Articulo periodístico para la CGT de Valencia
Vivimos un
mes donde el desconcierto por el inesperado escenario del triunfo de la derecha
neoliberal moderna colocó a la mayoría de las organizaciones populares y la
militancia en la necesidad de revisar sus planes y sus ideas para el tiempo
presente. Esto generó una situación complicada con poca o nula resistencia
donde el macrismo avanza en sus ideas fundamentales promercado con suma
rapidez.
Esta
velocidad es lógica ya que el PRO no dispone de suficiente consenso popular
para un plan extremo como el que se manifiesta y por lo tanto aprovecha el
desconcierto y la impunidad de las primeras semanas de gobierno. Su consenso es
“antiK” más que neoliberal. Por ello debe realizar estas medidas en “cascada”
sin que sus efectos lleguen a notarse. Algunas, como la vuelta al sistema
tradicional de la deuda y la vuelta a la desnacionalización petrolera (es de
destacar que el K nacionalizó solo un 30% del petróleo) por ejemplo, tendrán
efecto negativos estructurales para la soberanía y el bienestar de la mayoría
de la población pero en un mediano plazo.
Pero otras
medidas como las que afectan al consumo popular, los salarios y la estabilidad
laboral tienen efectos inmediatos y pueden hacer que el consenso antiK sea
insuficiente si el tiempo pasa y sus efectos se notan. Por ello lanza esta
“ofensiva relámpago” para conseguir implementar las medidas fundamentales antes
que su capacidad de avance se agote o la resistencia en algún punto lo obligue
a detenerse.
Aprovecha
además, tres elementos. El verano (la población se encuentra mas “relajada”, la
militancia de vacaciones), la tibieza de la única corriente masiva en
condiciones de movilizar (el K) y la división y degradación política de una
parte sustancial de la dirigencia sindical.
Sin embargo
evaluamos que desde la fuerza social de la clase obrera organizada
sindicalmente, (con sus dirigentes tradicionales) seria la única opción en el
corto plazo para que surjan algunas acciones en condiciones de hacerle ruido a
la ofensiva macrista. Recordemos la afirmación brutal de Prat Gay (ministro de
economía) sobre de que los sindicalistas debían elegir entre despidos y caída
salarial (digna de Martínez de Hoz superministro de la dictadura)
La velocidad
de la ofensiva parece ser justamente una estratega que tiene en cuenta la
debilidad relativa del consenso numérico de su plan a nivel popular, pero la
fortaleza real de los grupos con poder económico, político, financiero y
espacios de gobernabilidad del estado (como el poder judicial) para darle apoyo
y “blindaje” inicial.
Evaluación
de las relaciones de fuerzas al interior del campo popular
Podríamos
pensar en el terreno político que solo existen tres fuerzas con base social en
este momento.
El K de
Cristina. Que manifestó importante vitalidad después de la primera vuelta en la
campaña por el balotaje y en el gran acto masivo posterior a la derrota. Es una
fuerza compuesta por individuos principalmente de clase media baja (aunque no
solo de ellas). Pero tiene el limite de no ser una fuerza social organizada, es
una militancia de consenso, pacífica, destinada hasta éste momento a generar
escenarios masivos que sean la escenificación de posiciones políticas de los
dirigentes K, Aparecen como individuos fragmentados y sin una ética militante
de lucha y sacrificio organizativo. Su potencialidad esta pensada para mantener
una corriente de oposición K que sea el consenso de masas de una vuelta de
Cristina en las próximas elecciones (“abracémonos hasta que vuelva Cristina” se
escucha entre sus integrantes).
No debemos
dejar de tener en cuenta en este tema que el peronismo en su conjunto es mucho
más complejo que el K, ya hay reacomodamientos de gobernadores, diputados
senadores, intendentes, agrupaciones peronistas no K, (más que de kirchnerismo
habría que hablar de Cristinismo). El sindicalismo es claramente ajeno (cuando
no rechaza) al Cristinismo Todo esto da forma a un escenario que Cristina y su
núcleo deberán superar o resolver. Otro actor que sale a disputar es el espacio
que participó con Massa, que aparece como jugando también la conducción del
peronismo como su variante mas cercana al escenario político institucional que
espera el PRO y la embajada yanqui. O sea el pejotismo es un abanico de fuerzas
en donde el cristinismo es una sola. Pero el Cristinismo juega con un consenso
social que es una parte de la población por fuera del PJ (¿una especie de
fuerza de centroizquierda?).
Algunos
militantes del ala progresista del kirchnerismo y/o del cristinismo esperan que
en un proceso de confrontación con el macrsimo se produzca una ruptura en el PJ
o una radicalización de las posiciones que impulse un viraje hacia posiciones
mas combativas y programas mas nacionales del propio peronismo encabezado por los
sectores K mas progresistas. Vemos ese escenario muy difícil. Por el contrario
creemos que el camino del K y el PJ será recuperar el gobierno a través de las
posibilidades electorales que da el sistema y repetir el ciclo ya vivido. Su
objetivo es volver al Estado no impulsar un programa de liberación
Por ultimo no debemos olvidar de que el K “no es fácil de
defender”. Tanto por la matriz extractivista extranjerizada, como por no haber
transformado el proceso de crecimiento económico en un nuevo modelo de articulación
industrial no dependiente (entre el 70 y 80% de los 300 grandes grupos
económicos son extranjeros) y por no haber alterado la matriz distributiva en
forma sustancial, ni el peso de la clase trabajadora en las decisiones
nacionales. Las alteraciones respecto del ciclo neoliberal duro de los 90
fueron moderadas. Aunque sin dudas el K sale airoso frente a la mayoría de los
demás países latinoamericanos. De hecho fue el único en el que el PBI
industrial creció proporcionalmente mas que el agrario y no se reprimarizó como
todos los demás.
El poder económico, Es la base principal del PRO, las
patronales agrarias, la gran industria, el gran comercio, la
banca, el mundo financiero nacional y trasnacional, las grandes empresas de
medios, los exportadores, los grupos económicos y las transnacionales, las
privatizadas sobrevivientes (se cruzan estas categorías). Todas las
asociaciones corporativas e institutos de opinión o análisis que las nucléan.
Gobiernan para ellos sin mediaciones con absoluto convencimiento.
Es el poder
de los capitalistas más fuertes que concentra la mayoría de los negocios y la
producción. Es la base de la estabilidad PRO. Pero no solo es su base sino que
ha buscado colocar hombres de estos grupos en pospuestos claves del estado. Por
eso es vox populi que es un gobierno de “CEOs”. Suena brutal que el secretario
de energía que tiene a su cargo la política petrolera sea el gerente de Shell
que se opuso firmemente a cualquier intervención del gobierno en el área en
tiempos K y así en todos los casos.
La idea de
darle el mayor espacio posible al mercado, justamente, va dirigida en ese
sentido: a dale mas espacio y libertad a los grandes. Darle más poder más
control sobre todo lo existente. Eliminar paso a paso con más decisión de la
esperada las trabas al funcionamiento del mercado que sobrevivieron de la Argentina peronista (de
los 40/50) y las que elaboró el K.
La debilidad
se esta estrategia se encuentra en que: por un lado estos grupos a su vez
tienen contradicciones entre si (campo/industria, exportadores de capital/
exportadores de materias primas y bienes
industriales, etc.). A su vez hay toda una corriente de patronales mas débiles
o muy dependientes del mercado interno, o muy dependientes de la protección
estatal, que son también perdidosas en
una estructura de este tipo (apostaron a Massa o a Scioli). Y por último que
nos encontramos en una situación mundial compleja, donde aún la crisis y
reacomodamiento del capitalismo aparece poco favorable para el éxito de
políticas de libre mercado en un país como el nuestro.
Donde se
agrega que la crisis del sistema ha llevado en los últimos tiempos a un
elevamiento de las tasas de interés por lo tanto del precio los indispensables
(para una matriz de pensamiento como la del PRO) dólares, combinado con una
caída del precio de mercado de los productos primarios exportables. Esto
anuncia un reendeudamiento muy grande a tasas altas. Ya el PRO anuncia que piensa cumplir su
promesa de acordar con “los buitres” para poder volver a recibir prestamos
masivos de las instituciones financiera tradicionales de occidente (como un
gesto de alineamiento financiero innecesario y costoso para el país, transformó
los yuanes en dólares).
Dentro del
poder económico parece necesario destacar a las usinas de poder mediático ya
que cumplen una doble función (como empresas capitalistas y como herramientas
de propaganda) generadoras de consenso, de legitimación o de desgaste.
También
debemos destacar que el “poder judicial”, parte de poder formal de Estado,
aparece como un sostén de la actual vía de rearticulación conservadora, dando
legalidad a las ofensivas en muchos casos legalmente cuestionables. Si con el K
“las cautelares” debutaron en su rol de freno a las políticas del ejecutivo,
pareciera que en esta etapa sucederá lo contrario.
El tercer
actor que aparece en escena es el sindicalismo. Aunque esta dividido y
desprestigiado. Aunque el activismo de base sea sobredimensionado por la prensa
de izquierda. Sigue siendo un actor con posibilidades de “marcar la cancha”.
Dos son las
razones. Una, la extensión, profundidad y unidad que (a pesar de la división)
caracteriza a la corporación sindical argentina, a lo que se suma que durante
los 12 años K, especialmente los primeros 8, se produjo un real incremento de la
mano de obra asalariada y, dentro de ella, el asalariado industrial.
Segundo, que
la estructura institucional de nuestro país ha incorporado al sindicato como un
actor casi institucional y es parte de la cultura política que aún se sostiene
a pesar de periodos de muy profundos ataques. El PRO sabe de esta situación por
eso anuncia que será marzo (mes de las paritarias) donde se verán los
“verdaderos problemas a superar” o sea uno de los puntos clave del proyecto:
consolidar las caída salarial que ya viene con arrastre por el desboque
inflacionario de la transición del K al PRO.
Si los
sindicatos, al menos un número de ellos importante, se le plantan al gobierno
pueden ser el único factor (popular) que le cause dolores de cabeza en el corto
plazo. Sino habrá que esperar un tiempo mas prolongado para la rearticulación
de nuevas dirigencias y organizaciones que den una respuesta digna de tener en
cuenta. En ese sentido es posible y necesario el desarrollo de articulaciones
del activismo de base y dirigencias que estén dispuestos a confrontar.
A pesar del
excesivo conservadorismo y prudencia de la dirección sindical (y de la
existencia de una verdadera tendencia de traidores) consideramos posible el desarrollo de la
conflictividad que supere la atomización mediante algún tipo de plan de lucha
sindical. Porque el PRO además de buscar contraer los salarios en forma
notoria, también es portador de una ideología de recorte de la actividad
sindical, ajuste las libertades obreras y sindicales en los lugares de trabajo,
y del poder sindical en la sociedad argentina (algunos de sus referentes han
expresado que las paritarias son fascismo). O sea el PRO busca potenciar en la
estructura económica de base (los lugares de trabajo) el poder patronal para
consolidar el aumento de la tasa de ganancia.
Existe ya, y
sin dudas aumentarán, numerosos conflictos aislados, que los sindicatos madre
den cabida a los mismos es un tema de importancia. La presión desde las bases
es fundamental en ese sentido El PRO buscara negociar prebendas de diferente
tipo incluso institucionales y económicas para el aparato sindical con el
objeto de mantener a la dirigencia inactiva, experiencia en la que la tendencia
sindical conciliadora tiene tradición.
El mapa del
campo popular ha quedado en apariencia más golpeado y más extraviado su rumbo
de lo que imaginábamos. Deberemos esperar los reacomodamientos hacia el fin de
la temporada veraniega. Una parte se reacomoda sorprendentemente hacia el
partido justicialista en la conclusión de que cualquier salida popular en Argentina
se da a partir de la reconfiguración mas progresista o mas reaccionaria de
dicha fuerza. Otros esperan que sea el mismo K cristinista el que se transforme
en alternativa venciendo o distanciándose del “pejotismo”. Una parte aspira a
construir una fuerza que en los límites externos del peronismo logra atraer
aliados y corrientes populares por fuera del PJ y el K y/o construir una
alianza que incluya corriente peronistas y de izquierda “popular”. Por ultimo
el FIT (frente de izquierda trosquista) que obtuvo un módico pero visible 3% de
votos, aspira a la desperonización de la clase obrera y quedarse con algo de
caudal popular a partir de una supuesta desintegración del peronismo y su
prestigio en el pueblo.
Se han
desarrollado durante ese mes una cantidad de movimientos espontáneos de
resistencia a nivel sindical y por defensa de libertades democráticas. Pero la
primer experiencia masiva organizada es la recientemente protagonizada por las
agrupaciones sociales K en protesta por la detención de la dirigente social
Milagro Sala (hecho radicalmente autoritario llevado adelante en Jujuy una
provincia pobre del norte argentino gobernada por castas prebedarias
parasitaras), que contó con la participación de la izquierda (una parte). Aunque
ha sido ignorada por el gobierno que pareció no tomar en cuenta públicamente
los numerosos actos en diferentes rutas del país.
Quedan
muchos temas en el tintero desde los cuales se podría haber caracterizado este
mes de gestión macrista. La voluntad de gobernar dictatorialmente con un
esquema institucional que los respalde (poder económico, medios, justicia), es
unos de ellos. El (aun inicial) que parece ser un avance en la voluntad
represiva sobre las protestas. La catarata de DNUs (Decretos de necesidad y
urgencia) mediante los que se derogaron de un plumazo leyes sancionadas por el
parlamento (La ley de medios, la de soberanía hidrocarburífera, etc.). Los
aspectos de la política de despidos masivos en el Estado. Las tendencias
iniciales hacia el desmantelamiento de proyectos tecnológicos y científicos. La
muy importante política internacional de alineamiento con EEUU, Israel e
Inglaterra coronada estos días en Davos con la puesta en acto del “paraguas
menemista” (dejar las cuestiones de
soberanía para favorecer los negocios ingleses en la zona) sobre la
soberanía Argentina en el Atlántico sur. El tema de la política arancelaria
abierta. La eliminación del control de cambios buscando ir hacia la libertad de
mercado para el valor del dólar, de ingreso y salida de divisas, etc. Los aun
embrionarios cambios en la política de DDHH. Y muchos otros como cultura,
defensa nacional, educación, política ferroviaria, pesquera, etc. que aun no ha
habido ninguna señal, o que entre tantas medidas se nos han escapado, pero que
se irán delineando muy pronto y que se deducen de los lineamientos que hemos
enunciado.
Guillermo
Caviasca
helicopterox@yahoo.com.ar
20 de enero 2016
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