El
Operativo Dorrego. La política de Montoneros hacia las FFAA en 1973
The
“Operativo Dorrego”. Montoneros policy towards the Armed Forces in 1973
Ponencia
presentada en el Congreso de historia de Avellaneda y Barracas al sur. 2018
Autor:
Guillermo Martín Caviasca. Dr. UBA/UNLP
Resumen:
En el año 1973 la organización montoneros ocupó espacios institucionales en el
Estado, en coincidencia con la asunción del general Jorge Carcagno como
comandante del ejército. Carcagno mostró una intención de dialogo con la
guerrilla peronista y Montoneros implementó una serie de políticas de
acercamiento a los militares nacionalistas. La más visible fue el Operativo
Dorrego donde el ejército y la juventud peronista de todo el país, pero
especialmente los jóvenes del Capital Federal y el Gran Buenos Aires,
realizaron obras en las zonas inundadas de la Provincia. Esto
abrió una amplia discusión en la organización y en la izquierda revolucionaria,
sobre la validez y posibilidad de la colaboración con las FFAA y genero fuertes
internas en el Movimiento Peronista
Palabras
clave: Fuerzas Armadas – Montoneros – Operativo Dorrego – Carcagno – Guerrilla
argentina
Summary: In 1973 the
montoneros organization occupied institutional spaces in the State, coinciding
with the assumption of General Carcagno as commander of the army. Carcagno
showed an intention of dialogue with the Peronist guerrilla and Montoneros
implemented a series of policies of approach to the nationalist military. The
most visible was the Dorrego Operation where the Peronist army and youth from
all over the country, but especially the young people of the Federal Capital
and Greater Buenos Aires, carried out works in the flooded areas of the
Province. This opened a wide discussion in the organization and in the revolutionary
left, about the validity and possibility of collaboration with the Armed Forces
and generated internal strengths in the Peronist Movement
Key
Words: Armed Forces – Montoneros – Operativo Dorrego – Carcagno – Guerrilla
argentina
El Operativo Dorrego. La política
de Montoneros hacia las FFAA en 1973
UBA/UNLP
helicópterox@yahoo.com.ar
El
26 de mayo de 1973 al día siguiente de la asunción de Héctor Cámpora a la
presidencia de la república fue nombrado comandante del ejército el general
Jorge Raúl Carcagno. La organización Montoneros, que había tenido un gran
protagonismo en la lucha contra la dictadura anterior y en la campaña
electoral, mantenía, pese a esta confrontación, contactos con oficiales
nacionalistas de las FFAA desde sus mismos orígenes como fuerza revolucionaria.
Así no les fue, entonces, difícil profundizar el contacto surgido entre
militantes montoneros de Bahía Blanca con los oficiales que formaban parte del
Estado mayor del V cuerpo de ejército durante el tiempo que Carcagno lo comandó
desde fines de 1972: los coroneles Juan Jaime Cesio del área política y Carlos
Dalla Tea de inteligencia. Ahora ambos acompañaban a Carcagno desde el V cuerpo
al EMG del ejército.
Dos
situaciones novedosas desafiaban la política la organización guerrillera
peronista con el triunfo electoral del 11 de marzo. Una, el hecho de ser “parte”[2]
del poder político institucional sin haber vencido en una guerra revolucionaria.
Y dos, que el nuevo comandante del ejército se mostraba interesado en mantener
un acercamiento con los guerrilleros. Para una organización peronista, teniendo
en cuenta que el peronismo abreva entre sus fuentes a militares, y siendo
Montoneros una fuerza en la que algunos de sus miembros tenían vínculos previos
con oficiales nacionalistas, era posible pensar un cambio de estrategia en lo
militar y en la forma en que se materializaría la “toma del poder”. Durante los
meses siguientes al 25 de mayo se pasó de una estrategia “directa”, en la que
la confrontación con las FFAA aparecía en primer plano, a una “indirecta”, en
la que se trabajó en el acercamiento a los sectores militares nacionalistas
como una tarea central[3].
El
“Operativo Dorrego” (OD) es claramente una estrategia indirecta y buscaba
trabajar por “líneas interiores” en la cuestión militar. Pero aún hoy está en
discusión la justeza de su implementación y a quien benefició. En el momento de
su desarrollo (un periodo histórico que da cuenta de la existencia de una
militancia política numerosa y radicalizada) fue una divisoria de aguas, no
sólo con los marxistas guevaristas del PRT sino con otros sectores de la
izquierda peronista. El OD, por su carácter público
y masivo, fue sin dudas la apuesta más audaz de Montoneros en su política de
trazar alianzas con una fracción de las FF.AA, de pelear una guerra de
posiciones en el frente militar, de incidir en la lucha política al interior de
ellas y respecto de la sucesión de Perón.
El lanzamiento del “Operativo
de reconstrucción Gobernador Manuel Dorrego”[4]
La
sede de la JP Regional
I se encontraba en la calle Chile al 1400, Capital Federal. Allí, en
conferencia de prensa del día 1° de Octubre de 1973, se presentó oficialmente a
los medios de comunicación nacionales el “Operativo gobernador Manuel Dorrego”.
Juan Carlos Dante Gullo, el máximo referente juvenil, explicó el acuerdo entre
“las juventudes políticas”, el Ejército y la Provincia. Rescató
el nuevo perfil de las Fuerzas Armadas y manifestó que era la “única
alternativa lúcida” para el abandono del “papel
represivo que el Ejército vino cumpliendo objetivamente hasta el 25 de mayo,
enfrentado con Perón y el Pueblo, conducido por entonces por la camarilla
militar” .[5]
El operativo funcionó a través de la coordinación entre
la Conducción
Nacional (CN) de Montoneros y los “Frentes de masas” (JP,
JUP, UES, MVP, en este caso). La idea original del OD fue propuesta por el
Coronel Cesio y recibida positivamente por la CN con la que tanto Cesio como Dalla Tea mantenían
reuniones periódicas y secretas desde su instalación como miembros del EMG..
Así, recuerda Perdía, que por la
CN Norberto Habergger se encargaba de coordinar con los
militares:
Se armó un comando, donde estaban Norberto Habergger y Gullo, con el
aparato de la JP Regional
I. Entonces Gullo aparece al frente de la convocatoria en todos los actos y
demás. Las otras regionales más o menos participaban. En las convocatorias
seguro que están las demás regionales. (…) nuestra idea era mostrar a la
sociedad la acción común de modo tal que pudiera verse otra imagen distinta de
lo que pudo haber sido una historia de la violencia anterior; donde la JP y el Ejército realizaban
unas tareas con la población
.[6]
La forma oficial en que se resolvió presentar el
operativo fue como respuesta a una convocatoria que debía ser realizada por el
gobernador de la Provincia
de Buenos Aires, Oscar Bidegain, a las Juventudes Políticas. Las siete regionales
de la JP
concurrían con contingentes desde distintas provincias, lo que permitía darle una
imagen nacional, aunque la mayoría fueran de Buenos Aires: “Lo planificamos como operativo nacional, participaron todas las
regionales de Montoneros. Lo planificamos con el Estado Mayor de modo tal que hubiera garantías, que pudiera producirse sin que hubiera
incidentes y demás”. Según Perdía “El
objetivo central: producir vínculos del Estado con la sociedad, y nuestros con
la sociedad y los propios militares, para tratar de sacarlos de la corriente
histórica tradicional que determinaba después un golpe militar”. Describe,
en este caso los objetivos en clave “democrática”. Pero fueron varios los
objetivos bajo los cuales el OD fue presentado y/o justificado ante la opinión
pública, la militancia propia y cercana, el resto del gobierno o los mismos
militares. En una coyuntura de avance hacia la “toma del poder” tal como
Montoneros analizaba el momento político, el Operativo remite más a un política
“ofensiva” que “defensiva”. Una política hacia las FFAA destinada a trabajar
“sobre” o “con” los cuadros del ejército para afrontar con mas posibilidades
los desafíos de una etapa considerada revolucionaria, como los mismos cuadros
de la organización o sus documentos internos afirman.
Las relaciones de Montoneros con grupos de oficiales
incluían entre ellos a los de la unidad de Azul que fue parte del Operativo.
Así lo recuerda Julio Cesar Urien
[7] que estaba a cargo del área de la organización que sostenía la
vinculación con militares en actividad “teníamos
la concepción de sumar al proyecto nacional popular y revolucionario a
militares en actividad (…) Azul era la unidad que mas relación había con
Montoneros”.
[8] .
La presentación en sociedad del operativo fue
acompañada por una solicitada, publicada en el diario Clarín el día 5 de octubre de 1973, donde se detallaban los planes
a seguir y se destacaba la participación conjunta con el Ejército. Allí se
indicaba que “la juventud del FREJULI, la Universidad Nacional
de La Plata y
la comandancia en Jefe del Ejército se han insertado en el operativo de la Provincia de Buenos
Aires ‘Gobernador Cnel. Manuel Dorrego’. La participación del Ejército es un
hecho importante, ya que abre un proceso hacia el reencuentro con la causa
nacional y popular”.[9]
Fue muy comprometido el apoyo del gobernador Oscar
Bidegain, no sólo porque aportó la estructura política legal para la concreción
de las actividades o porque puso a disposición una parte de las herramientas
materiales para cubrir varias de las necesidades que los trabajos demandaban,
complementando al Ejército, sino porque permitía poner al OD como una apuesta
de Estado. Mas allá del hecho concreto que las inundaciones afectaban una
importante franja de la provincia que él gobernaba y que el operativo le
significaba una política activa en la solución del problema, Oscar Bidegain,
junto con otros gobernadores de provincias mantenían amplia afinidad y alianza
política con Montoneros y eran considerados parte de la “Tendencia
Revolucionaria”, y en ese proceso se incorporarían a Montoneros.
El “Operativo” se desarrolló entre el
4 y el 24 de octubre de 1973[10] y contó
con la participación de unos 800 miembros de la JP (100 más de otras juventudes) y en torno a los
4000 hombres del Ejército (el 90% conscriptos el resto suboficiales y oficiales,
especialmente se llevó personal con conocimientos técnicos), 1500 hombres en
acciones concretas con 228 vehículos para el traslado de materiales, militantes
y soldados, según informaron los militares a la prensa. Las unidades que
aportaron sus efectivos fueron “las
Brigadas de Infantería X, con comando en Palermo, y unidades en Ciudadela, La Tablada , La Plata y Mercedes y las de la Brigada de Caballería
Blindada I, con asiento en Tandil, y unidades en Magdalena, Azul y Olavarría”[11]. El
Ejército puso al frente de cada una de las cuatro zonas un oficial superior y
como encargado de la coordinación general al coronel Albano Harguindegy, quien
supervisó directamente el desarrollo de la zona 1. El funcionamiento del
ejército era el normal de la institución militar: los jefes de cada zona debían
comandar el despliegue de sus hombres en las tareas, debajo de cada uno se
ubicaban en una pirámide los demás oficiales, suboficiales y soldados. Las
reuniones de coordinación se realizaban entre los responsables de la JP en cada lugar con el jefe
militar y su estado mayor. Se constituían como si fueran dos “Estados mayores”
de dos fuerzas aliadas que desplegaban sus unidades en una operación conjunta. El
desarrollo del OD reemplazó a las maniobras del fin de año del Primer Cuerpo de
Ejercito, lo que según Rosendo Fraga, generó malestar en algunos sectores militares.
O, desde otro ángulo de interpretación, fue usado para generar malestar contra
la conducción “peruanista”. [12]
Por parte del ejército los encargados
de la coordinación política y responsables del operativo fueron la I Brigada y superior de
Harguindegy. Aseguraba el Gral. Cánepa ante los medios que “todo está preparado para que cada una de las cuatro zonas en que se
dividió el operativo, pueda encarar la realización de 30 a 40 obras”.[14] Por parte
de Montoneros Perdía fue el principal impulsor de la operación y tuvo a su
cargo el acuerdo con el Estado Mayor, y Habergger el hombre en el terreno. Los
referentes públicos, Ernesto Jauretche y Manuel Urriza por el gobernador
Bidegain, y Dante Gullo por la
JP. O sea, una apuesta política de primer nivel.
el general Rodolfo
Eugenio Cánepa, comandante de la X º
Brigada de Infantería
y los coroneles Luciano Sacchi y Enrique
Recchi[13].
También estuvieron implicados el coronel Videla (aunque nunca se lo vio en
contacto con los militantes) y el general Betti comandante de
Jauretche era secretario de Asuntos Municipales, cargo
político “que no implicaba ningún tipo de
administración, de gestión, era un cargo que si vos lo sabías manejar y
derivabas todas las cuestiones técnicas y administrativas al director de
asuntos municipales, que era una figura importante en el Gobierno de la Provincia de Buenos
Aires”, permitía actuar en toda la provincia. Este lugar había sido,
durante la dictadura anterior, un lugar desde donde los militares realizaban
tareas de inteligencia y control sobre los municipios.[15]
Bajo control montonero, la dirección se transforma en un lugar estratégico para
hacer política. Montoneros, generó una estructura “paralela” para tomar
relación con una provincia que era “suya”, pero en realidad no lo era orgánicamente
en tanto que los principales funcionarios a nivel ministros no pertenecían a la
organización. Habberger ocupaba el lugar de “Jefe de Gobierno”. Era, desde el
punto de vista de la organización, el responsable de las relaciones de
Montoneros con el GPBA (y de mayor jerarquía en la estructura general de
Montoneros), y por eso quedó a cargo de las vinculaciones no públicas entre el
Ejército y “la M ”
para el Dorrego.
Norberto mantuvo una relación del más alto nivel, era el jefe político
militar del Operativo Dorrego. Él no participaba de las reuniones en las que
estábamos nosotros, sino que tenía una reunión aparte con Harguindeguy, esta
relación que te digo más arriba. (…) Mas allá de eso, un día íbamos caminando
con Harguindegy y me pone la mano en el hombro: ‘Dígame Jauretche, ¿por qué
Norberto Habberger se hace llamar Ernesto López?’ (Ríe). O sea, Norberto también
estaba, pero en otro nivel.[16]
Entonces, afirma
Jauretche, durante el OD, “había
cuatro actores: la JP ,
el Ejército, el Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires y Montoneros, y entre todos
tomábamos decisiones. El comando éramos ‘Canca’ Gullo y yo, eventualmente a mí
me reemplazaba el Ministro de Gobierno, que era Urriza, (…) al ‘Canca’,
eventualmente lo reemplazaba Añon, y el jefe militar de todo, el que se hizo
cargo de todo, era Harguindeguy.”.[17]
El día 4 de octubre, en el partido de 25 de Mayo, se
dio formal inicio a las actividades. La apertura se realizó mediante una
ceremonia protocolar, de la cual participaron el gobernador Oscar Bidegain y
varios ministros provinciales: el general Cánepa, el intendente local Carlos Alberto Heriksen, los restantes
17 intendentes de las zonas afectadas, representantes de empresas privadas y
dirigentes de la
Juventud Peronista. Hablaron Cánepa y Bidegain que destacó el
esfuerzo a realizar en común por parte de Ejército, gobierno y juventud
[18]. Con posterioridad, se inició un recorrido por algunos de los puntos
donde se emprenderían las obras.
Un primer contingente del Ejército y dirigentes de la JP llegaron al lugar unos días
antes del inicio formal para ultimar detalles con respecto al alojamiento y la
disposición de los equipos de trabajo. Desde la perspectiva provincial (que era
la publica e institucional) Urriza y, especialmente Jauretche, estuvieron a
cargo de la “Comisión de emergencia” (creada para la ocasión en el marco del
ministerio que dirigían) para articular desde la Provincia el trabajo
entre los catorce municipios, el ejército y la JP. Las instituciones
estatales de la provincia (ministerio, municipios y UNLP) aportaron
económicamente y recursos técnicos, mientras que el ejército y la JP regionales se encargaron de
la planificación y desarrollo de las obras y resolvieron la coordinación
política entre ellos. Las solicitadas
a página completa publicadas por la
JP en los principales diarios mostraban un mapa donde
aparecía el área de emergencia que se dividida en cuatro zonas abarcando los
distintos partidos afectados:
Zona 1: Bragado, 9 de Julio, 25 de Mayo y Saladillo
(400 militantes de la JP
fueron asignados a esa zona).
Zona 2: Carlos Casares, Pehuajó y General Alvear,
Bolívar (Con 300 militantes asignados)
Zona 3: Junín, Lincoln, Gral. Viamonte y General Pinto
(50 militantes).
Zona 4: Trenque Lauquen
y Carlos Tejedor (50 militantes)
Montoneros para estar a tono con la situación abierta
el 25 de Mayo de 1973 y el discurso que en ese momento expresaba Perón, había
cambiado el nombre de sus estructuras de superficie que pasaron a denominarse
Unidades Básicas de Reconstrucción Nacional (UBRN), tal como denominaba el
líder a la etapa que se abría. Bajo esta forma de encuadramiento fueron
organizados los jóvenes que participaron del operativo: una agrupación por zona
con varias UBRN bajo su dirección, en forma piramidal, como para sostener una
estructura de tipo miliciana en condiciones de operar junto al ejército. Las
Agrupaciones, las UBRN y los grupos fueron bautizados con fechas y nombres
conmemorativos de la liturgia peronista y Montonera. Los responsables de las
agrupaciones pertenecían a la conducción de las Regionales, y eran los
encargados de coordinar las políticas, tanto con los responsables del Ejército,
como con los de las UBRN. Destacamos nuevamente que en cada zona los mandos de la JP coordinaban con los
militares el desarrollo diario de los trabajos como si fueran Estados Mayores de fuerzas aliadas, lo que remite a una
lógica castrense de organización.
Montoneros organizaba a su estructuras de masas en
regionales, columnas, agrupaciones y unidades básicas. A la cabeza de cada una,
al menos hasta nivel agrupaciones debía haber un Oficial Montonero (o sea un
cuadro político militar de la organización), por debajo podía haber milicianos
o aspirantes, simpatizantes, otros montoneros “plenos” o simples militantes.
Esta estructura función en el Dorrego.
(…) la estructura que se utilizó fue la estructura celular, si no me
equivoco éramos grupos de cinco o de diez compañeros, los cinco o diez de abajo
eran militantes de superficie, por arriba un miembro aspirante de Montoneros y
cada 10 de esos había un oficial montonero (…) como era el momento de la fusión
(FAR y Montoneros) se hizo que los oficiales de Montos que venían de Montoneros
tuvieran aspirantes de FAR a su cargo y los oficiales de FAR tuvieran
aspirantes de Montoneros. Esa fue la estructura
.[19]
El despliegue de la JP era piramidal, con estructuras de mando
lineales, cuya unidad mínima era tipo pelotón, lo que muestra un intento de
despliegue de tipo miliciano. Recuerda Juan Carlos Añon, uno de los
responsables de la JP ,
cómo era su línea de mandos:
La nuestra venía de una política que se bajaba de la Conducción Nacional
de Montoneros, con la coordinación de cada uno de los jefes de la Juventud Peronista
de cada Regional. El rango y grado de responsabilidades en el Ejército se
establecían con su lógica de mandos. Generales, coroneles, oficiales
suboficiales y soldados. Los trabajos fueron discutidos, planteados y debatidos
con los militantes que participaron, las decisiones operativas se tomaban en
forma conjunta en el lugar y se apuntaba a pelear la situación que había
provocado las inundaciones
.[20]
El tipo de trabajo realizado por los militantes de la JP no implicaba para ellos un
gran cambio de las tareas a las cuales estaban habituados. Recordemos que una
de las características de las agrupaciones de la Juventud Peronista
era su despliegue territorial y que este despliegue tenía como base el instalar
en los barrios, en muchos casos muy humildes, unidades básicas que organizaran
tareas colectivas, relacionadas con las mejoras, zanjeos, iluminación, salas de
salud, escuelitas, etc. Barrios que en general eran los más vulnerables a
catástrofes climáticas y donde un militante de la JP debía estar atento a responder a ellas,
buscando la organización vecinal. O sea, un militante de la JP estaba acostumbrado al
trabajo colectivo social que implicaba organización y manejo de herramientas de
construcción. Convicción heredada en muchos casos, o influida en otros, por los
grupos de juventud cristianos de base o del trabajo voluntario del Che. Eran
trabajos relacionados con la salud, la educación, la infraestructura básica de
barrios pobres, que se desplegaban a partir principalmente de grupos de
estudiantes y como tareas de extensión de militantes, estudiantes o
profesionales, que por la formación en sus estudios, tenían conocimientos
específicos. Era, además, una forma de vincular al movimiento estudiantil (en
general de clase media) con la población pobre para darle otra dinámica por
fuera de su clase. El tema es que ahora se hacia con el Ejército cuya relación
con la población puede ser buena o mala, sin dudas es una fuerza efectiva y
organizada, pero también es distinto a un trabajo social. Aunque la idea de
“milicia”, aunque fuera para trabajos civiles, anidaba en la juventud activista
de entonces.
Siguiendo este camino a partir del 25 de mayo la JP comenzó a participar en
muchas de las políticas públicas a lo largo y a lo ancho del país donde los frentes
tenían representación. El diario La Opinión (muy atento
a la problemática militar y con fuentes propias al interior de las FFAA) señalaba
esta característica de la JP
en sus artículos donde interpretaba el OD: “Campañas
de alfabetización en el Gran Buenos Aires, Río Negro y Neuquén, erradicación de
villas de emergencia en Entre Ríos, apuntalamiento de terraplén en Río Salado,
colaboración con los inundados de Santa Fe, construcción de dispensarios en
barrios y villas de todo el país, campaña de vacunación, colaboración con las
federaciones indígenas de Chaco, Formosa y Misiones”.[21]
Lo que cambiaba en este caso era, que la JP contaba con el respaldo del
Estado; y la dimensión y la logística aportada por el Ejército, que permitía
una envergadura mucho mayor de obras. Además el impacto político de que “codo a
codo” estuvieran haciendo lo mismo los militares. Fue el primero (y el único)
operativo cívico-militar de esta envergadura y contenido militante, la dinámica
política del periodo alteró el escenario muy rápidamente desplazando a los
Montoneros del estado y a los “peruanistas” de la conducción del ejército..
Algunos de los participantes hacen un balance negativo “Lo que se pudo hacer real fue la tarea, un
trabajo cotidiano, diario en las zonas inundadas. Una tarea de comer en el
rancho que nos daban los milicos y nada más, no hubo ninguna posibilidad de
compartir un espacio común, salvo el desfile final”. Jauretche tiene un
balance diferente:
El mayor mérito del OD fue sentir que los militares eran iguales que
nosotros. Que un oficial del Ejército era lo mismo que un comandante montonero,
que un soldado era lo mismo que un militante. Eso fue impresionante. El saldo
que dejó en ese sentido, aunque fue mal utilizado después, fue ‘estamos
defendiendo los mismos intereses, somos hermanos, estamos en el mismo buque,
tenemos la misma piel’. Yo me acuerdo escenas como esta, extraordinaria: un
sargento sirviendo la comida en la cocina de campaña y un militante que en vez
de agarrar la jara le agarra la pistola y le dice ‘¿Y, no me das esta, flaco?’,
y el otro diciendo ‘Sacá la mano, sacá la mano’, y pegándole en la mano. Una
relación de hermanos se estableció, de que somos iguales. Claro, la excepción
era la conducción, pero de Harguindegy para abajo, los capitanes que estaban
con nosotros, todos comieron del mismo plato, la misma tumba o el mismo asado
según correspondiera. Todos se sintieron felices de estar juntos y darle a país
una proyección de acuerdo de paz, después de tantos años de guerra entre el
Ejército y la clase trabajadora y las clases humildes. Porque eran tan humildes
como nosotros, esos oficiales ganaban lo mismo que un operario de fábrica, nos
sentimos ahí que éramos la misma cosa. Eso fue lo mejor del operativo, que
además era el objetivo buscado.[22]
En las
entrevistas y testimonios que se pueden recoger hoy, los que eran en ese tiempo
personas con cierta jerarquía en la Organización (en nuestro caso Perdía, Jauretche,
Urien, Gullo, etc.) hacen un balance monolíticamente positivo; en las bases el
recuerdo es mas bien diverso, contradictorio. Quizás ésta marcada diferencia
tenga tres razones: una, que los hombres de la conducción desde su lugar, con
una visión general del conjunto, de su estrategia, y recuerden sitios de
trabajo donde la relación fue más cercana (los hubo) y los seleccionen electivamente
para construir su memoria. Mientras que a la luz de los resultados posteriores
de la política en general que terminó en violencia y el golpe de 1976, un
militante entrevistado recuerde su mala experiencia individual en el contexto
de una etapa en la que el OD queda disuelto en el enfrentamiento y la derrota.
Dos, que la memora histórica del OD establecida después de la abrumadora derrota
de los revolucionarios, fue negativa respecto del mismo al extremo. Sin
embargo, los dirigentes que lo organizaron lo reivindican plenamente, sin
fisuras, porque lo ven como una oportunidad, una alternativa. Y tres, lo que
los dirigentes y cuadros montoneros reivindican es la política en general acordada
con Carcagno y los oficiales llamados “peruanistas”, y en esa política el OD
era una parte fundamental, pero solo una, y sus objetivos iban mas allá de las
tareas concretas de asistencia social que es lo que mas recuerdan los
militantes.
El militante José Brontes recuerda sus vivencias desde
la perspectiva de un miembro de base de la JP. Es interesante seguir las vivencias de los
militantes que no pertenecían a la estructura Montonera, ya que nos permite apreciar
la “disrupción” que mencionamos entre las expectativas y planes de la
organización respecto del ejército, frente a las de muchos militantes que se
incorporaban a la acción desde una idea mas simple:
(…) nosotros participamos desde
acá, no me acuerdo bien si de Constitución u Once y fuimos todos los de la
regional juntos, paramos en Carlos Casares, viajamos toda la noche, salimos a
eso de las 21 hs. Habremos salido el 7 u 8 de Octubre. Cuando llegamos, el
Ejército tenía armado todo el campamento, en lo que era la Sociedad Rural de
Carlos Casares, estuvimos ahí aproximadamente 110 compañeros, de la JP , bueno...de los distintos
frentes de ese momento (…) viajamos en tren todos juntos. Incluso iban de otros
lugares. La regional I era Capital y también el conurbano. A nosotros nos tocó
Carlos Casares a otros compañeros 9 de julio, 25 de mayo. Cuando llegamos a la
estación nos recibió un coronel del Ejército que nos dio un instructivo o
reglamento interno para la convivencia (…) Bueno, cuando llegamos lo primero
que nos dan es la famosa taza de aluminio, mate cocido caliente con pan...una
disciplina medianamente militar, comíamos la misma comida de los soldados,
teníamos el mismo horario, con la salvedad que nosotros nos levantábamos,
desayunábamos izábamos la bandera, íbamos a trabajar, volvíamos a las seis de
la tarde, nos bañábamos en una especie de baño compartido que había ahí, tipo
camping.[23]
Como la resolución concreta de las obras se iba
realizando en el terreno, la orientación de las mismas no siempre era
coincidente en el pensamiento de militares, militantes y vecinos. Brontes participó
del OD en Carlos Casares, allí se concentraban en el predio de la Sociedad Rural :
Vos llegabas y te encontrabas con
una situación muy angustiante, porque el agua había tapado los barrios más
bajos. Los sectores con más poder y dinero, en esos sectores bajos querían
hacer un lago artificial para poder usarlo en sus ratos de ocio, pero
desgraciadamente ahí vivía gente que la inundación le había llevado todas sus
cosas, les inundó la casa, y sin embargo ellos todos los días iban a ver si
bajaba un poco el agua, por que iban a volver, ya que era el único lugar que
tenían. Con la participación de algunos compañeros arquitectos, en conjunto con
algunos ingenieros del Ejército, vimos cómo solucionar la situación de esta
gente. Hicimos un canal importante y lo hicimos a pico y pala, en ese momento
no había ni retroexcavadora, ni nada. Era un canal que tenía más o menos 2 o 3 metros de ancho por 1 metro de profundidad y
cuatrocientos o quinientos metros de largo ¡y había que hacerlo! ¿Qué logramos
con eso? Que toda el agua, desembocara en una especie de aliviador que iba río.
Entonces, cien o doscientas familias pudieron volver a sus casas. No te
imaginas el cariño, la gente, cómo nos recibía a nosotros.
[24]
El recuerdo de nuestro entrevistado respecto de la
población es bueno, aunque difiere un tanto del de los responsables Montoneros “Alguna persona participaba, en general
poca, pero me acuerdo que armamos algunas reuniones con ellos, las mujeres se
acercaban a la tarde y nos traían mates y tortas fritas. Igual se mostraban muy
agradecidos, era gente bárbara, gente del interior”
[25]. Los militantes y los militares trabajan en las obras, alguna gente se
acerca con buena disposición, pero sin mucha participación. Aunque este balance
ambiguo puede ser matizado, ya que una operación de este tipo con una
conducción militar estricta ¿cuanta participación espontánea podía admitir
fuera de acercarse a plantear necesidades? Además en general, las brigadas de
trabajo que las organizaciones políticas realizan en barrios no siempre cuentan
con la participación activa de los beneficiarios, quienes reciben “de golpe” (en
general con simpatía) la llegada de militantes que vienen, están un tiempo,
realizan obras y se van.
En alguna ocasión los
responsables de la
Juventud Peronista se presentaron en los vivacs militares
para compartir las instalaciones de campaña con los oficiales y “realizar
charlas sobre temas de actualidad regional y nacional”, en todos los casos
recibieron una respuesta negativa, dado que se había instruido desde los mandos
que las normativas castrenses impedían ese tipo de diálogos, que sólo estaban a
cargo de los instructores propios. De la misma forma, la conducción del
operativo militar invitó los integrantes de la JP a participar de una misa de campaña a la que
éstos no concurrieron.
A pesar de que las
intenciones con las que se realizó el operativo tanto de parte Carcagno como de
la conducción Montonera era avanzar en el dialogo y la confraternización horizontal,
la experiencia de Brontes marca la distancia “física” establecida por la
existencia de dos campamentos estrictamente separados y la dificultad de romper
esa separación. A pesar de que las tareas eran conjuntas sólo los jefes se
reunían a planificarlas[26].
El ex militante, recuerda como era la dinámica al
cierre de cada jornada donde se hacía el balance de lo actuado en la jornada y
también nos explica el porque se su participación.
por las noches, al regreso de la jornada laboral, tras la cena, se
armaban fogones, mateadas y largas charlas, algunas se realizaban con la
totalidad de la UBRN
presente, en una especie de fogón donde todos los compañeros contábamos la
experiencia personal política, discutíamos de política, de historia. Algunos de
los compañeros no teníamos una formación política buena, por ahí el término
‘buena’ es un término difícil de usar en política, es relativo, pero éramos
peronistas de corazón, estábamos en la
JP por que formábamos parte del reconocimiento a los
Montoneros, que para nosotros eran en ese momento los que habían traído a
Perón, los que se habían jugado la vida y con la consigna Luche y vuelve...
¡Los que habían ajusticiado a Aramburu! (…) Los que éramos privilegiados del
gobierno de Perón discutíamos eso, discutíamos un proyecto de vida, de país y
la verdad que se nos pasaban las horas. En algunas de esas charlas participaban
soldados, que se escapaban de su lugar, que era ahí cerquita
[27].
En otras UBRN,
las reuniones de charlas políticas se acotaban a los 5 ó 10 militantes que
ocupaban la carpa, todo dependía de las características de la zona de
actuación, ya que en algunos lugares hubo jefes militares mas cercanos al
dialogo, aunque contaron con la vigilancia y obstrucción de Harguindegy.
El relato de Borntes nos muestra el espíritu que
movilizó (seguramente) a un buen número de los 800 jóvenes peronistas, muchos
recién incorporados a la militancia activa: colaborar en tareas de
reconstrucción y de apoyo al pueblo afectado por una catástrofe. Sin demasiadas prevenciones
iniciales de hacerlo con el ejército, pero tampoco con expectativas de que ese
trabajo fuera otra cosa que una acción social que se desarrollaría mejor con el
aparato de las FFAA a disposición. Se ve con claridad una distancia entre las
expectativas y planes Montoneros de mostrarse en condiciones de formar milicias
“junto” al ejército y las características de su organización en explosivo crecimiento.
Rosendo Fraga, cuyo estudio es poco afecto a la gestión
de Carcagno y su relación con Montoneros, sintetiza las obras realizadas en el
Dorrego que pueden considerarse como numerosas y exitosas:
El operativo se prolongó durante
veinte días, finalizando el día 24 de octubre. En el ámbito de las obras
públicas se realizaron obras como 29
Km . De limpieza de desagote, construcción de 1200 metros de canales
de desagües, colocación de 390 caños en cruces de calles, etc. También se
refaccionaron escuelas y se prestó atención
a los pobladores afectados por las inundaciones. Se trabajaba durante el día y
a la noche los jefes de ambos elementos discutían y coordinaban las acciones
del día siguiente. En las ciudades, como en el caso de 25 de Mayo, la JP instaló mesas de discusión
para recibir ideas de los pobladores y promover su participación.
[28]
En declaraciones a la prensa, tanto el general Cánepa,
como el coronel Alberto Rodríguez (jefe del regimiento 6) mostraban
satisfacción con el desarrollo y con la relación “cívico militar”.
Especialmente Rodríguez señalaba que “la
experiencia más importante (…) es la convivencia con la JP”
[29]. Las contradicciones de cómo relacionarse con la JP y Montoneros estaban a la
luz en filas militares, frente a Harguindegy, Videla y otros, la JP elogiaba a Cánepa (quien en
una conferencia de prensa hablo de “compañeros de la JP ”) y a Rodríguez quien
facilitó los contactos entre militantes y militares.
El Operativo Dorrego,
debates
La instalación pública que se había realizado del OD no
tardó en encontrar amplias resistencias. Para la Izquierda Revolucionaria
(IR) esta actividad era una claudicación ante una institución que se debía
debilitar y destruir, para la derecha era un reconocimiento del Ejército hacia
sectores de la sociedad movilizada que no debían dejar de considerarse
“subversivos” y para la interna peronista era una alianza muy peligrosa frente el
sindicalismo tradicional y la “ortodoxia”. En este sentido sectores del
Ejército disconformes con la política emprendida por la Comandancia operaron
para sabotear el operativo. Las operaciones de inteligencia comenzaron desde el
principio, pero no en el sentido que se suele adjudicar hoy, sino en el
opuesto: sobre los militares y sobre Perón. Tal es así que en enero de 1974,
cuando el ERP intenta tomar la guarnición de Azul, se consideró que esa audaz
operación había sido hecha gracias a la inteligencia aportada por montoneros y
realizada durante el OD. Claramente el discurso de Perón iba en ese sentido.
Urien recuerda que fue difícil retomar las relaciones con los oficiales de Azul
(que habían estado en el Dorrego o veían con interés a la organización),
después del ataque del ERP y las fuertes versiones de la complicidad montonera,
inclusive aceptadas por Perón, que incluían al gobernador Bidegain.
Uno de los hombres clave en ese trabajo fue Albano
Harguindegy, a quien se le atribuían “actitudes
como la de hacer sacar emblemas de la organización Montoneros porque molestaban
a los oficiales (…) Asimismo, fue criticado por haber empleado el término
‘construcción’ en lugar de ‘reconstrucción nacional’ en un discurso improvisado
ante efectivos militares y dirigentes de la JP”.
[30]
Jauretche recuerda que:
con Harguindeguy teníamos una pésima relación.
Se preocupaba siempre de señalar que nosotros éramos gente inferior, ineptos,
cada vez que podía lo decía y lo hacía, además tenía actitudes totalmente
elitistas. Cuando estaba Oscar Bidegain, (…) después de una larga reunión para
planear las actividades, dice ‘Bueno vamos a comer, vamos a comer’, estaban las
mesas donde comían los de la JP
y donde comían los soldados, y dijo: ‘Nosotros no vamos a comer esa basura,
nosotros comemos asado por otro lado’. Bidegain dijo ‘Discúlpeme, Coronel, pero
yo me voy a comer con los compañeros’, y nos fuimos a comer todos con los
compañeros, y los oficiales por otro lado. Este era el punto evidente de las
diferencias, las marcaba a propósito.[31]
Perdía, que tuvo que tratar en varias ocasiones
distintas con este militar, analiza:
Dorrego era una forma hasta simpática (de
presentar una política hacia las FF.AA. a través de un plan de reconstrucción).
Y allá fueron, con suerte diversa, en el sentido de que con algunos oficiales
hubo buen trato, relaciones, con otros fue pésimo, caso del general
Harguindeguy (entonces Coronel), que era jefe de uno de los asentamientos. Hubo
varios asentamientos y destinos, y una de las bases de asentamiento estaba al
mando de Harguindeguy, que era coronel. Y prohibió a su gente todo tipo de
contactos con compañeros de la JP ,
de Montoneros y demás... clarito.[32]
El mismo Carcagno aseveró ante la conducción de
Montoneros que: “como comandante manejo
la botonera, que no es poco. Pero a veces aprieto un botón y no pasa nada”.
La
política de Montoneros se encuadraba en una estrategia de avanzar hacia “la
toma del poder”, o sea las elecciones habían sido un triunfo popular, pero la
lucha por el poder estaba abierta y se definiría en duros enfrentamientos, para
ello Montoneros consideraba que debía acumular de “su lado” la mayor cantidad
de fuerza posible. Para ello, en el plano militar, pensaban (en ese momento en
que la organización se encontraba con espacios políticos institucionales)
avanzar en la “formación de milicias” (en paralelo, como complemento, no en
confrontación con el ejército) y en trabajar con las FFAA para intentar llegar
a acuerdos con una parte de la fuerza, especialmente la parte (no menor) que la
conducción del General Carcagno podía aportar.
La
convocatoria a los miembros de la
JP fue más heterogénea de lo que una política como la
planeada hubiera requerido, aunque hay que tener en cuenta que la organización
estaba en formación, y que en los meses inmediatos anteriores comenzaba el
encuadramiento de una cantidad impresionante de militantes recién sumados (lo
que se llamó engorde). En las reuniones secretas con
el grupo “peruanista”, éstos le habían planteado que no podían hacer una
actividad del Ejército sólo con la
JP , que debía haber una presentación más pluralista como
pantalla, por ello se realizó en nombre de las “Juventudes políticas”. “Y el 99,9 % eran compañeros de la JP digamos, no montoneros,
fueron como JP, no como montoneros, pero eran todos militantes montoneros. Esa
fue la primera experiencia grande que se hizo”.
Para ver como pensaba evolucionar la estrategia
militar de la organización Urien señala que “hacia
fin de año se planean hacer maniobras conjuntas de unidades de la milicia de
montoneros con el ejército. En las maniobras de Mesopotamia relacionadas con la
hipótesis de conflicto con Brasil”. Para ello realizaron en cursos de
instrucción en San Luis a oficiales de la organización en condiciones de
trabajar con el ejército, con grados, conocimiento de la estructura de mandos y
preparación acorde, “capaces de
intercambiarse en el mando con oficiales profesionales”, señala Perdía (uno
200 pasaron por esa experiencia). Sin dudas el Dorrego era, a nivel masivo,
parte de esa preparación para soldados de las futuras milicias. Montoneros
debía organizar a militancia de base en esas hipotéticas milicias en condiciones
de operar con el ejército en maniobras militares. Pero Firmenich, en nombre de la CN , reconocía hacia fines de
1973, como balance del OD y para seguir adelante con políticas de este tipo,
que faltó mayor nivel de organización y disciplina[33].
Como vimos más arriba muchos militantes de base habían ido a realizar tareas
sociales más que a formar milicias o buscar un pacto con “peruanistas”.
Las tareas de instalación del OD a
nivel publicitario fueron múltiples e invirtieron gran esfuerzo, desde pintada
y volanteadas, hasta conferencias de prensa de altos funcionarios y solicitadas
en grandes diarios. “Sabemos que en las
filas del Ejército se expresan las mismas contradicciones que se manifiestan en
el seno de la sociedad argentina, es decir, los que anhelan la Liberación y los que se
identifican con la
Dependencia ; pero también sabemos que un Proyecto de
Liberación necesita contar con nuevos actores sociales y políticos para romper
la estrategia del aislamiento de la clase trabajadora, que ha intentado imponer
desde siempre el Imperialismo” [34]
manifestaba la cartilla de la JP
destinada a explicar a sus militantes los objetivos del operativo.
Hubo, como en todas las políticas que implicaban
discusión y participación masiva para su realización, mucho debate. En este
caso, se relacionaba con el rol de las FF.AA. en un proceso revolucionario, y
desde la IR se
acicateaba en contra, lo que obligaba a los cuadros impulsores de la política a
agudizar sus argumentos: trabajar en conjunto con los que hasta hace unos meses
se estaban haciendo la guerra era un desafío, sin dudas. Se manifestaron
algunas discusiones respecto de la política hacia el Ejército que expresaba el
OD. Perdía recuerda que en la conducción la discusión no fue muy dura, que
algunos le daban más importancia que otros, pero había consenso en que ese era
el camino. Más contradicciones había hacia las bases por la presión que por
izquierda ejercía el PRT y la Revista Militancia
[35] en contra de la política hacia las FFAA de la
organización
[36]. Carlos Flaskampf recuerda que en su ámbito “
había
algunos compañeros nuestros que eran muy izquierdistas, que lo veían como un
peligro, la mayoría de nosotros no”
.
intentamos varias cosas unas las logramos otras no.
Entre esas cosas estaba el tema de hacer que los militares convivan con la
sociedad. Hicimos el seminario en al universidad donde iban militares con
compañeros de la JUP ;
el OD, reuniones permanentes entre nosotros y grupos de militares. También el
Estado Mayor nos había invitado al tema de la mesa de arena que no fuimos, y
estábamos discutiendo participar en las operaciones del año siguiente en el 74
como fuerza paramilitar, como milicianos junto al ejército regular. Era un
planteo que discutimos con gente del Estado Mayor con perspectiva de
integrarnos lo que era la fuerza montonera al esquema de defensa (…) en una
perspectiva estratégica que Carcagno aceptaría de un replanteo del esquema de
defensa que incluyera fuerzas milicianas.[38]
Si bien hubo
discusiones l
a resistencia en ese momento fue poco
efectiva. Las discusiones eran el emergente de las dos líneas de intervención
militar que anidaban en la organización: la de la Guerra Popular Prolongada
y las de la insurrección; de guerra al ejército o de trabajo sobre el ejército.
Sólo así se explica que poco tiempo después del OD y los acuerdos con Carcagno,
se impusiera en congresos regionales de oficiales montoneros, democráticamente,
una línea militar intransigente.
[39]
La ambiciosa política realizada por Montoneros, hacia y
con, una cantidad de oficiales del ejército no se manifestó de la misma forma
en todas las instancias de la organización. Una razón, por tendencias
ideológicas que anidaba en su seno y otra por que entre los “oficiales” y el
resto de la militancia de masas muy amplia había una cierta distancia de
encuadramiento político y organizativo. Esto salta a la vista en una política tan
amplia como el OD que requería la implicación de la militancia no sólo de los
cuadros. José Brontes, al que ya mencionamos antes, era un típico militante que
se había sumado a la JP
en el alaza de movilización del “luche y vuelve” respetaba a Montoneros, sabia
que eran algo así como los referentes del movimiento en el que participaba, pero
no era un “montonero” estrictamente, aunque identitariamente si lo fuera,
porque Montoneros era en ese momento un movimiento revolucionario no un partido
marxista leininsta. Para él el OD tenia estas características:
Cuando desde nuestra regional se plantea el operativo de reconstrucción
nacional, para llevar ayuda material y ayuda de trabajo concreto a zonas de la
provincia de Buenos Aires que habían sido castigadas por las inundaciones,
llega un pedido de la
Conducción. En la Regional I estaban Dante Gullo y Juan Carlos
Añon, no recuerdo los otros nombres, yo pido permiso en el trabajo y me
autorizan por que iba al Operativo Dorrego, bueno, me inscribí y fui (…) Los
compañeros que estaban en condiciones de ir hablaban con él, que era el
secretario general de la unidad básica, y él llevaba los nombres de los
compañeros que iban a los representantes de la regional
.
[40]
Por otro lado “Pancho”
oficial proveniente de FAR (o sea hombre de la estructura propiamente
montonera), nos indica.
una directiva nacional se
transmitía en formas diferentes. A mi zona llegó como una tarea de milicia, eso
es lo que yo quise escuchar de la historia. Seguramente el mensaje tiene que
haber sido más neutro (…) pensar en que ibas al operativo Dorrego a realizar
una tarea de milicias junto a los milicos, que ibas a confraternizar con ellos
y ¡que los ibas a infiltrar! (…) La tarea real fue de discusión entre nosotros,
formación de cuadros externos, tareas conjuntas, ese tipo de cosas, pero muy
infantil
.
[41]
Flaskampf en cambio piensa que:
lo veíamos como una forma positiva de trabajar
también sobre el ejército creíamos que no había que descartar que había
sectores nacionales en el ejercito y a Carcagno lo veíamos en esa posición, (…).había trato y
expectativas. Después Perón lo echo a Carcagno y a los sectores nacionales (…)
hubo un trato bastante avanzado con militares nacionalistas que había
participado en el golpe de Olavarria contra Lanusse en el año 71 parece que
algunos de esos tipos estuvieron muy cerca de Montoneros.[42]
Como vemos, con el paso del tiempo el balance es
diverso, una parte de la militancia de entonces (con la represión en el medio ejercida
por militares de presencia muy similar a los que se buscaba confraternizar en
el OD para trazar alianzas) lo considera utópico. Por otro lado, la comprensión
de la política no era igual en todos los casos, no había una claridad de los
objetivos más altos de la CN.
Sin embargo, esto no debe sorprendernos, ya que la estrategia
montonera no era resuelta en asamblea y además era “flexible”, e implicaba
niveles de implementación que no podían estar al alcance de todos, hasta por
razones de éxito de la política propuesta. ¿Cuál podía ser el nivel de
comprensión de 800 militantes convocados desde Unidades Básicas para hacer un
primer paso de un plan que implicaba armar milicias y preparar una alianza con
una fracción del Ejército para el pos Perón? Pero la amplia mayoría coincide, o
al menos coincidieron en ese momento, en que era positivo trabajar e intentar
discutir, “salvo los compañeros muy izquierdistas” tal como mencionamos que
recordaba Flaskampf. La oposición fuerte vino por otro lado: los entrevistados
y los documentos muestran la posición
muy negativa del PRT y el PB/Militancia
respecto al tema.El cierre del operativo fue un hecho político de
envergadura, a sólo 10 días de la asunción de Perón. El Descamisado relataba con satisfacción que el general Carcagno
brindaba con otros oficiales y dirigentes peronistas por la salud del Líder,
mientras en la Plaza Mitre
de la localidad de 25 de Mayo convergían militantes, que se mezclaban con
oficiales y soldados al sonar de bombos. Las fotos que ilustran la revista
impactan (y debieron causar un dolor de estómago a más de uno) jefes del ejército
junto a connotados dirigentes de la izquierda peronista en un palco viendo,
firmes, desfilar ante sí en formaciones de tipo militar a columnas juveniles,
con soldados armados, formados y rodeados de banderas Montoneras.
En el acto de cierre, el último día, se realizó un desfile con el
Ejército... Y nosotros marchábamos con los militares, que eran unos 1500
aproximadamente. Lo hicimos cargando cada uno su pico y pala con la que había
trabajado, cada uno con la herramienta en la mano, llevándola cargada al hombro
(hace el gesto como si cargara un fusil) con un brazalete que nos identificaba
.
[43]
El relato del momento que aparece en el artículo
muestra la “unidad nacional” que la organización imaginaba: vecinos de las
poblaciones aledañas que venían a ver a Perón, militares nacionalistas, jóvenes
de la JUP de la UES , chacareros, gente con
“rostro de pueblo” y enormes carteles de Montoneros enmarcando la concentración
en la que debía cerrar el Líder que con su presencia daría “el mejor premio a los muchachos que durante 16 largas jornadas habían
puesto el hombro junto al pueblo”[44]
.
Perón dijo ausente. “Entonces
se dijo que algún problema de salud impedía la concurrencia, pero el gesto tuvo
un claro voto de censura sobre la gestión política que estaba desarrollando el
Gral. Carcagno” y la
Juventud Peronista señala Fraga
[45]. Lorenzo Miguel o López Rega y Osinde, o todos ellos, estaban sumamente
preocupados por la confluencia que se manifestaba en esas jornadas e insistieron
para que Perón dijera ausente. Para ello elaboraron el “Memorándum reservado”,
típica maniobra de inteligencia, que tuvo gran repercusión y fue tomado como
fuente fidedigna por la izquierda para atacar al OD. Los rumores circulaban
fuertemente Flaskampf recuerda que “
nos llego un vez por parte de un
compañero (…) que había existido por parte de Carcagno algo así como (Perón era
presidente) una propuesta de asociación con vistas eventualmente a un golpe
nacional y popular y que la organización lo rechazaba. Era interesante el
trabajo con Carcagno pero dentro de todo Perón era más confiable que Carcagno,
hacer un golpe contra Perón con Carcagno no”. El mismo Perdía, haciéndose eco de estos rumores,
le planteo a Carcagno esta inquietud señalando que “a Perón no”, a los que los
militares respondieron que la cuestión era discutir para después de la muerte
de Perón si la cosa se desbarrancaba[46].. Es nuestro entender que el Líder debía tener algún
grado de disconformidad que facilitó la decisión. Que esa disconformidad con
una política de las FFAA que él no había decidido se pudo haber potenciado por
las maniobras de “inteligencia” de los sectores opositores tanto en el
sindicalismo y en el gobierno, como dentro mismo de las FFAA (Massera en la
marina explícitamente uno de ellos, pero también dentro del ejército) que
buscaban voltear a Carcagno. La independencia de Carcagno y los rumores sin
dudas tuvieron un efecto negativo.
Sin embargo, como plantea Jaurteche, “dentro del Peronismo y aún menos dentro del
gobierno, Perón iba a tolerar decisiones independientes de su conducción”.
Y es de destacar que ese acto con Montoneros y la comandancia del ejército en
el que se esperaba su participación se hacia pocos días después de la muerte de
José Ignacio Rucci en un operativo que se adjudicaba a Montoneros y que Perón
había recibido como un atentado directo contra sus políticas. Sin dudas había
dado “más” aire a la derecha ante el General. Como tampoco se puede separar su
ausencia de las resoluciones del Consejo Superior Peronista que llamaba a
depurar el movimiento de infiltrados y el gobierno de amigos de infiltrados.
En el palco se instaló de espaldas al edificio
municipal y frente a la plaza principal, se destacaban el gobernador Oscar
Bidegain, el General. Carcagno, el comandante del primer cuerpo de Ejército
Gral. Leandro E. Anaya
[47] (quien fue sucesor de Carcagno a fin de año), el general Cánepa, los
coroneles Recchi, Sachi y Pedrenera, Juan Carlos Dante Gullo, Juan Carlos Añon,
Ernesto Jauretche, Urriza, los intendentes municipales y el ministro de defensa
Robledo.
Relata El
Descamisado que
El primero en hablar fue el
General Carcagno quien destacó que para un Operativo de tanta magnitud había
tenido que comprometer a los efectivos de casi todo el primer cuerpo de
ejército (…) la tarea formaba parte del compromiso del las FF.AA. con el
pueblo, una intención que el Ejército refuerza con la apertura de sus
hospitales militares a la sociedad civil, la apertura de los cuarteles para que
los niños y la juventud practiquen deportes (…) Así, en el trabajo compartido
se logra materializar la síntesis de ejército y con el pueblo todo de la República , punto de
partida indispensable para hacer realidad un proyecto nacional de paz y
grandeza. Unidos en la tarea constructiva, colocando los intereses nacionales
por sobre cualquier otra consideración seremos capaces de hacer realidad
nuestras aspiraciones de una Argentina mejor, mas libre, mas dueña de sus
decisiones (…) y en la que sus hijos encuentren el contorno apropiado para
hacer posible su realización espiritual y material
[48].
Carcagno reafirmaba la línea “peruanista” de acuerdo
con la izquierda peronista que sostenía desde su asunción; y lo hacia en medio
de la ofensiva política del peronismo tradicional contra la izquierda del
movimiento. Parecía no acusar recibo de las presiones de la derecha, ni de las
críticas al interior de su fuerza, ni de la posible censura de Perón. ¿Qué pudo
haber evaluado Carcagno para mantenerse firme y no “hacer política”,
retrocediendo un paso? Quizás la convicción de que fuera de él no había
recambio dentro del Ejército; quizás la seguridad de que el proyecto nacional
de Perón, más allá de las presiones de grupos de derecha, debía contar con él y
sus camaradas como único grupo militar en condiciones de respaldarlo; quizás la
certeza de que el líder moriría antes de que pudiera reemplazarlo. No sabemos,
pero lo cierto es que, a pesar de la censura, el general Carcagno continuó en
la línea iniciada el 25 de mayo. A continuación de Carcagno habló el gobernador
Oscar Bidegain quien dio un discurso acorde a la concepción de Unidad Nacional
que Montoneros sostenía en ese momento.
Tal como recuerda Ernesto Jauretche, creían estar
discutiendo de igual a igual con el Estado Mayor del ejército, ser un
organización que peleaba por el poder real y el futuro del país y lo hacia en
el nivel más elevado. El “Operativo” fue parte de un momento muy particular, en
el cual la
Organización Montoneros había alcanzado a estar ubicada en
las estructuras del Estado con un margen de legitimidad y autonomía
importantes. Pero solo fue “un momento” dentro de una coyuntura estratégica que
se resolvió punto por punto en forma negativa para los guerrilleros.
A modo de cierre
El “Dorrego” marcó el
punto más alto de la política pública de Montoneros frente a las FFAA en el año
1973. Fue epicentro de fuertes debates y censuras de la izquierda
revolucionaria y el peronismo clasista, que presionaron públicamente e hicieron
mella en las bases radicalizadas de la guerrilla peronista. Pero fue sólo parte
de una estrategia más amplia que se implementaba en ese momento en relación a lo
militar. Los contactos y acuerdos con la conducción de Carcagno fueron más
amplios, estratégicos y se manejaron en forma secreta. Se relacionaban tanto
con políticas de largo alcance de ambas partes de cara a un futuro que
visualizaban de agudización de los conflictos políticos, como en relación a
políticas de Estado. El quite del apoyo de Perón a Carcagno a fin de año obligó
a la renuncia del jefe militar y significó el principio del fin para la
política montonera en ese terreno.
Bibliografía
Caviasca, Guillermo. (2013) Dos caminos. La
Plata De la
Campana
Caviasca, Guillermo. (2017) La hipótesis Carcagno. Bs. As. Punto de Encuentro
Fraga, Rosendo. (1998). Ejército
del escarnio al poder. Bs. As. Emecé
Perdía, Roberto Cirilo (2013) Montoneros.
El peronismo combatiente en primera persona. Bs. As. Planeta
Diarios y revistas
Clarín
5 de Octubre
El Descamisado
N 21 – N 22 – N 23 – N 24
Entrevistas
Añon, Juan
Carlos. Entrevista, Díaz, Gabriel, Buenos Aires, 4/04/2005
Brontes, José. Entrevista Díaz, Gabriel y Vega Sergio, Buenos Aires.
22/04/2005
Cesio, Juan Jaime. Entrevista del Daniel Mazzei. Buenos Aires,
24/06/2006
Flashkamp, Carlos. Entrevista, Caviasca,
Guillermo, Buenos Aires, 24/06/2004
Jauretche, Ernesto. Entrevista, Caviasca,
Guillermo La Plata
15/02/2013
Pancho (Seudo). Entrevista Díaz, Gabriel, Buenos Aires, 18/02/2005
Perdía, Roberto Cirilo. Entrevistas, Caviasca, Guillermo,
Buenos Aires, 30/04/2005 y 20/09/2012
Urien, Julio César. Entrevistas, Caviasca,
Guillermo, Buenos Aires, 20/08/2015 y 10/05/2016
[1] Doctor en Historia de la Universidad de Buenos
Aires. Ejerce tareas docentes y de investigación en la Facultad de Filosofía y
Letras de la UBA ,
en la cátedra Historia Social General y en la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de La
Plata Historia Argentina Contemporánea. Es titular del
seminario “La cuestión militar en la argentina del siglo XX”. Autor de libros y
artículos de historia argentina. Ensayos, investigaciones, académicos y
periodísticos. Blog: quedudarnoteparalice.blogspot; Mail: helicopterox@yahoo.com.ar
[2] Señalamos que eran “parte” para indicar que su
participación en el Estado en ese periodo estaba inmersa en una dura disputa al
interior del movimiento que se iría resolviendo desfavorablemente para los
revolucionarios peronistas con el paso de los meses.
[3] Hablamos de “estrategia directa” o “indirecta” en el
sentido que Sir Basil Lidell Hart define en sus trabajos.
[4] Agradezco al profesor Gabriel Díaz que me haya
permitido utilizar las entrevistas por él realizadas la cuales completan en
forma indispensable las fuentes orales que recopilé para la realización de esta
investigación.
[5] “La JP
explicó su plan comunitario”, Buenos Aires, 5/10. Recorte en el archivo
personal del autor sin datos de página. Díaz,
Gabriel y Vega, Sergio, (2009) “Operativo Dorrego (1973). La institucionalidad
fallida”. En: Voces Recobradas Revista
de Historia Oral N 12, Bs. As. Pág. 32.
Es destacado el hecho de que para Montoneros el problema era una
“camarilla militar” y no las FFAA en general. Primer elemento clave en la
distinción entre la visión respecto de las FFAA de Montoneros y la “izquierda
revolucionaria”.
[6] Perdía, Roberto Cirilo, entrevistas del autor, Buenos
Aires, 30/04/2005 y 20/09/2012.
[7] Urien, Julio César.
entrevistas del autor, Buenos Aires, 20/08/2015 y 10/05/2016. Actual Teniente
de Fragata en 1972 protagonizó un levantamiento militar de apoyo a Perón en su retorno
del 17 de noviembre. La unidad de Azul había sido parte de un levantamiento
nacionalista en 1971 del que participaron varios oficiales que, expulsados de
la fuerza, se vincularon posteriormente al peronismo y mas tarde fundaron el
CEMIDA.
[9] Consejo superior de la Juventud Peronista
(1973) “Juventud Peronista en la reconstrucción nacional” en diario Clarin 5/10, pag. 18. La
palabra “reencuentro”, es destacada por nosotros, y evidencia el mensaje
montonero: los militares no eran todos, o no fueron todos ni siempre, enemigos.
[10] Es de destacar que el OD se realizó con el golpe
palaciego contra Cámpora ya realizado, en el inicio de una dura ofensiva de la
derecha peronista y la mayoría del aparato partidario y sindical contra
Montoneros y la izquierda peronista en general.
[11] Fraga (1998), Ejército.
Del escarnio al poder, Bs. As. Planeta. Pág. 70
[12] El Peruanismo fue
una corriente dentro de las FFAA latinoamericanas que ponía énfasis en la
cuestión de la Dependencia
y el desarrollo social. Y consideraban a la guerrilla una consecuencia de la
pobreza y el atraso que desaparecería con transformaciones estructurales de la
sociedad que implicaran el progreso y bienestar. Se denominó así porque su
máxima expresión fue el gobierno del General Juan Velasco Alvarado entre 1968 y
1975 en Perú.
[13] Para esos meses circulaba un “Memorándum reservado”
escrito por algunos oficiales cercanos a la UOM , con el objetivo de influir a Perón en contra
de la oficialidad peruanista aliada a Montoneros. Recchi (junto con Cesio y
otros) es uno de los militares que aparece mencionado como “gorila” en el
“Memorándum Reservado”. Esta maniobra de inteligencia fue en respuesta al OD y
la política de Montoneros en general (escrito por el Coronel (RE) Perémoli,
vinculado a la UOM ,
quién fue poco tiempo después hombre clave del grupo económico liderado por
Amalia Lacroze de Fortabat). El Memorándum mencionaba a varios militares,
algunos muy cercanos a Carcagno, como parte de una maniobra antiperonista
destinada a preparar al ejército para realizar un golpe e impedir que los
verdaderos peronistas ascendieran a puestos importantes de conducción. Debemos
recordar que para el mismo momentos había sido muerto José Ignacio Rucci lo que
sin dudas agudizó las contradicciones. Pero también poco tiempo después la
comandancia del ejército manifestaba su preocupación por los ataques que estaba
sufriendo la JP.
[14] La Opinión , diario independiente de la mañana,
5/10/1973. Clarín 5/10/1973.
[15] “Yo llego, Bidegain me pone en ese lugar que era de
inteligencia, de manejos con los intendentes y todo eso, pero me da una labor
netamente política, la saca del área en que estaba, que era una cosa así
secundaria, y me da una tarea política de manejo con los intendentes y los
consejos deliberantes de toda la
PBA. Visité 90 municipios en 9 meses, y me dediqué a hacer
relaciones políticas con cada uno. Las hacía en nombre de Bidegain y en nombre
del ministro de gobierno, que era Uriza, que no era montonero. Uriza era el
líder de un grupo de abogados de La
Plata , que era jauretchiano y la peleaba. Bidegain no puso
ningún ministro montonero, ninguno de los ministros era montonero”. Jauretche,
Ernesto, entrevista y transcripción del autor La Plata 15/02/2013.
[17]
Ídem.
[18] Clarín (1973), “Se lanzó el Plan de Reconstrucción del área
bonaerense inundada”, Buenos Aires, 5/10, pag. 19.
[19] Pancho (Seudo), entrevista y transcripción: Díaz,
Gabriel, Buenos Aires, 18/02/2005. Parte de las entrevistas a Pancho
(seudónimo), Brontes, José y Añon, Juan Carlos fueron publicadas en el artículo
de Díaz, Gabriel y Vega, Sergio, (2009) Op. cit.
[20] Añon, Juan Carlos, entrevista, Díaz, Gabriel, Buenos
Aires, 4/04/2005, Idem.
[21] “El Operativo Dorrego” (1973). En: La
Opinión , El diario
independiente de la mañana, Buenos Aires, 7/10. Recorte en el archivo
personal del autor sin página visible. Revista
de Historia Oral op. cit. Pág. 32.
[22] Jauretche. (2013). Op. cit. El planteo de Jauretche es
muy positivo, quizás para intentar poner énfasis en la discrepancia, que
remarca, con las interrelaciones “conceptualmente” negativas que se impusieron
durante décadas desde gran parte de la izquierda y los organizamos de DDHH:
[23]Brontes, J. entrevista Díaz, Gabriel y Vega Sergio,
Buenos Aires. 22/04/2005.
[26] La existencia de dos campamentos y de los jefes
reunidos balanceando o planificando las acciones del día o el siguiente, no
deja de ser una forma lógica de funcionamiento militar. Claro que podría haber
sido mas flexible (no mucho más, asambleas de discusión no es lógico), como
pudo ser un escenario favorable a que
los malintencionados trabaran con mayor facilidad los hipotéticos contactos.
[33]
Señalaba
Firmenich entre otras cosas que los militantes les faltaba encuadramiento y
disciplina para avanzar con éxito en la política y que para el futuro que
avizoraban necesitarían para triunfar al menos que una o dos divisiones del
ejercito operaran de su lado.
[34] Caviasca Guillermo (2008) “La cuestión militar y las
organizaciones guerrilleras argentinas” En línea: http://eltopoblindado.com/files/Articulos/09.%20Organizaciones%20de%20origen%20marxista/Caviasca,Guillermo.%20La%20cuestion%20militar%20y%20las%20organizaciones%20guerrilleras%20argentinas.pdf,
[35] La revista Militancia
para la liberación nacional, era orientada por Rodolfo Ortega Peña y
Eduardo Luis Duhalde, expresaba posiciones de la izquierda peronista
especialmente cercanas a Peronismo de Base y a la interlocución con el PRT.
[37] Flaskmapf, Carlos. Entrevista del autor, Bs. As,
24/06/2004. Era un oficial provente de FAR
responsable de una UBC (Unidad Básica de Combate, o de Conducción como
se denominó en esos meses).
[44] “Estamos con los que están con la liberación” (1973), El Descamisado Nº 24, 23/10, pag. 16.
[45] Sin embargo Cesio (2006) insiste en que la ausencia
se debió a “razones de salud”, aunque admite que “López Rega y Lorenzo Miguel”
operaban sobre el general. Entrevista de Daniel Mazzei. La hipótesis de la
débil salud no debería ser descartada en aras de una explicación de desagrado
político o maniobras, también muy plausible. Pueden haberse complementado ambas
cosas.
[46] Los rumores circulaban entonces acompañando las
maniobras de inteligencia y/o discusiones reales. El Combatiente señalaba en forma destacada que Montoneros preparaba
un golpe junto a los “peruanistas” para realizar una “revolución nacional” sin
sangre. Todo basado en las inquietudes que generaba en diversos y antagónicos
sectores la relación de Montoneros con el Ejército cuya expresión fue en ese
momento el “memorándum”.
[47] Anaya sucedió a Carcagno, se mostró disciplinado a
Perón, pero desecho las políticas que Carcagno había iniciado tanto a nivel
continental como interno de acercamiento hacia corrientes “antiimperialistas”.
La “subversión” reapareció en su discurso, aunque en consonancia con el clima
político general.
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