantes). Y por otro, la masa del campesinado rural simples tenentes sin propiedad y medianos propietarios. Una alianza sin dudas inestable que encerraba el conflicto de clases entre campesinos y terratenientes existente desde el inicio del poblamiento de la región y que a partir del reglamento de tierras se agudizó hasta que la invasión portuguesa, la defección de una parte de la elite orienal y la política porteña permitieron a los sectores acomodados deshacerse del incómodo caudillo.


Acerca del Estado o formas políticas de dominio
Las características del “Estado” virreinal

            ¿De que hablamos cuando hablamos de Estado? Este es un producto de la modernidad, en donde las instituciones privadas de la sociedad civil y las instituciones públicas o Estado completan su proceso de autonomización. La jerarquía de gobierno no esta determinada por la jerarquía de riqueza. Es cuando el Estado aparece en tanto aparato, como herramienta principal y autónoma de dominio y hegemonía del bloque dominante, pero tambien  sujeto a luchas, contradicciones y permeabilidades. En las sociedades de antiguo régimen este proceso no se encuentra plenamente desarrollado. Necesita de tres factores concomitantes: el avance de las relaciones de mercado y con ellas del capitalismo, el avance de una revolución política y con ella la caída de privilegios y subordinaciones jurídicamente sancionadas y un profundo cambio cultural que haga que los hombres afronten su vida social con una nueva mentalidad[20][20].
            Las reformas implementadas por los monarcas borbones en España desde inicios del siglo XVIII fueron un jalón más de este proceso de transformación de la antigua sociedad feudal hacia la moderna sociedad burguesa. Proceso contradictorio tal como plantea Perry Anderson, ya que una función del Estado absolutista era asegurar los privilegios de la clase de señores feudales como colectivo centralizando la coacción, pero encerró en si mismo las bases de un mercado nacional y una fuerza represiva nacional necesarios para el surgimiento del Estado moderno al disminuir la autonomía del señor feudal individual frente al centro monárquico (que era la tesis clásica de Marx y Engels). Proceso que en España encontró dificultades mucho mayores que en otros países de Europa y que terminó siendo mucho más tardío. Pero la monarquía castellana había sido precursora en atributos centralizadores y los monarcas borbones en el siglo XVIII avanzaron en la creación de instituciones que podemos considerar estatales, aunque sin dudas solo cáscaras de éstas. Haciendo estas salvedades y con la creación del virreinato del Rió de la Plata y las demás reformas políticas y económicas, es que hablaremos del Estado virreinal. con estos antecedentes es que la lucha por definir las características de un Estado-nación “completo”, y el balance de poder de la clases en su interior, fueron motores de los conflictos políticos hasta 1880. Hasta ese entonces varias propuestas alternativas fueron quedando en el camino como consecuencia de la oposición eficiente de las clases privilegiadas: la propuesta del Plan de operaciones de Mariano Moreno, la Confederación de pueblos libres de Artigas, la amplia unidad americana de San Martín o Belgrano (¿con una monarquía constitucional indígena?), la Confederación rosista y, finalmente, el centralismo liberal porteño mitrista también fue subordinado por la oligarquía nacional representada por Roca, efectivizador final del estado unificado con fronteras definidas y soberanía eficiente. 
            El funcionamiento de una sociedad no esta determinado exclusivamente por factores económicos, aunque estos sean en última instancia la base sobre la que se sostiene el conjunto de la producción humana. La política, la cultura y con ella las costumbres ordenan también la cotidianeidad de las personas. Dentro de la esfera política el Estado es la expresión más desarrollada de organización humana. En una sociedad feudal, las funciones de dominación políticas económicas y sociales encuentran en manos del estamento (orden en términos propios de la época) superior: los señores feudales (aunque con conflicto entre los dos órdenes privilegiados en que se dividía ese estamento). Pero avanzado el siglo XVIII el feudalismo clásico encontraba muchos signos de disgregación. Uno de ellos es el surgimiento de un aparato burocrático que comienza a estar escindido de los propietarios o al menos aparenta avanzar en esa dirección. El largo proceso de reformas iniciado por los borbones en España es el intento de aplicar principios ilustrados que renueven y modernicen la administración. Entre ellos la creación de virreinato en 1776.
            El grado en que se desarrolló un Estado en el Río de la Plata y sus características  también se relaciona con los problemas planteados, ya que la existencia de un actor “externo” a las clases implica determinadas reglas a las cuales la misma clase dominante debe referirse. Como dijimos una característica de la modernidad es la separación de esferas: la política, la religión y la economía no se concentran unificadas en un punto de dominio exclusivo y en los mismos personajes. De la misma forma los titulares de la administración política tienden a diferenciarse de los propietarios de los medios de producción. Entonces cuanto más encontramos fusionados los roles de propietario, juez, administrador y militar más podemos encontrar rasgos de vigencia del antiguo régimen. Un dato fundamental a tener en cuneta es que durante la colonia la principal clase dominante y las principales funciones estatales estaban en la metrópoli o eran controladas directamente por ella. Esto fue un factor de enagenacion de las elites locales respecto del poder metropolitano ya que algunas fraciones de la elite impusaban una "apertura" a la representacion en el imperio equivalente a las provincias metropolitanas antes que la guerra, y les fue negado.
El Estado virreinal se materializaba en el campo a través de los comandantes militares de fuertes y fortines, las milicias rurales, el cabildo de Luján, los alcaldes de la hermandad (provincial y local), los jueces de paz y la iglesia que en el antiguo régimen expresaba una institución de Estado muy importante. En la BO encontramos estas mismas instituciones, los cabildos locales Soriano, Maldonado, Colonia, alcaldes de hermandad, una comandancia general de campaña y dos comandancias en Colonia y Maldonado. Sin dudas la principal autoridad era el gobernador delegado, aunque el cabildo de Montevideo era de un peso superior a los demás, formalmente no era reconocido como diferente. De todas estas instituciones los comandantes militares eran la única expresión no vinculada directamente a la realidad local dependiendo directamente de la autoridad central. También los curas, aunque podían ser influenciados por el medio. El cabildo de Luján, poe ejemplo, era una institución principalmente rural, donde los hacendados de la zona debatina sus problemas. El alcalde provincial de la hermandad era nombrado por el cabildo porteño, pero las funciones directas eran cumplidas por los alcaldes locales. El resto de las instituciones y funcionarios estaban sin dudas muy relacionados (sino eran las mismas personas) con los principales del lugar.
El sector social más acomodado de la campaña eran los grandes hacendados y estancieros que conformaban la clase social principal usufructuaria de la tierra en condiciones de acumular, ocupar mano de obra numerosa y subordinar al resto de la población rural. Los hacendados eran los propietarios mayores y se perfilaban como portadores de las características típicas para la formación de una clase social terrateniente dominante. Entre ellas la conciencia de si y la conformación de organizaciones propias de su clase como el gremio de los hacendados, el cual surge en diferentes lugares en la cuarta mitad del siglo. Si bien la lucha por la tierra y la diversidad de unidades productivas no nos permite afirmar que existiera un dominio absoluto de los hacendados sobre el conjunto de la formación social en el campo, su influencia era muy grande (con variaciones zonales) y ellos y sus redes ocupaban los cargos locales.
Es importante detectar las redes de poder local en donde podemos ver la vinculación personal entre los cargos políticos y militares de las diferentes zonas con los más importantes hacendados o estancieros. Y de esta forma acercarnos a comprender la forma en que esta clase en constitución materializaba su lucha por el control del acceso a las fuerzas productivas. Y, si bien es indudable que en el Río de la Plata colonial la clase local más poderosa tenía su base en el comercio, son los principales propietarios rurales (o aspirantes a) los que concentraban el poder en el campo, en los cabildos locales, como alcaldes de la hermandad o jefes de milicias. Además de que muchas propiedades rurales pertenecían a comerciantes o estaban relacionadas con ellos en forma mucho más directa y menos desventajosa que un campesino, lo que les daba una unidad de intereses en la fracción mas rica[21][21.
El recorrido de Belgrano (padre) en su transformación en gran comerciante en la segunda mitad del siglo XVIII puede ser conocido detalladamente en el trabajo de Juan Gelman De mercachifle a gran comerciante[22][22]. En el se ve como la familia Belgrano acumula una de las fortunas mas grandes del Río de la Plata a través del comercio de larga distancia, su rol dominante pero condicionado por la situación colonial, sus redes de poder político y relación con la propiedad agraria.  Zacarías Moutouquias en el artículo “Redes personales y autoridad colonial”[23][23] concluye que “para las familias de notables, los cargos políticos y militares como las relaciones con los representantes de la corona, eran fuente de influencia política, de prestigio, de autoridad y de poder”. Esta conclusión se presenta como el resultado del análisis del recorrido que permitió el enriquecimiento de dos familias (Altolaguire y Sarratea) de comerciantes en el Buenos Aires colonial.
Pero si bien estas redes familiares dan sustento al crecimiento de casas comerciales; las fuentes consultadas para las áreas rurales verificarían en diferentes escalas la misma forma de construcción de poder.   Es interesante el aporte de Azcuy Ameguino[24][24] que afirma (basándose en un pleito judicial por tierras en la región de Navarro) la tesis de que la vinculación entre la elite rural terrateniente en formación y la autoridad política es central para el enriquecimiento o formación de grandes propiedades. Trae como ejemplo un caso de la década de 1790 en donde un aspirante a gran propietario rural, Juan de Almeira, disputa con los pobladores asentados en tierras realengas (fiscales) que el pretende expulsar o someter a algún tipo de pago de renta. Este tipo de disputas se repiten en los archivos judiciales que disponemos. Y aún así Azcuy propone que muy pocas veces llegan a nuestras manos las fuentes documentales que muestran la disputa entre un terrateniente o aspirante a tal y un campesino. Solo en casos emergentes, donde el labrador, pastor o estanciero afectado por el intento de expulsión o subordinación por parte de un aspirante a latifundista, tuviera él mismo un protector o un lazo de red social que le permitiera hacer frente a la disputa, llegaría a nuestras manos como fuente documental. Este es el caso de Pascual Toro y de Jerónimo Colman quienes enfrentan en los tribunales a Almeira ya que son pobladores de riqueza mediana y vínculos sociales que les permite pleitear. De la misma forma nosotros podemos agregar el caso de la estancia del Tala y Santa Lucía donde la autoridad colonial inicia un expediente de desalojo sobre un conjunto de productores pero reconoce un trato muy diferente al terrateniente Don Fernando Martínez frente al los campesinos restantes. Aunque no podemos afirmar que este pleito solo se realizó por la presencia de Martínez, ya que los pleitantes iniciales son los demas, pobres campesinos. O en el caso del poco conocido pleito que por su dignidad como cacique que llevó Tomás Katari hasta el virrer en 1779, este fue escuchado por la maxima autoridad aunque no habia sido aceptado por las autoridades locales. Creemos que existían una serie de instituciones protoestatales que más alla de ser claramente difenrciadoras por cuestiones estamentales o de casta, cumplian sus formalidades de atender a cualquiera que tuviera la capacidad de hacerse cargo de un pleito, y no siempre fallaban en contra del mas pobre.
La categoría feudalismo es la herramienta con que muchos historiadores marxistas abordan la sociedad colonial e independiente temprana en el Río de la Plata. El primero en usar el término “feudal” fue Mitre para presentar una imagen negativa del mundo rural. Para el caso de la BO, Pivel Devoto nos presenta una descripción de la estancia como núcleo feudal y en la misma sintonía están Azcuy Ameguino y su escuela en la actualidad. Creemos que la presencia de feudalismo a secas es difícil de sostener en el Río de la Plata. Como contracara los historiadores académicos avanzan refutando la hipótesis feudal y presentándonos una campaña rioplatense con grados de modernidad, movilidad y libertad de mercado excesivas. La caracterización de Lucía Sala, Rodrigues y Torre es más matizada usando términos como “rasgos feudales” o “feudatarios” para designar las relaciones de dependencia existentes en la campaña oriental (asimilable a las de esta banda).
Si (como fecha media) hasta 1750 encontramos la actividad extractiva de las vaquerías como mayoritaria, los siguientes cincuenta años predomina la estancia donde existe una organización productiva estable y mano de obra permanente, . Y el nuevo siglo va a ver nacer al saladero, que ya podemos calificar de industria aunque sea rural y muy primitiva.y hacia 1850 se suma el lanar que nunca en ese siglo logró pasar la categoría de materia prima exportable. Es indudable la existencia de progreso o al menso dinamismo en el campo. Transformaciones de la producción, y aumento de la población no nos muestran una sociedad particularmente estancada.
El problema esta para nosotros en resolver algunos interrogantes ¿Cómo se formaron estas relaciones? ¿Qué extensión y estabilidad tenían? ¿Cómo se disuelven y hasta cuando perduran? El conflicto entre relaciones de producción viejas o en decadencia y las nuevas que las suplantan es central para abordar los conflictos sociales que cruzan las luchas durante las guerras de la independencia y para comprender la naturaleza de los conflictos políticos posteriores.
Creemos dos cosas. Una: que la existencia de una sociedad en formación nos permite ver relaciones de producción inestables y conflictos sociales (de clases) entre aspirantes a terratenientes y aspirantes a campesinos libres. Dos: que el concepto “transición” nos permite aceptar la viabilidad de ese conflicto. En el seno de las mismas clases dominantes se da la lucha entre lo viejo y lo nuevo, al feudalismo en decadencia y el capitalismo que asoma en estas tierras: Es la época de la revolución burguesa y como exponentes más radicales fracciones de las clases subalternas sustentaron proyectos reformistas más avanzados.
En este sentido podemos ver que en el campo, si bien rigen como para toda América las normas jurídicas del feudalismo español, los propietarios rurales no son señores del tipo mexicano o peruano (o en menor escala salteño) ya que están estructurando su unidad productiva en una región de carencia de mano de obra indígena y en disputa con otros sectores sociales jurídicamente libres[25][25] y con los matices que aporta una sociedad mercantil en asenso[26][26].
A pesar de ello existen suficientes pruebas documentales para afirmar que para la clase dominante rural durante el periodo final de la colonia hasta avanzado el siglo XIX, fue una obsesión el disciplinamiento de la población rural. Buscando la reducción a arrendatarios, tributarios de algún tipo o peones (o categorías similares) a los campesinos y trabajadores libres. Esto lo vemos tanto a través de la voz de los exponentes del Estado colonial como del Estado independiente, sea este revolucionario, rosista o liberal. En este sentido es que debemos analizar también los diferentes proyectos independentistas surgidos al calor de la lucha. Moreno y su grupo, el artiguismo, el proyecto sanmartiniano, inclusive el “modelo paraguayo”, son alternativas políticas pero también económicas al “nuevo pacto colonial” (a decir de Halperin Donghi) que finalmente se impuso de la mano de un modelo terrateniente exportador.
Pero, como dijimos antes, nuestra afirmación debe ser leída de dos maneras diferentes. Por un lado, como la decisión jurídico-policial de someter a la población rural bonaerense a una explotación semiservil (afirmación de Azcuy y su corriente); por otro, como el intento de disciplinar (o crear) una mano de obra “libre”[27][27] para entrar en el mercado de trabajo capitalista. Lo cierto es que en los diferentes “pagos” el poder coercitivo del Estado se fusionaba con el poder económico de la elite y esto muestra el fuerte arcaísmo de las relaciones sociales a nivel rural, arcaísmo que subsistiría en algunas regiones del país hasta entrado el siglo XX.
Esta doble lectura creemos que debe ser superada a través del concepto de transición. Desde fines del siglo XVIII hasta la era del imperialismo nuestra región se encuentra inserta en el mercado mundial. Paralelamente se desarrolla en ella un proceso de revolución política en el que se van formando nuevas instituciones estatales y se define un mercado nacional. Pero, como plantaba Marx, lo “viejo” no murió sin pelea. En diferentes grados en América latina la resistencia a las implicancias modernizadoras de la transición al capitalismo tuvo como conclusión lo que Carlos Mariátegui llamó la “mediocre metamorfosis de la clase dominante”. O sea, en el seno del campo independentista convivieron dos tendencias básicas: los proyectos mas progresistas y con implicancias de transformaciones sociales más profundas fueron derrotados por las clases terratenientes vinculadas al comercio internacional o al dominio cuasi feudal de la tierra.  Fue así como las oligarquías nacionales de cada nueva nación se transformaron en socias locales del capitalismo inglés. Entonces creemos que es en este peridod de transición y fundación en que se froman las clases dominantes, allí en la conquista y poplamiento de la tierra, en la fundación de un modo de producción y de un Estado, en medio de un periodo de transición al capitalismo es que se define la integración subordinada consecuencia de la victoria política interna de una tendencia en las guerras civiles. Esto fue general en America latina, más allá de que la oligarquía Argentina se consolidara a partir de la independencia y fuera mas moderna que la (por ejemplo) peruana de raigambre colonial y con mayores taras feudales.
En general la juridicidad hispánica tardocolonial seguía siendo premoderna. Todas las fuentes del periodo así lo muestran como en el caso del Tala y Santa Lucía que transcribimos al final (pero diferentes pleitos disponibles en archivo muestran una situación similar). En la fuentes la autoridad colonial discrimina el tratamiento a otorgar entre el principal ocupante (en el caso del Tala) y el resto de los pobladores, siendo que todos se encuentran en la misma situación legal frente a la tierra que ocupan de hecho. Coincidentemente con este trato diferencial podemos ver que en este periodo, paradójicamente frente a la paulatina disgregación del mundo feudal, la autoridad colonial americana intentará delimitar jurídicamente con definiciones más precisas, el número y ubicación social de los diferentes estamentos de la sociedad colonial (situación de mayor notoriedad en los centros de poder español que en su periferia). De esta forma estas reglamentaciones pueden ser pensadas como resistencias de la elite política y aristocrática a las tendencias disgregadoras existentes en el seno del antiguo régimen, ya que en muchos casos sus privilegios tenían una base claramente extraeconómica.  En el caso del Río de la Plata esta situación en menos clara. A nivel social hay una relativa flexibilidad para que mediante la actividad económica se puedan superar barreras sociales, al menos entre las clases no subordinadas de la sociedad. Pero también se ven aspiraciones de “libertad y propiedad” entre las clases subalternas. La situación colonial en este periodo imponía que en el seno de las clases dominantes el poder político de los criollos se viera limitado. Y entre las clases subalternas la juridicidad vigente imposibilitaba que numerosos campesinos asentados regularizaran su situación
La juridicidad vigente reflejaba varias cosas: la intención de la potencia colonial de utilizar a sus dominios en beneficio del centro; la de asegurar a los españoles peninsulares la cúspide de la jerarquía en la sociedad colonial a través de elementos extraeconómicos y la de mantener el orden de la sociedad colonial en términos de antiguo régimen.En ese sentido el Estado virreynal era burocrático y centralizado, contando con un cuerpo jurídico que institucionalizaba tratos interpersonales, regulaba toda la economía, controlaba la mobilidad de las personas.


La clase dominante

Debemos hacer algunas consideraciones acerca de las categorías que usamos para comprender el funcionamiento de la sociedad colonial. Todo depende del grado de mercantilización de la sociedad de la que hablemos ya que “bajo el capitalismo la clase es una realidad inmediata y en cierto sentido directamente experimentada, mientras que en épocas precapitalistas no puede ser más que una construcción analítica que da sentido a un complejo de datos de otro modo inexplicables”[28][28]. Sabemos del grado más avanzado de mercantilización de la sociedad rioplatense respecto de otras regiones de América. Pero, creemos que hacia fines del periodo colonial, aún en el puerto, estamos en una sociedad de antiguo régimen, en donde las instituciones y las tradiciones resisten a los cambios de época.
En el campo, esta situación debió haber sido aún más marcada. Sin embargo, tal como dice Pierre Vilar, el origen de las divisiones sociales tiene una naturaleza común, por lo tanto podemos extrapolar la categoría clase a nuestro periodo. Haremos una última salvedad. Plantea E. P. Tompson para la sociedad inglesa del siglo XVIII que “Si la clase no era un concepto asequible dentro del propio sistema cognoscitivo de la gente, si se consideraban a si mismos y llevaban adelante sus batallas en términos de “estados”, “jerarquías” u “ordenes”, etc. Entonces al describir estas luchas históricas en términos de clase debemos extremar el cuidado contra la tendencia a leer retrospectivamente notaciones subsecuentes de clase”. O sea, estamos usando categorías que los protagonistas no solo desconocían, sino que en su cultura y concepciones del mundo, o mentalidades (como plantearían en la escuela de annals) no existían en cualquier forma que pudiera operar sobre sus conductas. 
Vemos como en la sociedad rioplatense de la época la gente se pensaba a si misma dentro de las categorías de antiguo régimen (a pesar de que algunos núcleos de intelectuales influenciados por las ideas mas modernas del pensamiento iluminista comenzaran a plantear la realidad en términos más modernos). Asumimos las mentalidades de la gente, las concepciones del mundo, las ideas que tienen de si mismos los actores, operan también sobre la estructura como una fuerza material[29][29] (tanto las ideas viejas, conservadoras o resistentes, como las nuevas transformadoras, pero solo cuando, como plantea Marx, estas hacen carne en los actores).La situación transicional y fundacional hace que esto sea más confuso aún: un gaucho, indio, o escalvo que peleaba por su libertad en una sociedad mercantilizda, lo hacia aún concibiendo la sociedad en terminos antiguos; pero el desorden, primero de la etapa de poblamiento y despues de la guerra favorecía sus aspiraciones. Aún unos años despues de nuestro periodo, en la guerra de la independencia, con la aparición masiva de un nuevo lenguaje que permitia nominar las formas de libertad modernas, los actores no podían concebir un rol en la modernidad capitalista en forma definida, mas aún teniendo en cuenta que unaamplia mayoria eran peones rurales, esclavos, campesinos y artesanos. Salvo algunos casos específicos de la elite, en el campo revolucionario Artigas, San Martín, Dorrego o Belgrano con una concepción (aunque diversa entre ellos) mas avanzada de la nueva sociedad o, en otra vereda, liberales cosmopolitas como Rivadavia o Mitre que si entendían la potencia modernizadora del capital inglés.
Pero antes de que estos personajes cobraran relevancia, en el Río de la Plata tardocolonial los comerciantes porteños eran la clase local más fuerte, principales beneficiarios de la apertura del puerto y las reformas liberales apenas esbozadas por la corona borbónica. Si sabían aprovechar la nueva situación de transición que les ofrecía buenas posibilidades de enriquecimiento podían ascender a la cúspide de la sociedad. Aunque siempre con el límite de que los principales resortes del poder político y militar les estaban vedados. ¿Qué sucedía en el campo? Además del consumo de artículos importados vemos que el cuero, la única producción local cuya principal salida hacia el exterior había sido hasta ese momento el contrabando, encontraba vías legales de realización.
Esta articulación con el mercado mundial no necesitaba una transformación radical de las relaciones de producción en el campo, esto es importante de destacar, ya que el comercio puede articular dos formaciones sociales distintas. Puede una sociedad precapitalista estar vinculada al mercado mundial capitalista a través del comercio. Así amplias regiones de América independiente continuaron con las mismas relaciones de producción durante todo el siglo XVIII y la independencia, como el avance del capitalismo poco las afectó. Por el contrario una aristocracia terrateniente criolla, señorial en la caracterización de Francois Chevalier[30][30], consolidó su dominación sobre una población servil o cuasiservil al acceder sin mediaciones al control del Estado. Sin embargo la presión del mercado impulsó la organización de la producción local en forma que cubra sus demandas, acorde a la época. Es así que la región rioplatense tuvo incentivos para el salto de la vaquería, al la estancia y el saladero con la consecuente aumento de la población y la productividad. Aunque ya esta fuera de discución que si esta apertura benefició el modelo exportador de productos agrarios demandado por el mercado, tuvo su contraparte en que tendió a dificultar el desarrollo de industrias que compitieran con los productos que el mercado pugnaba por colocar en la región. Así la CD se fue formando en una sola dirección y con una ductilidad (rápida capacidad de abandonar una producción por otra) que poco propiciaba el desarrollo de una producción sólida y resistente a los vaivenes de las coyunturas internacionales y el desarrollo de una economía nacional profunda e integrada.
En el mismo sentido podemos ver que a medida que el comercio internacional se fuera haciendo más voluminoso, libre y poblado de mercaderes, mercados y mercancías baratas (y las condiciones político-sociales-jurídicas lo permitieran) la formación de una clase de propietarios rurales vinculados al mercado mundial era una tendencia necesaria. Sus características y posible evolución serán temas abiertos, y relacionados con las luchas sociales y políticas que dieron la característica a los años posteriores. La evolución de la sociedad rioplatense, en este periodo estará marcada por la revolución y la guerra civil, es justamente la intención de este trabajo mostrar los antecedentes de esta conflictividad y mostrar que excedía (aunque no excluía) a la disputa entre facciones de una misma clase, entre clases propietarias. Verificamos en estos 50 años una evolución de las fuerzas productivas desde la simple actividad extractiva hasta el saladero y con ella la formación de una clase de propietarios terratenientes.
Podemos afirmar la existencia en el periodo colonial tardío de dos posibles fuentes de poder para la constitución de una elite local dominante: el comercio y la tierra. Existe un acuerdo general en torno al rol fundamental de la clase de comerciantes en el Río de la Plata virreinal y de que eran los comerciantes peninsulares el grupo más rico y beneficiado por el orden vigente y los comerciantes locales la clase más rica y hegemónica en la región; siendo el comercio la principal fuente de riqueza y mejor vía de ascenso social. Pero han existido fuertes debates en torno al rol de la tierra como fuente de riqueza en este periodo. El núcleo del debate remite a la existencia o no de una clase terrateniente dominante hacia fines de la colonia. Para una región con un mercado local relativamente pequeño la posibilidad de colocar algún producto en el mercado externo significaba una expansión muy importante en los negocios para el sector económico que lo lograra. Además la demanda externa creció en forma permanente y con ella las posibilidades de acumulación de los que mejor se posicionaran frente a ella.
La historia del campo rioplatense esta determinada por una serie de ciclos que se repiten desde hace mas de doscientos años. Un producto es demandado por el mercado externo y la producción local se ajusta a esa demanda. La expansión es exponencial en un comienzo generando enormes ganancias a los propietarios más privilegiados, por su hubicación respecto de la vias de comunicación con los puertos, por la poseción de las mejores tierras para ese producto, por dominar varias etapas de la produccion y comercialización, por su acceso al estado, etc. Luego de un tiempo la situación se estabiliza y luego decae al disminuir su precio en el mercado mundial. Tiempo después un nuevo producto es necesario para las economías centrales y reemplaza al anterior o lo complementa. Cuero, tasajo, lana, cereales, carne y hoy soja. Es interesante seguir el análisis de Jorge Sábato en relación a la formación de la clase dominante terrateniente. El autor ve en las oportunidades de negocios rápidos, en la renta exponenciar que prducen, la imposibilidad de la profundización del progreso en alguna rama de la industria ya que el capital se mueve libremente entre productos con rentas extraordinarias “multimplantándose” sin generar desarrollos en profundidad. En el caso de nuestro campo, las rentas extraordinarias de diferentes productos oficiarían de un freno racional (en terminos de los neoclásicos), a la extensión en profundidad de los procesos productivos. La enorme renta diferencial de nuestro campo, es la atracción que ha hecho fracasar todos los intentos de impulsar un desarrollo diversificado, creando una atracción irresistible hacia las ganancias “fáciles” provenientes del campo y sus productos relacionados y frenando el desarrollo de proyectos de desarrollo capitalista más integrales.
Volviendo la origen del proceso vemos que las exportaciones experimentaron un gran impulso en dos momentos, primero a partir de la creación del virreinato; después, a partir de la ruptura de vínculos con España. Esto lo planteamos porque, al ser los grandes propietarios rurales, que desarrollaban la explotación del principal producto exportable, clase productiva beneficiaria de la apertura comercial, encontramos un polo articulador de políticas e inversiones de largo plazo y por consiguiente la posibilidad de que los intereses e ideología de este sector atrajeran a los comerciantes locales[31][31]. NO olvidemos que el principal pensador económico del periodo independentista, Manuel Belgrano, advertia con sutileza que "las vacas son las minas del Plata". Esta presión que provenia potentemente desde el comercio internacional dominado ya por la Inglaterra capitalista debe ser tenido en cuenta, ya que la segunda mitad del siglo XVIII es donde la tendencia hacia una economía de mercado se manifiesta ya con fuerza irreversible a nivel europeo. No olvidemos que América es una colonia, entonces la clase dominante principal se encuentra en España, y como el Río de la Plata es una zona de ocupación reciente y en proceso de colonización, podemos entender como es que la burguesía comercial porteña fue la que tuvo el rol hegemónico la conducción del proceso independentista. Mientras que la clase dominante rural se encontraba aún en formación y en disputa con las masas aspirantes a campesinas y pastores nómades aborígenes.
Son conocidas reglamentaciones contra la “vagancia”, contra los “cazadores de nutrias”, contra los peones libres sin papeleta de conchabo, las discusiones de los cabildos contra los pobladores campesinos asentados adjetivados como “polillas de la campaña”, el sometimiento disciplinamiento o expulsión de indígenas, las disputas judiciales de miembros de la elite contra campesinos (algunos con extensiones de tierra considerables), etc. Todas estas disposiciones dan cuenta del avance terrateniente y de la resistencia social al mismo. Las fuentes dan testimonio de estas disputas desde las últimas décadas del siglo XVIII hasta fines de la década de 1870 en lo que es la etapa formativa; pero aún continúan.
Con este tema se articulan diferentes posiciones en torno a las relaciones sociales en el campo que implican el grado de libertad de la población rural y su bienestar relativo. Relativamente altos salarios en comparación con otras regiones de América, mayor libertad para entrar y salir del mercado de trabajo, propiedad rural diversa sin una clase dominante establecida en forma incontestable, conforman un panorama que extremado aparece como optimista respecto de nuestro pasado mas remoto y así es presentado por varios miembros de la escuela académica moderna. También, en este mismo sentido, se debe relacionar el grado de modernidad de la sociedad rioplatense (lo que la diferenciaría de las demás latinoamericanas) y que reverdecería la tesis mitrista de nuestra peculiaridad cuyo objetivo era mostrar que nuestro horizonte era Europa (Inglaterra para ser mas precisos) y no las atrasadas y feudales republicas hispanoamericanas. La existencia de un mercado de factores y de productos serviría para verificar las condiciones de posibilidad para un mayor grado movilidad social y por ende de posibilidades correspondientes a la modernidad. 
Alternativamente en el polo opuesto, algunos investigadores ven una sociedad estamental cerrada a los sectores populares, en la cual Estado colonial y clase dominante funcionaban como un todo para reproducir y aumentar privilegios de la elite, frente a la cual se levantaron (con diferentes perspectivas) tanto los sectores acomodados como las clases subalternas formado el frente que posibilitó nuestra independencia. 
También algunos investigadores consideran que el Río de la Plata era la región de América colonial hispánica en la que encontramos los embriones más tempranos de capitalismo. Esto sería así por la débil implantación de las instituciones económicas y jurídicas feudales: señorío terrateniente y servidumbre, como por la existencia de una esclavitud menos rígida que la de los sistemas de plantación.
Siguiendo el razonamiento que habla de la quietud de las clases populares y del poco desarrollo de clases burguesas podemos pensar que las condiciones para la revolución de la independencia no estarían dadas al menos en sus causas internas y la guerra de la independencia sería principalmente impulsada por causas externas (Tesis de Halperin Donghi y la nueva escuela liberal). Sin embargo frente a esta tesis podríamos pensar lo opuesto: la existencia de múltiples conflictos en la sociedad colonial, entre estructura colonial arcaica y fuerzas económicas nuevas, clases populares con expectativas de cambio y mejora vs. sociedad estamental, clases acomodas locales sin posibilidades de hacerse del poder político vs. Elite española; población rural aspirante a campesina y trabajadores libres vs. Terratenientes en busca de consolidación de sus recientes posesiones y disciplinamiento de la mano de obra. Esta es una hipótesis alternativa que proponemos nosotros. Siendo así creemos que todos estos conflictos generarían una serie de causas internas lo suficientemente importantes para hacer de la revolución un hecho con fuertes bases locales. Asimismo si consideramos (ampliando el foco de observación) al imperio español como una unidad estructural en crisis, también serían causas internas de la revolución la crisis abierta en España con la invasión napoleónica.
Podemos afirmar la existencia de consenso en torno a que la capa superior de la elite tenía inversiones diversas en propiedades urbanas y rurales, pero el comercio era para la mayoría (sobre todo para los más poderosos) su principal fuente de ingresos y el lugar desde donde habían acumulado sus riquezas. El dominio de los propietarios más fuertes a nivel rural se hacia efectivo solo por su pertenencia a la clase de comerciantes y/o por sus vinculaciones al aparato colonial. Esto fue cambiando lentamente pero sin pausa a medida de la consolidación de la clase terrateniente rural, a lo largo del siglo XIX, cuyas bases se encuentran en este periodo. No necesariamente los personajes serán los mismos, pero la lucha por la tierra entre gran propiedad y propiedad campesina (pequeña, mediana y hasta grande) se dio inicialmente en este periodo y se desarrolló durante las guerras de la independencia y las luchas posteriores.
Por otra parte, y en lo que respecta al tipo de relaciones de producción imperantes, creemos que una burguesía comercial no es necesariamente una clase que impulse las relaciones de producción capitalista en toda la sociedad. Por lo tanto el tipo de modo de producción dominante se resuelve hurgando en las relaciones de producción en las que se encontraban inmersas la mayoría de las personas de la época, como sus costumbres y la juridicidad que los intentaba encuadrar. La estructura socioeconómica del campo debe juzgarse, para nosotros, a partir de la premisa de una formación social de poca densidad, terratenientes como una clase relativamente débil y juridicidad hispano feudal americana. Tampoco debemos dejar de tener en cuenta que un tercio de los pobladores eran esclavos.
Pero además de esto debemos tener en cuenta que la existencia de una fuerte burguesía mercantil en el Plata, si bien no implicaba capitalismo como dijimos, era un elemento que tendencialmente aportaba al dificultar el surgimiento de relaciones de producción feudales o semifeudales y (en un contexto de avance del capitalismo) hacia mella sobre las formas tradicionales de ordenamiento social. Por eso en las fuentes aparecen ante nuestros ojos un gran número de relaciones de trabajo y  de formas de apropiación de la tierra y del excedente. Sin dudas las principales formas de relación entre patrones y trabajadores no son monetarias y la presencia de coerción extraeconómica o de formas de subsistencia por afuera del mercado son muy grandes. E, indudablemente, cuanto más hacia el interior del virreinato avanzamos las formas serviles o cuasi serviles son mayoritarias. Sin embargo en nuestra concepción la eficacia del feudalismo solo existe si la "estructura estatal" feudal se encuentra plenamente desplegada, y eso son los feudos, señoríos o similares abarcando la amplia mayoría de las tierras de una región.
Por otra parte, no debemos olvidar la descripción que Moreno y Belgrano hacen, hacia el final del periodo colonial, de la situación en la campaña porteña. Más allá de lo exagerado que pueda parecer la “pobreza” de los productores rurales enunciada en el texto de la Representación de los hacendados o de los trabajos económicos de Belgrano, se desprende que bajo las condiciones de monopolio español el desarrollo de los terratenientes como clase dominante en una región como el Río e la Plata requería de la ruptura con la monarquía absolutista y una vinculación libre con el mercado mundial. Entonces que las condiciones de monopolio comercial (de tipo feudal) de la corona española trabaran este desarrollo refuerza la idea de debilidad relativa de una clase de grandes propietarios en una zona donde la servidumbre no era una característica destacada de las zonas rurales.
Es fundamental el hecho de que la hegemonía que desde los primeros años virreinales logra nuestra burguesía comercial se da sobre una formación social que carece, en niveles considerables para poder expresarse como clase, de una clase de artesanos numerosa y potente o de una proto-burguesía manufacturera. Existen hacia 1800 textiles artesanales principalmente en el nor-oeste, manufacturas de barcos en Corrientes, elaboración de vinos en el Cuyo, y diversos talleres artesanales en las principales ciudades destinados a atender el consumo inmediato de productos de poca elaboración y uso cotidiano[32][32]. Solo tendencialmente será la producción rural ganadera la que impondrá su sello a la organización económica del espacio rioplatense. En este sentido la mayoría de las sociedades pasaron por una etapa de su desarrollo en la que la burguesía comercial ejerció la dominación, por sobre los productores rurales y artesanos y fue hegemónica en condiciones de transición hacia el capitalismo.Pero fue solo una etapa inicial que dejó lugar con el tiempo a la hegemonía de la producción.
Quizás como ejemplo de esta debilidad del capital manufacturero baste mostrar a quien es presentado (y fue) uno de los principales exponentes de las ideas de lo que podría haber sido una burguesía productiva. La jabonería de Vieytes no era más que un taller que de ningún modo puede ser calificado de fábrica, pero aún así dio origen a un pensamiento moderno que puede ser visto como pensamiento de clase, expresado por el propio Vieytes. Lo mismo podemos decir de Ferre gobernador de Corrientes que en su polémica con Roxas y Patron expresaba sin dudas los reclamos de una clase artesana o manufacturera incipiente. Igualmente, la Ley de Aduanas de Rosas muestra la comprensión o aceptación terrateniente Don Juan Manuel de los problemas y reclamos de una diversa clase de artesanos, manufacturero y productores rurales no competitivos en el mercado mundial, a nivel toda la Confederación.
El desarrollo de la manufactura en mayor escala requería de colocar en las manos del Estado los recursos suficientes para orientarlos en ese sentido, como Moreno planteó en su Plan o San Martín realizó en el Cuyo con objetivos militares. Igual debemos insistir que si bien tendencialmente fueron los propietarios rurales los que corrían con ventaja al romperse el monopolio colonial y abrirse el Rió de la Plata al mercado mundial, hacia principios del siglo XIX no eran una clase incontestable. Tal es así que el Río de la Plata recién con Rosas aparece un líder terrateniente como actor definitorio (y en este caso a la cabeza de masas populares rurales y urbanas). Pero no es hasta su derrota que comenzamos a ver los contornos políticos de la que será la oligarquía moderna.
No consideramos al Plata como un espacio “vacío”; pero afirmamos que no estaban establecidas relaciones de producción sólidas y estables como en otras regiones del continente con una fuerte tradición que las respaldara (como en la región andina o México). Estamos en un periodo en que el avance de las relaciones de producción capitalistas en el mundo es la característica principal. El Virreinato y la apertura comercial que los Borbones impulsaron, ayudó evidentemente a la existencia de una enorme activación en esta periferia colonial. Esta activación sin duda fue más profunda en zonas como el Río de la Plata. Ésta fue una sociedad en transformación o mejor dicho en creación y transformación y de aquí la existencia de una formación social con fuertes contradicciones en su interior y con más evidentes aún contradicciones entre la juridicidad formal y lo realmente existente.
  Es por esto que, desde nuestro punto de vista debemos categorizar a la sociedad rioplatense como naciente y, como todo lo naciente, dinámica y contradictoria. Esto no nos debe impedir ver las tendencias dominantes ni tampoco hacer de estas una absolutización que oculte la riqueza de lo existente en el periodo. Es justamente, en esta riqueza de posibilidades y luchas de clase, que encuentran sustento tres planteos generales: la idea de la Revolución de Mayo como “revolución” y no solo como transferencia de poder entre fracciones de la clase dominante. La posibilidad de proyectos alternativos en conflicto con el liberal finalmente triunfante y muchas veces presentado como el único. Y la presentación de los conflictos pos independentistas no solo como conflictos de “facción” sino por modelos de pais.

Consideraciones sobre campesinos, gauchos, esclavos y la lucha de clases en el campo


La categoría de campesino suele englobar en su seno a productores de muy distinto tipo. Suele denominarse campesinos a los comuneros que trabajan la tierra colectivamente en comunidad sin propiedad individual, hasta el productor capitalista dueño de cientos de hectáreas que produce para el mercado. Juan Carlos Garavaglia (y varios autores de la última década) en su denso trabajo Pastores y labradores… que se considera de referencia en el tema, prefiere utilizar categorías ocupacionales para categorizar a los diferentes estratos de población rural[33][33]. Nosotros creemos útil para nuestro trabajo reagrupar estas categorías en torno a las más clásicas de trabajadores rurales, campesinos (no llamaremos campesinos a los trabajadores comunitarios de tierras, a los cuales cabria la categoría “labradores” que además no existen en el Río de la Plata), campesinos ricos (salvando anacronismos deberíamos encontrar productores asimilables a farmers o kulaks) y terratenientes (con los problemas de lenguaje epocal deberíamos pensar en hacendados o estancieros) ya que nos permiten observar con mas precisión la existencia de conflictos sociales en el campo, sus protagonistas, la existencia de identidad colectiva que nos permita hablar de clase y los límites sociales que fijan las relaciones de los hombres con sus medios de producción.
Las definimos de la siguiente forma: un pequeño productor rural (sea su orientación hacia la agricultura, o la ganadería) que solo esporádicamente accede a mano de obra externa a su grupo familiar o vinculo comunitario, es un campesino típico. La extensión de sus terrenos se relaciona con el tipo de producción y el rendimiento de la tierra, algunas decenas quizas algunos cientos, pero la clave está en que no utilice principalmente mano de obra externa. El campesino tipo farmer es un tipo de campesino rico (o al menos con capacidad de acumular), muy vinculado al mercado y con mano de obra externa, además de la familiar. Es un pequeño empresario agrario en una sociedad capitalista (o en transición). Aquí podriamos agupar a la clase de propietarios medianos que pretendía crear Artigas con su reglamento de tierras que les otorgaba unos 2000 hs. pero no mucho mas que eso. En estos dos primeros casos el estatuto legal de la tierra que poseen los productores no es central.
Garavaglia utiliza la categoría de “pastores de ganado (para definir a los) integrantes de los grupos domésticos que, utilizando fundamentalmente – pero no exclusivamente- su propia fuerza de trabajo (entendiendo al grupo doméstico como familia ampliada) se dedican a la cría de ganado y a la producción agrícola” [34][34] aunque esta producción mixta tiene un sesgo fuertemente ganadero. Son propietarios de sus rebaños pero mucho menos frecuentemente de la tierra. Garavaglia establece un corte arbitrario con los hacendados en torno a las 500 cabezas. Estos son para nosotros campesinos con orientación hacia la producción ganadera. Mientras que “labradores son los integrantes de los grupos domésticos cuya actividad principal será la producción agraria” (vegetal y triguera). Estos serían campesinos con orientación hacia la agricultura y la capa mas pobre de los mismos. Mientras que “los labradores que poseen esclavos o contratan jornaleros en forma permanente, deberían formar una categoría específica; son aquellos que hemos llamado agricultores” y que nosotros llamaremos campesinos ricos en su estrato inferior o Pequeños estancieros en su estrato superior. Estos serían productores tipo farmer. Todos estos estratos se encontraban en general presionados por los más grandes aspirantes a terratenientes. Como muestran los documentos de los cabildos y judiciales eran objetos de intentos de desalojo o subordinación.
En conclusión nosotros consideramos campesino al productor rural propietario o no, que trabaja con su mano de obra familiar. En su límite superior acumula, produce para el mercado es propietario y contrata amo de obra en épocas de mayos trabajo. En su límite inferior esta asentado en una tierra que no es propia, produce en general para su subsistencia o trueque y puede necesitar vender su fuerza de trabajo para completar sus necesidades en tiempos difíciles. De acuerdo a la formación social que hablemos estos campesinos (los dos extremos) puede deber diferente tipo de contraprestación a un terrateniente.
Existen también numerosos trabajadores rurales sin tierra y no solamente campesinos que hacen contraprestaciones o que se conchaban para complementar sus ingresos. La figura más típica del gaucho entra en este lugar. Es el hombre libre que trabaja periódicamente, en general tiene un caballo y va de pago en pago trabajando en tareas de las estancias, caza ganado o animales cuando no hay trabajo y le pegan en especie la mayoría de las veces. Sobre ellos pesan las leyes de vagos que desde este periodo tienen por objeto obligarlo a trabajar para el estanciero, disciplinarlo laboralmente para que se transforme en peón rural permanente que es el ideal que se traduce de las disposiciones que emana del Estado. Junto a él se encuentra el esclavo, muy numerosos y en crecimiento absoluto y relativo hasta la independencia. Las tareas del esclavo no se diferencian de las de libre, inclusive no es anormal que tenga a su cargo peones libres, pero el primero vive en la hacienda, es un trabajador permanente, aunque puede comprar su libertad. Los límites entre las franjas de campesinos pobres y trabajadores sin tierras son difusos.
Lo verificable es que las condicione de trabajo del peón en la estancia y las expectativas y posibilidades de no aceptarlas generaron durante décadas una situación de protesta de clase inorgánica pero permanente. Esta protesta se refleja en las conocidas disposiciones judiciales sobre vagos, salteadores, restricciones a la movilidad (papeleta de conchabo) Ya en 1793, la Junta de Hacendados de Buenos Aires y Santa Fe reclamaba por la cantidad de “vagos y malhechores, salteadores y ladrones de ganado de la campaña”. Pero, a partir de la independencia y con la irrupción del discurso liberal y la ciudadanía, la existencia de esta clase de trabajadores sin tierras, campesinos pobres o mediamos y sus conflictos con los estamentos ricos de la sociedad se manifestó en la mayor indisciplina. Traducida ya políticamnete en la adhesión líderes que sabín conducir o interpretar el descontento de clase. Como podemos deducir del testimonio Pedro Agrelo en 1812 la revolución abrió cauces para la ruptura del orden social por parte de las clases subalternas “los robos y violencias a que quería declinar insensiblemente la multitud en las clases inferiores”. En su opinión, mientras que “en tiempos tranquilos […] siempre son menos los delitos y de menos trascendencia, que en los principios de una revolución en que rotos de repente todos los vínculos de la sociedad y alterado el orden de las ocupaciones ordinarias de los ciudadanos, los pueblos se desmoralizan y cada uno se considera autorizado para tomarse mayores licencias, con el nombre de libertad […] Tal era, pues, el estado al que iba deslizándose la plebe aprovechando la contracción de todas las autoridades a los objetos preferentes de la revolución”[35][35]. Como vemos en tiempos inmediatos posteriores al periodo colonial lo que antes era visto solo como judicial pasa a tener una interpretación política.
Sin embargo no debemos olvidar que los mismos liderazgos populares del periodo, nombremos el paradigmático de Artigas, se preocuparon no solo de dar diversas satisfacciones a la "plebe" (reales o sombólicas) sino también  de disciplinarla para el nuevo modo de producción. Tal es asi que Artigas establece que el no propietario debe tener papeleta de trabajo para no ser considerado vago y enviado a servir en la milicia.
El terrateniente es la última clase que nos falta nombrar. Es propietario de su tierra o tiene grandes posibilidades de que sea reconocido como tal en cualquier disputa o reclamo al Estado. Utiliza en su explotación numerosa mano de obra externa de diferente estatuto jurídico acorde al tipo de formación social o quien sea el titular de la explotación (una orden religiosa administra diferente a un privado). Arrienda parte o toda su propiedad o dispone de campesinos asentados en sus terrenos de los que percibe alguna contraprestación económica o, si esto estaban previamente asentados en las que considera sus tierras, utilizará los mecanismos legales y de coerción privada o estatal para imponerles alguna contraprestación.
El hacendado para Garavaglia era “propietario de la tierra casi siempre (…) dueños de rebaños considerables de vacunos, yeguarizos y ovinos. Productor de trigo (…) Señor de esclavos y jornaleros. Su casa en la campaña tiene muchos signos exteriores de prestigio que la tradición le asignaba a los estancieros”.  Nuestros hacendados eran (o se hacen de hecho a medida que “surgen” apoyados en sus redes de poder y que derrotan o desplazan a los indígenas o campesinos) propietarios de miles o decenas de miles de cabezas de ganado y hectáreas de tierra. Si bien no constituían la clase más rica de la sociedad colonial (o era el comercio y no la tierra la base de su poder) producían cueros para el mercado mundial que era el principal producto de exportación propio del Río de la Plata lo cual los colocaba en una posición tendencialmente  privilegiada. Remarcamos que como terratenientes se encuentran las órdenes eclesiásticas y muchos miembros de la elite comercial. En este sentido el terrateniente es miembro de un mundo de negocios diverso al menos en su estrato superior.
También es importante recordar que la denominada en las fuentes “estancia” es una unidad de diferente tamaño que va desde pequeñas propiedades con el dueño asentado en ellas hasta grandes extensiones con asentamientos precarios en su interior (aparceros, “agregados”), o sea familias campesinas de diferente origen con rancho y algunas vacas o tropilla de caballos sin propiedad consolidada y que en muchos casos cumplen contraprestaciones para con el patrón ausente o no, además de que, en general, les fue impuesta o se les intenta imponer la subordinación. De la misma forma las fuentes denominaban hacendado a todo individuo poseedor de ganado, mientras que estanciero era aquel que tuviera casa en propiedad en el campo[36][36].  Esta es la formalidad de las categorías en la época, aunque hayan tenido una utilización variable en los documentos. Esta denominación que existe en las fuentes ha dado lugar a confusiones en la historiografía ya que debe ser a su vez interpretada.
Nuestro trabajo presenta la hipótesis de la existencia de lucha por la apropiación de la tierra en el Río de la Plata tardocolonial [37]. Y consideramos que la forma de esta lucha se relaciona con una estructura social naciente, dentro de la cual estamos definiendo las características de los dos polos en conflicto campesinos y hacendados. Pero ambas categorías no son en el periodo clases consolidadas ni existentes en tanto clase ni con larga tradición ni con una juridicidad estatal que las defina o encuadre con claridad en términos de propiedad y prestaciones de trabajo. Adscribimos a la advertencia de Thompson, que en su debate con el determinismo estructuralista nos plantea que, “para los propósitos del historiador (…) la clase y los problemas de conciencia de clase son inseparables. Clase en su sentido más pleno solo llega a existir en el momento histórico en que la clase empieza a adquirir conciencia de si misma como tal”. O sea que podemos identificar la existencia de colectivos de personas que calificamos de hacendados, o campesinos de acuerdo a su rol en las relaciones de producción, y los identificamos como “clases” en tanto herramienta analítica pero lo que los constituye históricamente en clases son por un lado una determinación económica y la capacidad de expresarse colectivamente en el seno de la sociedad y en relación con otras clases. Por eso en esta etapa aún hablamos de una sociedad “estamental”. Aunque es claro que el surgimiento de diferentes agrupamientos gremiales de hacendados hacia fines del siglo XVIII expresan una toma de conciencia como clase, de la misma forma que las declaraciones del cabildo de Lujan expresión de los propietarios mas ricos de la zona.
Nuestras fuentes y los historiadores del periodo detectan innumerables conflictos, actividades que se califican de delictivas (que pueden ser interpretadas como de resistencia) y hambre de tierra en todos los sectores (a pesar de que existe abundancia de tierra). Pero no tenemos conocimiento, en este periodo de alguna acción colectiva de esa clase social “en formación” que nosotros denominamos campesinos: “la clase y la conciencia son siempre las últimas, no las primeras, fases del proceso histórico real”[37][38] nos advierte Thompson. Es aquí que identificamos los gérmenes de una conciencia colectiva difusa que se expresó en las décadas siguientes en las opciones políticas de las clases subalternas tras diferentes caudillos. Movilización que, desde nuestra óptica, implicó opciones de clase y no solo clientelismo. Y es por ello que la lucha política representó no solo lucha de facciones en el seno de grupos dominantes donde solo se daban cortes verticales, sino también resistencia popular[38][39].
Decimos que existía en el campo rioplatense “lucha de clases sin clases” y justamente podemos afirmar que el proceso formativo de la sociedad rioplatense de la época al desarrollarse en una región relativamente más libre que otras regiones de la América colonial, creaba condiciones para asentarse en la tierra y por lo tanto condiciones para un conflicto entre diferentes formas de apropiación. Como “en realidad, lucha de clases es un concepto previo (a la clase) así como mucho más universal (…) las clases no existen como entidades separadas (…) las gentes se encuentran en una sociedad estructurada en modos determinados (crucialmente, pero no exclusivamente en relaciones de producción), experimentan la explotación (o la necesidad de mantener el poder sobre los explotados), identifican puntos de interés antagónicos, comienzan a luchar por esas cuestiones y en el proceso de lucha se descubren como clase…”[39][40]. Nosotros vemos el capítulo inicial de este proceso cuyo desarrollo tendrá expresiones políticas disímiles (pero conflictivas) en el futuro[40][41].
En este periodo, tanto campesinos como terratenientes, son clases en formación. Es claro que a pesar de la relativa in homogeneidad de los terratenientes como clase contaban con muchas más herramientas para consolidarse e imponer sus intereses frente a los campesinos[41][42]. El surgimiento del gremio de los hacendados es una muestra de ello. En este sentido pensar la existencia de una clase terrateniente a partir de la existencia de los hacendados tardo coloniales que aparecen en las fuentes requiere de precisar los límites que separan un terrateniente de un estanciero mediano. Límites tanto patrimoniales como ideológicos y de relaciones de producción en el seno de la unidad productiva. También requiere de ver la homogeneidad y continuidad histórica de esa clase como elite rural. Esto representa toda una línea de investigación y debate.
Nosotros aportamos nuestra hipótesis de lucha de clases sin clases en el Río de la Plata colonial. El trayecto que siguió la formación social rioplatense a partir de la crisis del orden colonial, la guerra de la independencia y las guerras civiles se encuadra dentro de la transición hacia el capitalismo y la creación del Estado-nación. Las características de esta transición fue los que se disputó, las bases sociales de proyectos alternativos es lo que presentamos en este trabajo. Lo que fue la clase terrateniente moderna como oligarquía dominante capitalista recién se consolidó en el tercer cuarto del siglo XIX.

Conclusión

Consideramos que el periodo que se extiende desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta 1806 es de establecimiento y colonización de la región rioplatense. Durante estas décadas se forma la sociedad rural, aparecen numerosos asentamientos campesinos y se fundan los primeros establecimientos productivos estables. Hasta ese momento la actividad de la zona se reducía a un puerto de transito, administración secundario y contrabando, mientras que el centro productivo de la región estaba en el norte, en Paraguay y las Misiones. También durante el periodo mencionado se amasan las primeras fortunas locales de la que será la burguesía comercial porteña, que estará constituida como clase en la primera década del siglo XIX.
Consideramos que la existencia de una sociedad poco densa es determinante para cualquier análisis. Las  relaciones de producción se encontraban débilmente establecidas. Esto no implica que la elite colonial no fuera fuerte frente a las clases subalternas, o que no existiera clase dominante. Lo anterior lo relacionamos con que la formación social se encontraba en plena constitución. Creemos que más allá de que desde la llegada de Juan de Garay la estructura colonial definió jurídicamente las relaciones de producción y la política en la región, lo cierto es que hasta entrado el siglo XVIII el Río de la Plata era una periferia relativamente marginal. En este sentido las reformas borbónicas implicaron un gran impulso al crecimiento de la zona. Entonces lo existente era permanentemente superado por oleadas de nueva colonización (con diferentes formas de apropiación y de conflicto) y esto nos permite afirmar que la sociedad se estaba creando[42][43].
La sociedad rural es en ese entonces, escenario de una lucha por la posesión de la tierra entre aspirantes a terratenientes, campesinos recién asentados e indígenas. Una lucha en la que en general los mejor vinculados a las redes de poder colonial (terratenientes, comerciantes, funcionarios) consiguen resolver a su favor los pleitos gracias al carácter desigualitario de la justicia de antiguo régimen. Justamente el discurso igualitarista con que se agitó a las capas populares que nutrieron los ejércitos independentistas generó condiciones ideológicas para que esa disconformidad dispersa encontrara puntos de unión tras líderes que basaban parte de su poder en partidarios armados y organizados militarmente.
Pero nos encontramos hacia fines del siglo XVIII en una época en la que la debilidad relativa de los criollos (y específicamente los productores rurales) les impedía orientar el conjunto de la economía y política estatal a su favor. Es por esto que la crisis del sistema colonial que la revolución burguesa  desató en el Río de la Plata, mobilizó las fuerzas de un conflicto social hasta entonces aislado e individual elevándolo al nivel político y colectivo.
La caracterización de la sociedad rioplatense como poco densa y en formación nos abre la puerta para plantear nuestra tercera hipótesis: la de existencia de un conflicto social que se desarrolla en el marco de una competencia por la apropiación de tierras. Pero a su vez este conflicto se da entre actores sociales tambien en formación. La idea de “conflicto de clases sin clases” que presenta Edward Tompson al describir el enfrentamiento entre sectores sociales que aún no tienen plena conciencia de si, nos sirve para sortear críticas respecto de la utilización de una categoría que implica colectivos en acción. En nuestro caso creemos que existe una elite colonial que disputa por la apropiación de tierras pero que aún no es clase terrateniente ya que muchos de sus integrantes son principalmente comerciantes o funcionarios. Además esto sucede en un espacio geográfico de fronteras abiertas, en permanente expansión. 
Sabemos que los signos de unificación del grupo de propietarios ricos a través de instituciones propias data de nuestro periodo con la formación de gremios de hacendados. Aunque de constitución diversa, las reuniones de hacendados muestran la conciencia de un interés común. La formación de esta clase cuenta con ventajas muy importantes como son la tradición latifundista de la colonización española, la conciencia señorial de los sectores dominantes y una juridicidad muy desventajosa para el campesinado y los trabajadores rurales.
Mientras que por el otro lado existe una cantidad muy importante de aspirantes a campesinos (de composición muy estratificada aunque con una base muy amplia)  de reciente asentamiento y en una gran proporción de reciente migración. Mas una gran cantidad de peones difícies de diferenciar del estrato más bajo del campesinado, y numerosos esclavos que ocupan diversos lugares y estratos dentro del mundo del trabajo.  Vemos que, a diferencia de otras regiones de América latina, no existe en el Río de la Plata una tradición de campesinado de varias generaciones (o como en la zona andina, con cientos de años de comunidad agrícola), lo que vuelve a nuestro incipiente campesinado en una proto clase débil. Se encuentra en formación, pero al ser una clase subalterna en el sentido más propio que le da Gramsci al concepto, no alcanza en el Río de la Plata a constituirse en nuestro periodo en un actor político colectivo con el peso que el número (que muestran los censos) permitiría suponer. Es así como varias décadas después el mítico Martín Fierro podría cantar su nostalgia de un pasado campesino idílico. En la resolución de esta lucha por la apropiación de la tierra  estará la base de la estructura social económica y política en el campo.
Las masas que siguieron a diferentes caudillos que alcanzaron predicamento popular sin dudas consideraban a estos garantes de su forma de vida. Y en el caso del artiguismo esta adhesión se transformó hacia 1815 en un programa agrario que contemplaba al polo campesino del ejército revolucionario. Pero no solamente en el artiguismo la adhesión se baso inicialmente en identificación de intereses que excedían los clientelar. Las relaciones del mismo Rosas con los Colorados del Monte y los Mazorqueros de los arrabales fue también política y conciente.
Discutimos en este ensayo el posible grado de modernidad de la sociedad rioplatense frente a otras iberoamericanas. Relacionamos esto con la inexistencia de servidumbre por ser Buenos Aires un puerto periférico sin campesinado indígena ni plantaciones. Más que una modernidad lo que vemos es una suciedad en donde no estaban dadas las condiciones para la implantación firma de condiciones señoriales y por lo tanto más abierta a formarse de acuerdo a las nuevas presiones que provenían de la estructura económica de tro de la cual se insertara. 
Sabemos a través de las fuentes que hay campesinos orientados a la agricultura casi de subsistencia y otros que abastecían en mercado urbano (pequeño) y otros en mejor situación que comerciaban ganado. Sabemos que es casi abrumadora la cantidad que no compró su tierra sino que se asentó en ella o que adujo otras formas de acceso por fuera del mercado (los bandos de Vértiz, etc.). También que la misma situación abarcaba a muchos hacendados mayores y medianos. 
El la sección siguiente de este trabajo presentaremos un caso que ejemplifica el tipo de conflicto que existía en el campo, en este caso a travésde la formalidad de un pleito judicial por la tierra. Es el caso del Tala y Santa Lucía (que vemos en el anexo); allí el informante de la autoridad colonial aparece dispuesto a dar curso a la propuesta de los campesinos de comprar la tierra que poseían, y que estos campesinos también habían presentado la alternativa intención de pagar arrendamiento. Finalmente sabemos a través de la fuente que para el principal ocupante de ese rincón realengo (tierra fiscal) Don Fernando Martínez (poderoso hacendado en toda la BO) que tampoco posee título de propiedad, las consideraciones de la autoridad colonial son mucho mayores y que su situación se resolvió por vías diferentes. Por lo tanto es evidente que en el periodo virreynal no existía igualdad jurídica formal ante la ley en ningún caso. Podemos afirmar que esta situación de privilegio para los miembros de la elite se repitió en todos los casos conocidos.
Lo que podemos afirmar, es la existencia de un consenso en torno a que la capa superior de la elite colonial rioplatense tenía inversiones diversas en propiedades urbanas y rurales, pero que el comercio era para la mayoría (sobre todo para los más poderosos) su principal fuente de ingresos y el lugar desde donde habían acumulado sus riquezas. En este periodo la propiedad rural no era la principal fuente de riquezas ni de poder para la elite rioplatense y el dominio de los propietarios más fuertes a nivel rural se hacia efectivo solo por su pertenencia a la clase de comerciantes y/o por sus vinculaciones al aparato colonial. Mas precisamente por se ellos mismos una casta/clase dueña de una porción del aparato colonial. Y en El Tala, Don Fernando Martínez poseedor de la mayor parte de la tierra y animales recibe un trato diferencial por parte del Olaguer y Feliú (gobernador de la Plaza y futuro Virrey) ya que además era miembro destacado del cabildo de Montevideo institución que de antiguo régimen donde se resolvían las principales cuestiones locales.
Es este sentido creemos que las situaciones de privilegios especiales debieron ser más marcadas en el campo que en la ciudad. Aunque por otra parte, en una región de reciente asentamiento podríamos pensar que esa jerarquía estamental podría ser más flexible y que solo la presencia del poder colonial al establecer justicia y relaciones con los actores en el marco de concepciones de antiguo régimen afirma una diferencia que no necesariamente estaba establecida desde el vamos otorgando un grado de racionalidad y la posibilidad de establecer justicia a todos los actores inclusive a los más pobres, pero siempre en términos de desigualdad. Es por ello que la revolución y sus proclamas de igualdad y promesas de libertades desarticularon muchos lazos simbólicos que imponían la disciplina de las castas inferiores y cuya rebelión solo se manifestaba hasta entonces en oposición larvada e individual. 
Recordemos como ejemplo, que una de las más importantes rebeliones que sufrió el virreynato fue la del Cacique Tomás Katari en 1779. El líder indio fue pleiteando ante las autoridades por sus derechos políticos frente a los protegidos de los poderes locales (en Chayanta Alto Perú). Después de mucho andar y ser rechazado tuvo la iniciativa de venirse caminado hasta Buenos Aires para llegar a la corte Virreynal (alter ego del Rey) y exigir justicia a la corona. Los cierto es que de acuerdo a la justicia colonial los indios eran súbditos del rey y tenían derechos a recurrir a la justicia, así que el Virrey lo recibió, escucho, y según se sabe los argumentos de Katari era muy sólidos por lo que le dio la razón. Todos sabemos que esa razón no se manifestó en hechos concretos en la lejana Chayanta y finalmente la rebelión de consumó y fue reprimida. Pero este ejemplo nos permite ver que las castas inferiores de la suciedad colonial podían (con gran esfuerzo) acceder a alguna forma de justicia o que  al menos, mas allá de los poderes locales el Estado debía escucharlas.
Por otra parte, y en lo que respecta al tipo de relaciones de producción imperantes, creemos que una burguesía comercial no es necesariamente una clase que impulse las relaciones de producción capitalista en toda la sociedad. No basta la existencia de una burguesía comercial y de capital comercial para dictaminar la existencia de una sociedad capitalista. El modo de producción se comprende estudiando como producen en el tipo de establecimiento que marca el todo de la sociedad en cuestión y del que la clase dominante obtiene su riqueza y la juridicidad que intentaba encuadrar las relaciones sociales, económicas y políticas. En nuestra región es el campo el lugar de producción de riqueza por excelencia y la Estancia la unidad productiva (el saladero lo fue prontamente también). También la formación de las relaciones de producción en el Río de la Plata están sobredeterminadas por la situación histórica de  transición, con la compleja dialéctica entre lo viejo y o nuevo que esta implica. O sea una sociedad que surge en medio de la disolución de la vieja sociedad implica un grado mayor de posibilidades para la acción de los diversos actores  y clases  en conflicto.
La estructura socioeconómica del campo debe juzgarse, para nosotros, desde el punto de partida ofrecido al principio: poca densidad de la formación social, terratenientes como una clase relativamente débil (con asentamiento reciente y poco consolidado) juridicidad de antiguo régimen. Evolución dinámica de la vaquería a la estancia y al saladero. Esto nos lleva a relativizar los debates en torno al modo de producción dominante en la campaña rioplatense. O sea, no existe capitalismo en la región, pero tampoco podemos hablar de feudalismo. Existen exigencias feudales en haciendas que han sido testimoniadas, pero no son generalizadas
La transición de la vaquería a la estancia, los asentamientos de pequeños productores y la disputa por la tierra fue signo de una fase inicial de la formación social. Fase en la que formas de organización de la producción estaban sujetas a la resolución de la lucha de clases[43][44]. Esta lucha se acentuó y encontró expresión política con la dislocación del Estado colonial producida por la guerra de la independencia y la necesidad de movilizar masas en los ejércitos patriotas. El Artiguismo fue la más genuina expresión política de este proceso, de una proto-clase campesina que luchaba por existir. Pero para todo el espacio virreinal los conflictos políticos abiertos en el seno de la nueva entidad en formación estuvieron cruzados por la misma contradicción. Siempre hubo un polo en el que las clases subalternas expresaron más o menos genuinamente representadas sus intereses de clase. Las apelaciones a incorporar a las masas son evidentes en Moreno, San Martín o Castelli; pero también las clases subalternas aparecerán en un rol determinantes en accionar Guemes, Dorrego o Rosas[44][45]. Y reaparecerán una y otra vez hasta su subordinación y la consolidación del Estado nación oligárquico.
Por otra parte, hemos tomado nota de la descripción que realizaron Moreno y Belgrano de la situación en la campaña, hacia el final del periodo colonial. Más allá de que la pobreza denunciada sea exagerada en función de hacer mas fuertes los argumentos de los propietarios rurales representados, o que los trabajos económicos de Belgrano también acentúen lo malo de la situación bajo el régimen tardocolonial, se desprende que bajo las condiciones de monopolio español el desarrollo de los terratenientes como clase dominante en una región como el Río e la Plata requería de la ruptura de éste monopolio y de una vinculación libre con el mercado mundial. Entonces, que las condiciones de monopolio comercial colonial de la corona española trabaran este desarrollo refuerza la idea de debilidad relativa de una clase de grandes propietarios criollos y abre las puertas a mayores posibilidades de las clases subalternas.
Igualmente la situación en ambas márgenes del Plata no era igual. Si bien la ocupación de la campaña oriental es aún más tardía que la de la franja costera porteña (recién comienza con la fundación de Montevideo en 1724), el desarrollo del latifundio es mayor y al expansión de la frontera mucho más rápida[45][46]. Y, como elemento nuevo, el desarrollo de Montevideo planteó la aparición de una nueva contradicción: entre el puerto único y el puerto alternativo. Expresión primigenia de la contradicción entre el monopolio porteño y el resto de las provincias del viejo virreinato.
El Virreinato y la apertura comercial que los Borbones impulsaban, ayudó a la existencia de una enorme activación en esta periferia colonial. Activación política, económica y poblacional que sin duda fue más profunda en zonas como el Río de la Plata. Ésta fue una sociedad en transformación, o mejor dicho en creación y transformación, y de aquí la existencia de una formación social con fuertes contradicciones en su interior y con más evidentes aún contradicciones entre la juridicidad formal y lo realmente existente.
Es por esto que, desde nuestro punto de vista caracterizamos a la sociedad rioplatense como naciente y, como todo lo naciente, dinámica y contradictoria. Pero esto no nos debe impedir ver las tendencias dominantes ni tampoco hacer de estas una absolutización que oculte la riqueza de lo existente en el periodo. Dentro de esta riqueza se encuentran las disputas por la tierra y entre formas de apropiación de la misma.
Nuestro trabajo abarca una región limitada del mundo dominado por Europa, en el periodo de las revoluciones burguesas y de nacimiento, acceso o consolidación como clase dominante y a la cabeza del Estado de esa la burguesía. Este fue el periodo clave de la transición del feudalismo hacia el capitalismo el del triunfo de los capitalistas. En América latina, como en todos lados fue un proceso de décadas y de conflictos. En nuestra región (el Río de la Plata) estos abarcarán un siglo, en otras partes de América no se concretó hasta el siglo XX.
En la etapa que nos interesa (la del Virreinato)  la característica principal de esta transición es que no parte de una formación social consolidada sino de una sociedad poco densa con condicionantes menos rígidos que en los núcleos centrales del imperio colonial ibérico. Por ello consideramos que no existía una determinación colonial que impusiera necesariamente una evolución latifundista de la sociedad rioplatense. Cada periodo histórico tiene sus encrucijadas y la competencia por la tierra en el Río de la Plata es una de ellas y la guerra de la independencia profundizará el conflicto.


Presentación del caso del conflicto judicial en zona del Tala y el Santa Lucia en la Banda Oriental

Veamos que nos dice en informe o “Relación de los individuos que se hallan poblando sin licencia la estancia de Su Majestad llamada El Tala y Santa Lucía y es comprensiva de la parte de la tierra que cada uno ocupa para sembrar y de los ganados que mantienen”.
Esta “relación” no es un censo y sus datos son limitados a lo expresado en su encabezado. De esta forma solo podemos inducir el conjunto de la organización productiva de los vecinos de la estancia a partir de la similitud con la organización típica de otros productores de la región en el mismo periodo y con una coincidencia en los datos mencionados.
Ninguno declara tener esclavos o al menos en el censo no se toma en cuenta. Considerando que los esclavos eran parte del patrimonio de una persona y que estos en general aparecían en los censos y en las sucesiones, podemos pensar que los censados no poseían esclavos.
Debemos hacer una excepción para el caso de Martínez. La fuente lo menciona como un caso especial, como el principal propietario en un grado que lo diferencia mucho del resto. Es evidente que el mencionado Martínez, debería necesitar trabajadores permanentes y que sabemos de la generalización de la esclavitud productiva en la campaña (aunque podríamos pensar alternativamente que fuera propietario absentista y que cuidara su ganado con la mano de obra de los demás campesinos cuando la necesitara). En este sentido, en consecuencia, no podemos afirmar que otros productores, sobre todo los medianos, no poseyeran esclavos ya que según las investigaciones recientes muchas veces productores relativamente pequeños accedían a la compra de alguno. Como tampoco que no contrataran peones ocasionalmente.
De esta forma el informe que incluye la fuente es bastante incompleto menciona el área sembrada por cada uno (menos Martínez) y la cantidad de grandes animales que poseen. Pero no si pertenecen a alguna “casta”, o si tienen algún otro tipo de  propiedad. Tampoco el tamaño del núcleo familiar o si contratan peones. Debemos inducir, como dijimos, por otros casos mejor documentados.
La estancia se encuentra poblada por 16 familias de muy diferente patrimonio. Diez de ellas aparecen en la fuente como poseedoras de bueyes. Mientras que para las 6 restantes en el ítem “boyada” aparece ganado vacuno. Nueve pobladores aparecen como responsables del cultivo de 5 o 6 cuadras de terreno (que parece ser la tenencia media). El resto no esta muy lejos ya que dos poseen 8 cuadras uno 10 cuadras, uno siete y el más pobre solo tres (con seis bueyes y diez caballos). Por la posesión de tierra solo se destacan un tal Rafael Casaravilla que posee veinticinco cuadras de terreno y además posee 400 cabezas de ganado vacuno, treinta caballos (la cifra más alta después de Martínez) y una manada de yeguas, lo que lo coloca como el más rico entre los campesinos.
Consideramos que es probable que el informante oficial haya establecido una división a su criterio sobre la actividad principal de los pobladores. Tendríamos de esta forma, diez campesinos labradores, cuya principal riqueza es la tierra cultivada y sus bueyes para ararla; y cinco campesinos pastores cuya principal riqueza es el ganado vacuno y las manadas de yeguas y caballos.
Mencionábamos a Rafael Casaravilla como el campesino más rico y lo hacíamos así porque además de 400 cabezas de ganado tenía 24 cuadras cultivadas y una manada de yeguas. Pero el informe menciona a otro vecino Don Isidoro López que posee 500 cabezas de ganada y además es acreedor del titulo de Don. Pero López no tiene yeguas y solo cultiva seis cuadras y media. Es el único Don además de Martínez, solo que a pesar de ser Don el informante virreinal lo incluye dentro de los pobres y no le otorga ningún  privilegio especial[46][47].
Como podemos ver los animales mencionados son caballos, yeguas, bueyes y vacunos. El ganado vacuno se utilizaba como alimento para la población local, abasto de la ciudad (Montevideo se encontraba cerca), y el cuero era el principal producto del mismo. La utilidad de los caballos y yeguas como animales de tiro y transporte era central en las inmensas regiones en que nos encontramos en las que había poca densidad de población y todo el mundo aspiraba a tener un caballo, el cual además era una herramienta de trabajo.
El detalle más interesante es el de los bueyes (que en la fuente aparece como distintivo para la diferencia entre agricultores y pastores). Estos eran animales de tiro para el arado de la tierra y para el transporte de carretas de larga distancia. En la fuente aparecen varios casos de una cantidad desproporcionada de bueyes para el terreno que el pequeño campesino cultiva: por ejemplo Leandro Ayala: tiene seis cuadras de terreno cercado y mantiene veinticuatro bueyes. Esto abona la idea de que el negocio de alquiler de bueyes era parte de la supervivencia de los campesinos. Entonces (siguiendo al pie de la letra nuestra fuente, podemos trazar la primera división: entre los que tienen bueyes y los que no.
Pero nos preguntamos si al ser este informe una muestra aproximada destinada a que la autoridad virreinal se haga una idea de la gente con la que tiene que lidiar, no sería posible de que en realidad los vecinos mas “ricos” (poseedores de ganado) que en la muestra aparecen con terrenos de laboreo también (salvo el mencionado Casaravilla estos pastores están también dentro de la media de 5 o 6 cuadras)  no poseería también bueyes, solo que como su actividad principal es el pastoreo de ganado no son puestos en la muestra. O, quizás, (y allí entraríamos en un  debate en torno a las relaciones de producción), estos vecinos que poseen muchos mas bueyes de los que en realidad utilizan no sería simples “agregados” que cultivan una pequeña parcela de tierra para su subsistencia y cumplen alguna tarea para un productor mayor. No podemos saber de acuerdo a los datos proporcionados por esta fuente donde pasta el ganado si en tierras reputadas propias o ajenas, o si existía conflicto entre los pequeños y el gran productor (ni tampoco si Martínez era productor directo). El conflicto del cual nuestra fuente es expresión se da entre la apropiación libre o semiespontánea[47][48] por parte de pequeños o grandes productores y el Estado colonial
Creemos, por otra parte, que es posible también que la no mención de bueyes se debiera a que al ser la ganadería mas lucrativa que la agricultura, los pastores no serían otra cosa que campesinos que por diferentes motivos lograron mayor solvencia y la capacidad de mantener una mayor cantidad de vacas y utilizar fuerza de trabajo externa, periódicamente, para explotarlas. De lo contrario parecería que los poseedores de vacas (el mismo Don Fernando Martínez entre ellos) en sus tierras no cultivaran ni una parcela y si lo hicieran debieran recurrir al alquiler de bueyes (o alguna otra obligación como hipotetizamos) a sus vecinos más pobres. Pero aún esta diferenciación no es tajante ya que Nicolás Rodríguez que es mencionado como pastor y no como labrador tiene solo 30 vacunos, cinco caballos y una manada de yeguas. En este sentido podemos ver los límites difusos de la especialización para determinar el grado de riqueza.
Otro detalle interesante es que todos poseen caballos en un número superior al necesario para el transporte personal y las variaciones no son muy grandes, salvo nuevamente en el caso de Martínez. Los pastores poseen tendencialmente más caballos (30, 30 28, 20, 12 y 5) Mientras que los labradores poseen en promedio menos (30, 12, 10, 10, 10, 10, 10, 5, 4). Pero y esto parece fundamental, solo algunos de los pastores y ningún labrador poseen yeguas. Tres poseen una manada de yeguas y Martínez seis. De los tres pastores con rebaño de yeguas uno de ellos es el pastor pobre que apenas posee 5 caballos y 30 vacunos; en ningún caso se menciona que los labradores posean yeguas.
Para el final hemos dejado a Don Fernando Martínez “individuo (que) ocupa la mayor parte de la estancia y mantiene dosmilquinientas cabezas de ganado bacuno, cien caballos y seis manadas de yeguas”. Evidentemente Martínez es mucho más rico que el resto tiene tantos vacunos como todo el resto sumados y cinco veces más que su inmediato seguidor Don Isidoro López. Posee seis manadas de yeguas y cien caballos. La relación no lo aclara pero suponemos que como especifica áreas sembradas cuando se habla de tierras ocupadas en todos los casos y no tierras de pastoreo, Martínez siembra (hace sembrar o permite que siembren) una cantidad de terreno que escapó a la simple observación del enviado virreinal.
Que sabemos de Fernando Martínez. Era juez en casos de tierras y cabildante de Montevideo en la década de 1770. Intervino en varios casos resonantes.  Fernando Martínez junto a Bruno Muñoz (apoderados del poderoso comerciante y terrateniente Melchor de Viana) había impugnado las pretensiones señoriales de Alzaibar. Como juez concederá en 1773 a Muñoz un gran latifundio en el norte.  Para 1776 denunciará para si los enormes territorios entre el Negro y el Yi.
Pero encontramos que el 6 de abril de 1778 los pobladores de la zona del Santa Lucía, El Tala, Vejiga, San Francisco, etc. “se oponían a María Francisca de Alzaibar viuda de Joaquín Viana quien con mano y poder absoluto pretendía adjudicarse todos los terrenos realengos de la zona”. Y el mismo año los pobladores vuelven a protestar ante la autoridad colonial contra Bruno Muñoz (testaferro de Viana)[48][49]. Es así como llegamos a focalizar una red de vinculaciones entre Alzibar, su hija, Bruno Muñoz, Viana y Martínez. Si bien en las fuentes consultadas por Lucía Sala, Martínez solo aparece como juez y cabildante, y denunciante de tierras en el norte; podemos ver en nuestra fuente que Fernando Martínez ocupaba la mayor parte de la tierras realengas investigadas por Olaguer en la jurisdicción de Montevideo (entre El Tala y el Santa Lucía donde ya había disputas relacionadas con Alzaibar en las que Martínez había intervenido como Juez) y que esto va en consonancia con las protestas que Sala descubre que los pobladores hacen contra Bruno Muñoz (relacionado con Martínez por intereses comunes) en la misma región por intentar apoderarse de tierras realengas. Como vemos aparecen dos fracciones de la Elite en disputa y en el medio un conjunto de campesinos. Una fracción señorial y otra que no lo es y que domina el cabildo de Montevideo, aunque ambas muy vinculadas entre si por redes parentales
¿Qué sería Martínez? La fuente no nos proporciona información del tamaño de la Estancia El Tala y Santa Lucía, lo que si sabemos es que ocupa “la mayor parte” o sea notoriamente más de la mitad (y verificamos que posee bastante más de la mitad de lo animales). Tampoco está claro cuanto de esa mayor parte es destinada al cultivo.
Lo que si está claro es que la fuente no menciona que posea bueyes, lo que desde nuestro punto de vista implicaría que el enviado virreinal consideró que su principal ocupación era la crianza de ganado. Siendo así (y ateniéndonos como única fuente de información a la que aquí transcribimos) estaríamos en la presencia de un hacendado que con 2500 cabezas de vacunos, seis manadas de yeguas y 100 caballos. Podría considerarse en la categoría de un pequeño entre los grandes, si solo explotara esta estancia. Además tiene una posición social claramente diferenciada del resto. Aunque es claro que para el caso de Martínez poseedor de tierras en otras regiones de la Banda y figura de la elite local, no hablamos de un hacendado menor sino de un pedroso miembro de la elite con fuertes vinculaciones, un gran terrateniente.
Ahora bien podemos agregar algunas precisiones. Una suerte de estancia es de unas dos leguas y media de fondo por media legua de frente, lo que corresponde a unas 2000 hs. No es que la estancia del Rey que estudiamos sea de esas dimensiones, puede ser mayor. Pero es una medida estimativa como para tener una idea de la superficie de que estamos hablando.  La estadística realizada por el enviado virreinal da cuenta de que la sumatoria de los vecinos (sin Martínez) ocupa para su uso (suponemos cultiva, tiene árboles frutales, corrales, quizás algún animal de granja, su casa, etc.) ciento once y media cuadras (una cuadra 129,90mt) unas 200 hs, poco para la cantidad de familias que hablamos, apenas el 10 por ciento del total, pero el informe dice que son "cuadras cultivadas" no que los campesinos no dispongas de otras tierras para su ganado ya que es sin dudas poco para el mantenimiento del ganado censado. Entonces el noventa por ciento correspondería a actividades de pastoreo en donde tendría preeminencia Martínez  propietario de la amplia mayoría del ganado vacuno y caballar (pero de ningún buey lo que nos indicaría que no cultiva la tierra al menos en forma directa)
Hasta aquí es lo que el informe o relación nos permite ver. Transcribimos su contenido para mayor precisión e ilustración de nuestras afirmaciones.
Fuente

Año 1792

Leg. 10 Nª 370

El subdelegado de Montevideo acompaña una relación sobre varias pobres familias que se hallan situadas sin conocimiento del gobierno en la Estancia del Rey llamada el Tala, y Santa Lucía, solicitando cada una arrendar, o comprar los terrenos.

Superintendente General Olaguer y Feliú

Relación de los individuos que se hallan poblando sin licencia la estancia de Su Majestad llamada El Tala y Santa Lucía y es comprensiva de la parte de la tierra que cada uno ocupa para sembrar y de los ganados que mantienen.

                                                                                                              Boyada   Caballada
Leandro Ayala: tiene seis cuadras de terreno cercado y mantiene
                         veiinticuatro bueyes y diez caballos…………………...24                10

Fernando Manrique: tiene cinco cuadras de terreno y mantiene seis
                         Bueyes y diez caballos…………………………………..6                10

Leoncio Ramírez: Tiene cinco cuadras de terreno cercado y man-
                          Tiene seis bueyes y cuatro caballos……………………..6                  4

Pedro López: Tiene siete cuadras en terreno y mantiene ocho bue-
                          yes y cinco caballos……………………………………..8                  5

Francisco de Ituarive: Tiene ocho cuadras de terreno y mantiene
                         catorce bueyes y treinta caballos………………………...14               30

Alonso Migas: tiene ocho cuadras de terreno y mantiene ocho bue-
                          yes y diez caballos………………………………………8                  10

Rafael Casaravilla: Tiene veinticinco cuadras de terreno y mantiene
                          Cuatrocientas cabezas de ganado bacuno, treinta
                          caballos y una manada de yeguas mansas……………400                   30

Don Isidoro López: Tiene seis cuadras y media de terreno y man-
                          Tiene quinientas cabezas de ganado bacuno y tein-
                           ta caballos……………………………………………500                   30

Nicolás Rodríguez tiene cinco cuadras de terreno y mantiene
                          treinta cabezas de ganado bacuno, cinco caba-
                          llos y una manada de yeguas…………………………..30                    5

Don Fernando Martínez: Este individuo ocupa la mayor parte de
                          La estancia y mantiene dosmilquinientas cabez-
                          as de ganado bacuno, cien caballos y seis manadas
                         de yeguas………………………………………………2500              100

Matías Villagra: Tiene diez cuadras de terreno y mantiene
                           cuatro bueyes y doce caballos……………………………4               12

Luis de Mendieta: tiene cinco cuadras de terreno y mantiene tres-
                           cientas cabezas de ganado bacuno, veintiocho
                           caballos y una manada de yeguas………………………300               28

Feliciano Pena: Tiene seis cuadras de terreno y mantiene ciento
                           cincuenta cabezas de ganado bacuno y veinte
                           caballos…………………………………………………150               20

José Benitez: Tiene tres cuadras de terreno y mantiene seis bue-
                          yes y diez caballos………………………………………….6              10

Cosme García: Tiene seis cuadras de terreno cercado y mantiene
                          Doscientas cabezas de ganado y doce caballos…………200              12


Juan de Terra: Tiene seis cuadras de terreno cercadas y mantie-
                        ne diez bueyes e igual número de caballos…………………10              10

Montevideo 6 de Mayo de 1792
Antonio Olaguer y Feliú

Veamos ahora que nos dice el informe subsiguiente.

En la estancia del rey llamada El Tala y Santa Lucía se establecieron hace ya tiempo, sin licencia, ni conocimiento de este gobierno algunos pobres, que ocupando pequeñas porciones de terreno de mantienen unos sembrando otros comerciando ganado en los términos que manifiesta la adjunta relación, a excepción de don Fernando Martínez vecino de s ciudad , que tiene la mayor parte de la estancia ocupada de modo que expresé a usted con fecha del 14 de septiembre del año pasado de 91, en cuanto el informe, y se sirvió usted pedirme contar el 19 de julio del mismo año.
            En cuanto al expresado Martínez no he tomado providencia alguna esperaría la determinación de usted, pero en cuanto de los demás que se mantienen en aquel paraje sin licencia alguna, los llamé a mediados del año pasado intimándoles, que para no causarles perjuicio cojieren sus sementeras porque las tenían, y que todos buscares donde establecerse pues a fin de año deberían dejar libre la estancia del Rey, que ocupaban ilegítimamente; llegó el término dado y pasados también los meses de enero febrero y marzo de este año, les hice intimar que salieran de aquellos terrenos en término de 15 dias, pues de lo contrario se les echaría por la fuerza. En ese caso han acudido todos, exponiéndome sus crecidas familias y que de llevarse adelante la providencia dada se verían en la precisión de mendigar, y piden arrendar o comprar al Rey la porción de terreno que cada uno tiene  a preciado su valor en forma de una solicitud teniendo presente que termina sin decidir el citado informe que di a usted, tratándose de una denuncia me ha parecido conveniente suspender toda providencia poniendo en noticia de usted para su suprema determinación.

Nuestro Señor que a usted m. a.

Montevideo 6 de mayo de 1792

Excelentísimo Señor

Olaguer y Feliú

Cuadro estadístico comparativo


bueyes
ganado vacuno
caballos
manadas de yeguas
cuadras cultivadas
existencia de cerco
Leandro Ayala
24

10

6
si
Fernando Manrique
6

10

5
si
Leoncio Ramírez
6

4

5
no
Pedro López
8

10

7
no
Francisco de Iturrive
14

30

8
no
Alonso Migas
8

10

8
no
Rafael Casaravilla
400
30
1
25
no
Don Isidoro López
500
30

6 1/2
no
Nicolás Rodríguez
30
5
1
5
no
Don Fernando Martínez
2500
100
6

no
Matías Villagra
4

12

10
no
Luis Mendieta
300
28
1
5
no
Feliciano Peña
150
20

6
no
José Benítez
6

10

3
si
Cosme García
200
12

6
si
Juan de Terra
10

10

6
si

Lo primero que vemos es que se encuentran asentados en tierras realengas (algo así como tierras fiscales). O sea parece que el asentamiento no debería contar con oposición ni disputa por parte de otros productores ricos que se considerasen con derechos sobre el mismo (aunque hay datos sobre la preocupación de los propietarios mayores con la extensión de vecindarios en las proximidades de sus tierras). El informante reconoce que las personas se encuentran en esa estancia “hace ya tiempo” lo que en la práctica significa que han hecho su vida allí durante años sin oposición (suponemos que desde épocas del virrey Vétriz), pero “sin licencia ni conocimiento de este gobierno”, como en general era la situación de miles de familias campesinas (pastoras o labradoras) de la Banda Oriental o la Provincia de Buenos Aires.
 El informante hace una distinción clara de los oficios de los pobladores asentados entre  los que “ocupando pequeñas porciones de terreno de mantienen unos sembrando otros comerciando ganado en los términos que manifiesta la adjunta relación”. O sea que, tal como nos presenta Garavaglia, entre la población campesina pobre (para los cánones de la época que no incluyen solo fortuna económica sino también status social) se podía identificar (y de hecho se identificaba como presenta este informe y la “adjunta relación”) la existencia de labradores con una especificidad en el cultivo de tierra y pastores con una especialización en el comercio de ganado.
El informante parece dividir bien claramente a los pobladores en dos grupos con oficios bien diferentes. Esto también se puede ver en la relación donde para los cultivadores en el rubro “boyada” hay precisamente bueyes, mientras que para los pastores en el rubro boyada hay ganado vacuno. Pero tal como hipotetizamos en los párrafos anteriores y surge de otras investigaciones, censos y otras fuentes, creemos que los labradores podían poseer algunos vacunos como los pastores cultivar algunas cuadras de tierra. El informante en la relación presenta cuadras de tierra cultivadas por todos los pobladores asentados tanto por los que principalmente siembran como por los que comercian ganado.
Siguiendo el análisis de la fuente observamos que Don Fernando Martínez posee la mayor parte de la estancia en tierras y ganados. Esto es tomado por el informante como un dato mayor que hace que el mencionado Martínez merezca un trato diferencial por parte de las autoridades virreinales. Este hacendado, evidentemente, es de una condición social diferente al resto. No es considerado dentro de las mismas reglas legales que le corresponderían a los demás pobladores ya que  la fuente dice que “en cuanto al expresado Martínez no he tomado providencia alguna esperaría la determinación de usted”. O sea la justicia virreinal, de antiguo régimen, sigue siendo claramente diferenciada acorde al status de la persona en cuestión. La causa que avanza tiene como partes a las autoridades virreinales por un lado, a 15 pobladores por otro y a Martínez por otro diferente con el propio Olaguer atendiendo el tema, aunque es claro que todos se encuentran inicialmente en la misma situación si lo vemos con los parámetros de la modernidad.
El propio informante nos deja bien claras las consecuencias de esta diferencia ya que “en cuanto de los demás que se mantienen en aquel paraje sin licencia alguna, los llamé a mediados del año pasado intimándoles, que para no causarles perjuicio cojieren sus sementeras porque las tenían, y que todos buscares donde establecerse pues a fin de año deberían dejar libre la estancia del Rey, que ocupaban ilegítimamente”.
Como era de esperar en estos casos los pobladores no abandonaron el lugar ya que con el paso de los meses se les intima a irse o atenerse a ser expulsados por la fuerza. Pero en esta situación los pobladores (no Martínez) se presentan “exponiéndome sus crecidas familias y que de llevarse adelante la providencia dada se verían en la precisión de mendigar, y xxxx arrendar o comprar al Rey la porción de terreno que cada uno tiene”. Pobladores pobres pero en condición de arrendar o comprar, y una autoridad en condiciones de considerar la propuesta, ya que el informante propone a Olaguer “me ha parecido conveniente suspender toda providencia poniendo en noticia de usted para su suprema determinación”.
La autoridad virreinal no parece tan inflexible en este caso. Teniendo en cuenta que la Banda Oriental era tierra de mayor concentración y que según diversos autores las denuncias de latifundistas terminaban frecuentemente en la expulsión (como en el caso similar de los Betlemitas presentado por Calos Mayo) o subordinación, la causa, en esta instancia, parece favorable a los pobladores.
Debemos igualmente hacer una salvedad: nuestra fuente solo presenta una situación intermedia, la causa tiene otras instancias anteriores y posteriores (en las que se resuelve el tema) de las cuales no disponemos.

Es hora de que veamos el caso de Don Fernando Martínez mas allá de lo que se deduce directamente de nuestra fuente. Según el minucioso estudio de Lucia Sala, Nelson de la Torre y Julio Rodríguez Evolución económica de la Banda Oriental sobre la evolución de la propiedad rural durante el periodo colonial y la revolución, Martínez no era ni un pequeño ni un mediano hacendado, sino uno de los aspirantes a terrateniente más importantes de la BO.
Hacia 1780 Martínez denunció o compró enormes territorios que abarcan el triángulo entre el Río Yi el Negro y la cuchilla central. Si bien parte de estos terrenos fueron entregados a otros aspirantes a grandes propietarios, la mayoría del territorio mencionado quedó para Martínez y a su muerte los documentos sucesorios muestran la presencia de numerosos campesinos en sus posesiones algunos sometidos a arrendamiento formal y otros no.
Sabemos que muchos grandes denunciantes de tierras pretendieron transformarse en señores hacendados de tipo semifeudal, también sabemos que esto no fue permitido por la corona, aunque el régimen de propiedad con el que fue modelándose la campaña oriental favoreció el latifundio por sobre la pequeña y mediana propiedad. También sabemos que durante el periodo de Vertiz se impulsó la creación de villas de campesinos en la campaña pero que la presión de la elite frenó el otorgamiento de títulos definitivos y esto produjo muchos conflictos posteriores. Esto no significa que muy numerosos pequeños poseedores incluso progresaran en condiciones de precariedad jurídica y con periódicas amenazas de expulsión o sometimiento al pago de arriendo a algún lejano y arribista denunciante de tierras[49][50].
Pero nuestra fuente no habla de los grandes territorios que Martínez pretendía y obtuvo al norte del Yi, sino de un triángulo mucho más pequeño entre el Río Santa Lucía y el arroyo El Tala, cercano a Montevideo. En este rincón realengo nuestra fuente testimonia que el hacendado también poseía tierras y ganados y esto no aparece mencionado en el libro de Sala. Así cobra más claridad el por que del tan notorio trato diferencial de la autoridad virreinal hacia Don Fernando Martínez. Sala trabajó con fuentes en el Uruguay actual mientras que el testimonio de disputa que nosotros trabajamos se encuentra el AGN de Buenos Aires. Este también es un dato a tener en cuenta ya que puede implicar que la resolución del tema quizás haya pasado a la máxima autoridad virreinal.

Pero ¿Qué fue lo que pasó finalmente en esta estancia realenga? En el trabajo de Sala cuando estudia ese paraje no menciona la presencia de ninguna disputa que tenga como protagonista a Martínez. Por el contrario este “rincón realengo” sigue apareciendo como tal en los dos años, 1780 y 1811, que (como una fotografía) nos muestra Sala en sus mapas, para ejemplificar la evolución de la tenencia de la tierra. Es más, hacia 1811 la estancia de nuestra fuente ha sido permutada por las autoridades a Don Ambrosio Mitre (padre de Bartolomé Mitre y uno de los primeros pobladores de la Banda Oriental que perteneció a los estamentos privilegiados y era propietario de otras estancias en la zona del Santa Lucía) por otra estancia en la zona del pueblo de San Juan Bautista. No hay mención a los pobladores ni mucho menos a Martínez (ya muerto). Pero nuestro famoso Bartolomé Mitre se llamaba Bartolomé Mitre Martínez, hijo del oriental Ambrosio Mitre Campos y la porteña Josefa Martinez Wetherthon nacida en 1800. Que a su vez era hija de Ignacio Martínez del Couto nacido en Cadiz en 1755. cabe desde nuestro lugar inducir un parentezco entre Fernando Martínez e Ignacio Martínez, que pudo ha haber llevado a Ambrosio MItre a la propiedad de la estancia del Tala al casarse con su hija. Y eso nos puede permitir inducir que las tierras fueron concedidas a Martínez y que los campesinos no fueron desalojados sino que de alguna forma se les permitió seguir alli, aunque precariamente.
Sabremos que estas y otras tierras realengas no se encontraban vacías, mucho menos en una zona como la nuestra, cercana a Montevideo. Que estas tierras eran objeto de múltiples intentos de apropiación con dos extremos destacados. Por un lado campesinos que se asentaban a cultivar la tierra o explotar ganado en cantidades modestas; y por otro grandes denunciantes que buscaban una especie de dominio eminente sobre la tierra sin un asentamiento concreto ni organización directa de la producción. Cuando nos acercamos más al siglo XIX aparece con más asiduidad la estancia como unidad productiva organizada con sus mayordomos, peones, agregados, etc. por sobre las enormes tierras descuidadas de las décadas anteriores. Las grandes denuncias de Martínez en el norte se ubican la categoría de latifundista asentista, mientras que las posesiones de los 15 restantes pobladores dentro de la primera. 
Ahora bien no era claro el estatuto de las tierras que Martínez ocupaba en esta estancia, sobre todo teniendo en cuenta que se encuentran lejos de sus principales dominios y además no vuelven a ser mencionadas como propias sino como realengas. Pero podemos inducir que les fueron concedidas por el Virrey si es que asumimos el parentesco entre Mitre y Martínez.

En conclusión, nuestra fuente nos permite observar como una foto una situación de la campaña rioplatense que fue una variante más de la repetida disputa por la tenencia de la tierra y por su definición jurídica, en un territorio de reciente apropiación en el que nadie podía aducir derechos consetudinarios. En relación con el contexto y otras investigaciones del periodo hemos visto diferentes vías por las cuales estos pobladores pudieron llegar a ese pago, como también hemos descripto la evolución de la frontera agraria y las formas e explotación de la tierra en la región. Enmarcamos nuestras hipótesis dentro de una tesis general: la de un territorio de reciente apropiación con relaciones de producción varias y no consolidadas. Tesis que se relaciona con otra aún mas general, que presentamos para pensar el desarrollo de las décadas siguientes y la forma específica de conflicto social relacionado con la ruptura del orden colonial: la de encontrar las bases de la lucha de clases desarrollada a partir de la independencia en el marco de la revolución de mayo.


   
Guillermo Martín Caviasca 2014



[1] Creemos que la diferente segmentación social existente en diferentes épocas históricas tiene una misma naturaleza relacionada con el acceso a los recursos disponibles para la sociedad humana acorde a su grado de desarrollo. Plantea Pierre Vilar, “No creo en las diferencias de naturaleza entre las sociedades de ordenes (incluso de castas) y las sociedades de clases. Sus diferencias se encuentran en el nivel de cristalización jurídica (o consuetudinaria o mística) de las relaciones de función” Vilar, Pierre, Iniciación al vocabulario del análisis histórico Barcelona, Crítica, 1982, pag125.
[2] Vilar, Pierre, Iniciación al vocabulario del análisis histórico Barcelona, Crítica, 1982. Pag. 121-122.
[3] La Orden inicialmente dejaba establecido el carácter provisorio de dicho Virreinato: “por todo el tiempo que V. E. se mantenga en esta expedición militar” se refiera a la expedición encabezada por Cevallos destinada a expulsar a los portugueses de la BO y Río Grande. Además de las instrucciones de carácter netamente militar, la Orden contenía prescripciones relativas a la política económica, como el fomento de los recursos naturales, en especial lino y cáñamo, y hacer trabajar a los indios en dichas labores. Al año siguiente, Cevallos es llamado a retomar su cargo de capitán general en Madrid y en su lugar es designado como virrey Juan José de Vértiz y Salcedo para ejercer la autoridad del virreinato, establecido ya con carácter permanente. En 1782, el Virreinato es subdividido en ocho Intendencias y cuatro provincias, éstas últimas subordinadas en territorios fronterizos. Una de estas provincias es la de Montevideo, la cual abarcaba la actual República Oriental del Uruguay y territorios aledaños que se extienden a jurisdicciones hoy pertenecientes al Estado de Río Grande do Sul en Brasil. Vertiz es considerado un virrey ilustrado. Fomento en su gobierno múltiples poblamientos en Entre Ríos, la BO y la Patagonia entre los más conocidos.
[4] En realidad el “Reglamento de libre comercio” era la habilitación de un mayor número de puertos americanos (entre ellos Buenos Aires) y de puertos españoles.
[5] Si bien es cierto que durante los primeros tiempos, también en Buenos Aires, se repartieron indios entre los españoles y que se intentó regularizar la provisión de mano de obra indígena, las características de la población aborigen local impidió la conformación de una base servil o de mano de obra forzada estable.
[6] Entre 1698 y 1703 cargaron de cueros 52 navíos. En Lucia Sala y otros op cit. El primer asentamiento de la zona fue probablemente una reducción franciscana el 4 de junio de 1624 emplazado originalmente en la isla del Vizcaíno, en la confluencia de los ríos Negro y Uruguay, con el nombre de Santo Domingo Soriano, constituye el asentamiento más antiguo europeo en suelo uruguayo, precediendo en la fundación a Colonia del Sacramento por más de cincuenta años. Hubo una serie de sitios de asentamiento español durante el siglo XVI que no merecen el nombre de pueblos y fueron efímeros. Estos fueron el Fortín de San Lázaro (7 de abril de 1527 - octubre de 1530), Puerto de San Salvador (mayo de 1527- octubre de 1530), la Villa de San Juan (1552 - 1553), fortín de la isla San Gabriel (1573 - 1576) y la Ciudad Zaratina de San Salvador (30 de mayo de 1574 - 20 de julio de 1577), en el mismo sitio del efímero puerto homónimo anteriormente abandonado. En 1708 Soriano se instaló en su emplazamiento definitivo, en la margen izquierda del río Negro, cerca de su desembocadura en el río Uruguay. En 21 de mayo de 1802, el rey Carlos IV de España le confirió el rango de "Villa", perdiendo la categoría de pueblo de indios.
[7] Ver: Pereda (1938), pag 188-218; en Pivel Devoto op. cit.. y Guillermo Wilde   “Orden y ambigüedad en la formación territorial de Río de la Plata a fines del siglo XVIII”, Universidad de Buenos Aires 2007


[8] Ver Lucía Sala op. cit.
[9] La existencia de una casa de adobe con un poblador con residencia como vecino en Buenos Aires y la instalación de un fuerte con guarnición militar desde el 24 no hacen la existencia de ciudad.
[10] Continua el documento del futuro Cabildo de Montevideo: “Pero dicho Sr. Zabala invitó al Cabildo y pueblo de Buenos Aires pa [sic] con el objeto de anticiparse a la nueva población con los vecinos que se hallaban errantes, (sin terreno que cultivar, lo que se verificó a costa de todo el vecindario de Buenos Aires, contribuyendo con barcos, vívere v demás cosas necesarias para establecerse tisicl. -- Habiendo sido el número de que concurrieron de dicha capital y con anticipación a los ofrecidos por S.M.” Actas del Cabildo de Montevideo en Apoland, Juan Alejandro Génesis de la familia uruguaya 1975 Montevideo.
[11] Esta política de la corona era parte de una idea integral para la región que incluía dos líneas de acción, una política y otra social. Desde el plano político la corona impulso la creación de poblaciones y bases en toda la región del Atlántico Sur. A la ya mencionada de Montevideo, debe agregarse para la misma época el plan de asentamiento en la Patagonia. Este plan es simultáneo al de la Banda Oriental y consistía en la fundación de pueblos y fuertes. Fue impulsado por el reformista Conde de Floridablanca, Ministro de Indias del rey Carlos III de España, propuso fundar dos poblaciones y dos fuertes subordinados a ellas en la costa atlántica patagónica, una población en la Bahía Sin Fondo y otra en la Bahía San Julián. De la primera dependería un fuerte en la desembocadura del río Colorado y de la segunda un fuerte en la desembocadura del río Deseado. Los establecimientos serían poblados por colonos procedentes de Galicia, Asturias, Castilla y León. . El primer contingente de 22 colonos partió de España en octubre de 1778 rumbo a Montevideo. En diciembre se embarcaron 122 colonos más. Como consecuencia de este impulso se creó una base en las Islas Malvinas, se fundó en puerto y pueblo de Carmen de Patagones (31 de junio de 1779) , una base y fuerte en la bahía de San José y se fundó un asentamiento en San Julián el 19 de abril de 1780 (fuerte y pueblo de Floridablanca). Finalmente en 1790 se instaló un fuerte para apoyo a la caza de ballenas en la desembocadura del Río Deseado que fue abandonado en 1807. Durante el período 1778-1784 llegaron al Río de la Plata 2.028 personas procedentes de las provincias de Galicia, Asturias, Castilla y León, destinadas a las poblaciones recién erigidas. La única de las cuatro colonias que subsistió fue la del Río Negro, hoy ciudad de Carmen de Patagones. El 1 de agosto de 1783, el rey Carlos III de España, dictó una Real Orden decidiendo abandonar los establecimientos patagónicos ya que le resultaban muy onerosos en momentos de guerra con Inglaterra y de la insurrección de Tupac Amaru. Las colonias fueron finalmente abandonadas en 1784. Salvo el fuerte San José en la bahía del mismo nombre que subsistió hasta octubre de 1810 fecha en que un malón indígena y la atención a las guerras de la independencia obligaron a abandonarlo. []
[12] El Conde de Floridablanca, Ministro de Indias del rey Carlos III de España dictó las políticas centrales por esos años.
[13] Apoland, Juan Alejandro, op. cit. Buenos Aires, 29 de octubre de 1725 carta de Dn. Bruno de Zabala al Rey de España.

[14] Un poblamiento típico de la época del Virrey Vertiz es descrito de la siguiente forma: a fines de mayo de 1783 partió de la ciudad de Montevideo una expedición con el propósito de fundar un centro poblado a orillas del arroyo “San Joseph”; según el decreto firmado por el Virrey. El grupo llegó comandado por el Capitán de Dragones don Eusebio Vidal; 29 carretas, 204 indios y 40 cabezas de familias pobladoras de origen asturiano. Llegaron al lugar elegido, el 1° de junio de 1783, se establecieron en el mismo en busca de bienestar y progreso. No fueron fáciles los primeros años de afincamiento pues los hacendados vecinos estaban molestos por la extensión inminente de dicha población. La repetición de conflictos entre hacendados y pequeños pobladores fue constante.
[15] Como el caso de la disputa de los Betlehemitas en Rosario del Colla.
[16] Ver Lucia Sala y otros. Op. cit. Por ejemplo entre 1772 existían en la región del Santa Lucía una serie de estancias cuyos dueños oficiales eran el teniente Antonio Hernández, Tomás  Barragán, Bartolomé y Felipe Pérez de Sosa, Francisco Cabrera y por último la estancia del capitán Antonio Camejo, todos estos enormes hacendados o funcionarios de la época. Mientras que numerosas familias trabajaban la tierra directamente si derechos legales. En Carlos Mayo Los Betlehemitas… (ya citado) podemos también ver que en la disputa en  El Colla los pobladores aducen los bandos de Vertiz.
[17] Según algunos historiadores (González Rissotto y Rodríguez, 1990, 1991)  esta inmigración guaraní-misionera se ha producido de acuerdo a tres modalidades.  En primer lugar, escapes de individuos aislados o pequeños grupos, relacionados con las diferentes actividades generadas por la explotación de ganado durante los siglos XVII y XVIII.  En segundo lugar,  los traslados masivos de indígenas  efectuados para ser utilizados en tareas civiles y militares, ocupando parte del siglo XVII y casi todo el XVIII. (González Risotto y Rodríguez, 1990)  Por último,  ya finalizando el siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX,  asentamientos masivos producidos por el abandono voluntario de otros lugares de ocupación. (Cabrera y Curbelo, 1988) Dentro de las características de estos últimos se incluye la numerosa masa de individuos que se traslada con el General Rivera desde las Misiones en 1828-29

[18] Francisco de Alazibar era un poderoso comerciante peninsular que obtuvo derechos casi exclusivos de comercio luego de la fundación de Montevideo y que trajo en sus buques a los primeros colonos españoles. Cuando murió decía haber obtenido de la corona el titulo de Marqués de Montevideo y una serie de prerrogativas que lo hacían señor de la región.
[19] Aunque debe anotarse que el grado de masculinidad de la campaña era muy fuere, habiendo en ella muchos hombres solos solteros
[20] La sociedad burguesa moderna se caracteriza por una serie de diferencias respecto de la sociedad medieval: separación entre función pública y privada, ejército profesional nacional, separación entre la renta de la clase dominante y la fiscalidad del Estado, separación de la iglesia del estado, etc.
[21] En algunas fuentes podemos verificar conflictos entre el alcalde de la hermandad como hombre de la elite local y ligado en forma inmediata a sus intereses y el jefe de las fuerzas regulares dependiente directamente del poder central.
[22] Gelman, Juan, De mercachifle a gran comerciante
[23] Moutouquias Zacarias, “Redes personales y autoridad colonial” Bs. As., Ficha de cátedra Historia de América II, 1992.
[24] Azcuy Ameghino, Eduardo, La otra historia, Bs. As. Imago Mundi, 2002.
[25] No solo jurídicamente libres, sino también en muchos casos reconocidos como blancos.
[26] En este sentido para el caso de un núcleo español en América, como fue México, nos remitimos a la introducción del estudio de Chevalier ya mencionado. Esta categoría de hacienda “Señorial” responde en forma armónica a la realidad americana. Sin duda los sostenedores de la tesis feudalista no dudarían en calificad de feudal a la hacienda señorial de Chevalier que concentraba justicia, milicia y poder sobre hombres y sus bienes.  Igualmente debemos aclarar que las estancias rioplatenses no alcanzaron el nivel de señorío de sus pares mexicanas, además de que su principal función económica se relacionaba con el mercado mundial a diferencias de las mexicanas.
[27] En este caso usamos la calificación de libre en el sentido que Marx le dio en El capital: como sin posibilidades de reproducirse de otra forma que no sea vendiendo su fuerza de trabajo, en una sociedad donde la compulsión extraeconómica ya no es el elemento central para la extracción del excedente.
[28] Referencia a Eric Hobsbawn en Tompson, E. P. Tradición revuelta y conciencia de clase, Barcelona, Crítica. Pag. 36

[29] Por ejemplo la categoría “vecino” esta en plena vigencia en nuestro periodo y sus connotaciones son claramente precapitalistas con toda su carga de pertenencia a un cuerpo colectivo con derechos, deberes patrimonio y formas tradicionalmente legitimadas. Ver. Cansanello, Orestes Carlos; De súbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales Bonaerenses entre el antiguo régimen y la modernidad. Boletín del Instituto Ravigniani 1995.

[30] Chevalier, Francois, La formación de los latifundios en México. Haciendas y sociedad en los siglos XVI, XVII y XVIII, Mexico, FCE, 1999. En esta edición Chevalier actualiza su trabajo sobre los latifundios mexicanos, respondiendo a las críticas y debates posteriores a la primera versión del libro. Aclara su hipótesis sobre las relaciones de producción en la sociedad mexicana colonial definiendo la categoría “señorial” como diferencias de “feudal”. Hacia el final del libro introduce una ponencia en el mismo sentido; en ella vincula las haciendas mexicanas con el “gran dominio” romano tardoantiguo (y prefeudal).
[31] Para un resumen didáctico (desde una perspectiva marxista) de las características de las relaciones de producción americanas en la época de la independencia ver Kossok, Manfred. “El contenido burgués de las revoluciones de independencia en América Latina”, en Revista Americana de Ciencias Sociales n 13, Mexico DF, 1984. Para el caso mexicano ver la actualización de la obra clásica de Chevalier, Francois, La formación de los latifundios en México, op. cit.
[32] Ver Tulio Halperin Dongui, Revolución y Guerra cap I
[33] Pierre Vilar, en el trabajo ya mencionado, alerta a cerca de las diferenciaciones internas que no muestran las estadísticas, por ejemplo en los gremios o en nuestra región la advertencia de Cansanelo sobre la polivalencia del término vecino, hacendado o estancia.
[34] Confirmando nuestra recategorización Garavaglia mismo nos dice que es difícil encontrar la línea demarcatoria entre labradores y pastores, como también es difícil encontrarla entre hacendados y agricultores.
[35] Fradkin op.cit. esta tomado de las memoria de Pedro Agrelo integrante de la comisión especial de justicia que se organizó en 1812.
[36] Cansanello, Orestes Carlos, “De súbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales Bonaerenses entre el antiguo régimen y la modernidad. Boletín del Instituto Ravigniani 1995.
[37] Disponemos de otra fuente en estudio, en ella se presenta un pleito entre vecinos asentados en las tierras realengas de El Tala y Santa Lucía. Estos vecinos perteneces a diferentes estratos de productores rurales, desde pequeños labradores hasta un mediano hacendado. En este caso es el Estado virreinal el que los intima a regularizar su situación. AGN. Judiciales 36-2-2.  También en el mismo sentido la disputa entre la orden Betlehemita y los pobladores de Rosario del Colla estudiada por Calos mayo en relación con la historia de la Orden, desde otro ángulo de observación esa misma fuente también abona nuestra hipótesis.
[38] En general los estudios de resistencia de las clases subalternas nos remiten a “rebeldes sociales” o gestos culturales de insubordinación, o temores de la elite local respecto de esa masa inferior. Un tema de este tipo puede verse en.: Fuce, Pablo, “Trasgresión y control social. Gauchos y vecinos en Colonia del Sacramento a fines del siglo XVIII”, En Tiempos Modernos Florida, Uruguay, 2005
[39] Una aproximación a la politización de la campaña en la época de las guerras de la independencia puede verse en Raúl O. Fradkin “Bandolerismo y politización de la población rural de Buenos Aires tras la crisis de la independencia (1815-1830)” Revista Nuevo Mundo Mundos Nuevos Debates, 2005.
[40] Op. cit. Pag. 36-37
[41] Recién en el periodo independentista podemos ver movilizaciones de las clases subalternas del campo. Discutir el grado de independencia de las mismas en tanto expresiones de clase es una discusión externa a este trabajo. Que abordamos en otro estudio en elaboración.
[42] No solo frente a los pequeños productores sino también frente a la burocracia colonial.
[43] Originalmente se distribuyeron encomiendas de indios y fracasaron. La forma española de ocupación del espacio se fue amoldando a las características del mismo.
[44] Este debate se puede seguir a nivel de la historia rural de la Banda Oriental en: Juan E. Pivel Devoto, Raíces coloniales de la Revolución Oriental de 1811, Montevideo, 1952.  José Pedro Barrán y Baltasar Nahum, Historia rural del Uruguay Moderno, t. 1, 1851-1885, Montevideo, 1967,págs. 192-200.  Lucía Sala de Touron, Nelson de la Torre, JuIle C. Rodríguez, Evolución económica de la Banda Oriental, Montevideo> 1967, y también en Estructura económico-social de la Colonia Montevideo, 1967.
[45] Ver Ansaldi, Waldo. Goldman Noemí, Spilimbergo Jorge, etc
[46] Afirmación clara en Sala de Touron, Pivel Devoto y otros orientalistas, pero aceptada como in indicio a confirmar por investigadores mas recientes como Garavaglia o Gelman.
[47] Quizás, y solo a modo de hipótesis, podemos pensar en que el titulo de Don se deba a que desciende de los primeros pobladores de la Banda. En las resoluciones de poblamiento se recompensaba a las personas que aceptaran asentarse en la banda oriental con un Don antes de su apellido. No todos los pobladores iniciales alcanzaron a ser terratenientes o comerciantes y es probable que sus descendientes estuvieran en una situación similar en lo económico que el resto del pueblo llano libre.
[48] Decimos semiespontánea porque n muchos casos documentados los pequeños tenentes se habían asentado amparados en políticas de poblamiento o promesas no cumplidas de las autoridades ilustradas.
[49] Lucia Sala, op. cit.
[50] Las condiciones de subordinación de la población rural se puede dar de diferentes formas. Entre un poderoso terrateniente con vínculos políticos y comerciales y un campesino y peón existen formas de subordinación varias que van desde diferentes formas de aparcería y agregamiento a deudas, trabajo obligatorio o pago especie. Lo que creemos es que la constitución de lo que a decir de Francois Chevalier es una clase señorial no llego a ser la característica de los hacendados orientales.



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