Guillermo Caviasca
UBA/UNLP
Relación empréstito Baring y la cuestión del rosismo
Este artículo
esparte de un trabajo más amplio sobre algunos aspectos del periodo en que Juan
Manuel de Rosas fue una figura determinante en la política Argentina. Aborda los
aspectos referidos a la cuestión de la
Deuda externa. Para este periodo el empréstito es el de la
casa Baring Brothers, contraído en 1824. No es un trabajo que se centre en
detalles económicos ni políticos, sino una interpretación de ambos a nivel de
“economía política” y su relación con el despliegue concreto de las contradicciones
sociales del periodo.
Introducción
El origen de la
deuda externa, o más bien del primer proceso de endeudamiento, coincide con el
ascenso de Rosas como figura política. Si bien hubo sondeos anteriores, el
primer empréstito data de la gestión de Martín Rodríguez en la PBA a partir de 1820 con los
ministros Bernardino Rivadavia y Manuel García[1]
como hombres clave. En 1822 comienzan formalmente las tratativas. Es el mismo
periodo en que Rosas se transforma en hombre fuerte decisivo, que culmina como
“mito”: “El Restaurador”. Creemos que este ascenso esta relacionado con un
proceso de luchas sociales que cruzan de forma compleja a las clases sociales
rioplatenses. Es la conclusión política de la crisis a que la “feliz
experiencia”[2] lleva a la nación, es
parte de políticas desacertadas que abarcan lo institucional, diplomático, lo
económico y la relación con un amplio abanico de clases sociales. En lo
económico es una de las facetas que impulsa la crisis, y el posterior repudio
rosista a la administración que había ayudado a colocar y sostener en 1820, es
la financiera y el empréstito Baring Brothers en particular.
Entre 1822 y
1826 Inglaterra concedió diez empréstitos a las ex colonias españolas. Según
menciona Scalabrini Ortiz, estos empréstitos habían sido contratados al 75%, y por
una serie de condiciones que hacían a los mismos, Inglaterra desembolsó una
suma real de 7 millones de libras pero la deuda hispanoamericana era de 20.978.000 libras [3].
Eran parte de una decisión británica de competir con los EEUU y Francia por la
influencia sobre las nuevas repúblicas. A éstos se sumaron una cantidad de 29
compañas formadas para explotar diversos productos principalmente mineros con
una inversión nominal de 17 millones de libras, pero real de 3 millones. Lo que
transformó a la City
londinense en acreedora por más de 35 millones habiendo desembolsado solo 10
millones
La primera gestión
de un empréstito fue en 1818 con el objeto de financiar la construcción de una
flota que debía permitir la realización de la campaña el Perú. Fue rechazado
por el negociador rioplatense Norberto de la Riestra al considerar sus condiciones “monstruosas
y vejatorias”. Como sabemos el ejército y la campaña al Perú se financió
internamente entre las Provincias Unidas y Chile. Las condiciones de saqueo
rechazadas en 1818 fueron similares a las presentadas como promisorias en 1824.
Como vemos todas
las nuevas repúblicas se endeudan. Este proceso tiene dos caras, una en la City financiera británica,
que cuenta con enormes excedentes de capital producto de ser sede de la primera
revolución industrial, ser victoriosa en la guerra con Napoleón, y por lo tanto
el hegemón militar (naval que es lo más importante en ese periodo para nosotros,
ya que materializa los vínculos comerciales en una época en que el imperialismo
era comercial) y económico. Y otra de raíz local que a su vez tiene dos
aspectos. Uno material, la idea impulsada por algunos sectores de la elite dominantes
especialmente las casas comerciales (británicas, cada vez mas fuertes, y
argentinas) y sus agentes financieros, que con divisas podrían realizar más
aceitadamente sus negocios; y el Estado financiar mas ampliamente sus gastos. Y
otra ideológica que sostiene que endeudarse es sano aunque no sea necesario. O
sea todo muy actual.
Después de la
derrota del directorio por parte de las fuerzas federales (hasta ese momento
artiguistas), las Provincias Unidas se disuelven como entidad política, cosa
que sucede en paralelo con la derrota de Artigas y la disolución de la entidad
política alternativa, la Liga
de los Pueblo Libres. O sea desaparece toda autoridad nacional, aunque no la
idea e intención de que exista. Por eso la idea de convocar a un congreso surge
de forma inmediata (especialmente a través de Juan Bautista Bustos en Córdoba y
López en Santa Fe).
A pesar del
triunfo federal la reorganización de la
PBA se da bajo un régimen liberal, cuya dirección se
encontraba más cercana a los intereses del capital comercial hegemónico en el
puerto y con intenciones de recuperar la conducción nacional. Así el nuevo
gobierno del General Martín Rodríguez y sus hombres fuertes Bernardino Rivadavia
y Manuel García, iniciaron un proceso de reformas institucionales y le dieron
una dirección económica por la cual venían bregando desde hacia años. García,
ya en la Asamblea
del año XIII, exponía la necesidad de abolir las trabas a los comerciantes y abrir
al capital extranjero las minas y el crédito.[4]
El 28 de noviembre de 1822 se aprueba una ley en la que la PBA , revistiendo su soberanía
absoluta, sale a buscar un empréstito, que como señala el artículo 2 de dicha
ley, solo podría “circular sino en los mercados extranjeros”, obligando así a
recurrir a plazas externas de crédito.
El Empréstito
En nuestro caso
la casa Baring prestó a las Provincias Unidas 1millón de libras. Pero en
realidad esta es la deuda que el Estado reconoce y por la cual debe pagar
intereses y capital. Porque los títulos de deuda son colocados a 70% o sea que
se prestan 700mil libras. A si vez se descuenta el 12% por intereses
adelantados 120mil libras, y un 1% de amortización adelantada (10mil libras dos
cuotas), lo que hace que la cifra prestada realmente sea de 570mil libras.
Además se pagan 17300
libras de comisiones y gastos. Lo que deja finalmente el
préstamo en 552700
libras . La amortización era de 5mil libras anuales y la
tasa de interés del 6%. La amplia mayoría del préstamo fue en bonos y letras de
cambio una mínima parte en metálico. O sea que de Inglaterra no salió nada más
que papeles de crédito, que en su mayoría fue a comerciantes británicos. No es
cuestión de analizar aquí los detalles del préstamo, ni como se gastó, ni las
maniobras que permitieron tamaña estafa, ni como se enriquecieron sus beneficiarios,
sino presentar el tema que debía encarar el gobierno local[5].
Según Ferns[6]
el total que debía pagar el gobierno anualmente (65000 libras de
capital e intereses) era una cifra “grave, pero no intolerable”. Creemos que se
equivoca, para una economía primitiva en sus primeros estadio de desarrollo y
con temas de organización nacional pendientes, esa carga era imposible.
Únicamente que se pensara un tiempo prolongado de paz y de expansión de la
frontera agroganadera, de llegada de mano de obra y de expansión de actividades
transformadores que permitieran un crecimiento económico con excedentes
suficientes para que esa carga solo fuera una parte de la riqueza. Pero eso no
era así. Ya que como veremos ni siquiera ese millón de libras llegó realmente a
estas tierras y lo que llegó fue a manos británicas. De hecho Ferns señala que significaba
el 13 % de todos los ingresos en el mejor año hasta entonces, que fue uno sin conflictos
y con el más alto intercambio comercial. De hecho la opinión negativa de los
federales en ese mismo momento, o en análisis en las décadas posteriores, dan
cuenta de una racionalidad sencilla y más aproximada a la realidad.
Según Ferns[7]
fue el año 1824 el año de mayor expectativa y expansión las propuestas
relacionadas con el Río de la Plata. Ese
año las exportaciones británicas superaron el millón de libras. En 1850, un año
intermedio entre el fin de la intervención anglofrancesa y la última coalición
que derrotó a Rosas, las exportaciones británicas no alcanzaban el millón. Si se
establecía un promedio que tuviera como origen ese año promisorio en
expectativas, proyectos de inversión y reformas amigables y la caída de Rosas,
el comercio con el Reino Unido sería de unas 700 mil libras por año. También
esta relación de estancamiento, que es de retroceso en realidad, se ve en la
entrada de buques al puerto y el tonelaje. El autor indica que el comercio con
Francia, los Estados Alemanes y los EEUU fue más promisorio en su evolución.
Los intereses británicos y reformas en el Río de la Plata
En 1824 el
parlamentario y destacado jurista liberal Sir James Mackintosh solicitaba en el
parlamento británico el reconocimiento de las independencias hispanoamericanas
aduciendo el incremento del comercio, esta petición iba acompañada por el apoyo
de ciento veintisiete comerciantes de la City. Expresaba la
maduración de una idea que se venía desarrollando desde los últimos tiempos del
siglo anterior: “adueñarse”[8]
de las colonias españolas. Había dos formas en la agenda de la elite. La
militar y la económica, ambas fueron utilizadas y se relacionaban con las condiciones
internacionales, pero sobre todo con los partidos que se encontraban a la
cabeza de la monarquía. Sin embargo en las discusiones británicas esta claro
que para que la penetración de sus intereses prosperaran los estados latinoamericanos
debían tener una “forma” apropiada, con políticas apropiadas.
Es importante
destacar que tanto el empréstito como las sociedades mineras que se formaron en
ese entonces se correlacionaban directamente con la evolución de la política
nacional de Rivadavia. Que implicaba la necesidad de existencia de un gobierno
central con atribuciones plenas sobre el conjunto del territorio y de sus
rentas. Para ello se forma el congreso de 1824 que sanciona la constitución
unitaria de 1826 y permite la asunción de Rivadavia primero como presidente de
transición y después como presidente constitucional. Aunque no esta demás
señalar que la decisión del tipo de constitución fue fraudulenta tergiversando
la opinión mayoritaria. Ambas cosas, la constitución y la presidencia de
Rivadavia fueron efímeras, pero las deudas tomadas no. Dijimos que la gestión
de Rivadavia y de Manuel García[9]
comenzó en 1820 en la PBA
bajo el gobierno de Rodríguez. Aquí se parió el andamiaje económico
institucional de la deuda: se materializaría con una presidencia nacional y una
constitución unitaria; con el tratado Anglo-argentino de nación mas favorecida
y de protección de inversiones de 1825; la ley de enfiteusis de abril de 1822,
que mas allá de sus efectos sobre la propiedad (o ausencia de propiedad) de la
tierra colocaba como prenda de garantía la tierra pública de la provincia[10]
y con la creación del Banco de Descuentos/Banco nacional[11]
con un paquete accionario mixto y con hegemonía de los comerciantes británicos
en su directorio. Como vemos un paquete de medidas estructurales destinadas a
crear un andamiaje capaz de sostener la vinculación, comercial, financiera y de
inversiones con seguridad y altos beneficios para Gran Bretaña, su City, sus comerciantes,
sus inversores y sus socios[12].
Tres fueron las ramas de inversión británica: minas, empresas de colonización y
la deuda Baring[13]. Todas fracasaron
estrepitosamente con grandes perdidas para los inversionistas británicos, salvo
en el largo plazo el empréstito que se pago con completo, con una alta
cotización y con grandes intereses después de la caída de Rosas.
Fue la Provincia de Buenos
Aires hasta tanto el Estado nacional se formó la que se hizo cago de las
deudas, por eso es Rosas quien debió encarar este desafío al hacerse cargo del
gobierno de la PBA
y con el de los compromisos externos de la Confederación acorde
a lo acordado en el Pacto Federal.
Para esas fechas
las provincias negociaban la naturaleza de la organización nacional a construir.
El representante de Corrientes realizaba lobby por la adopción de una política
proteccionista. Cuenta en sus memorias que se encontró con Manuel García (¡ahora
ministro de Rosas, y de Balcarce y Viamonte!!!! Increíble; fue expulsado y
perseguido por “El Restaurador” en su siguiente gestión). El relato de Ferré no
tiene desperdicio. “Trataba yo en visita particular señor Don Manuel José García,
en Buenos Aires, sobre la importación de frutos del extranjero, que produce
nuestro país en abundancia, y sobre el fomento de la industria en todo aquello
que el mismo país nos lo esta brindando (…) García procuraba eludir mis razones
con otras puramente espaciosas (…) entonces le dije que prometía callarme y no
hablar jamás de la materia si me presentaba
por ejemplo, alguna nación que en su infancia o en mediocridad, hubiese
conseguido su engrandecimiento sin adoptar los medios que yo pretendía se
adoptasen. El Señor García confesó que no tenía noticia alguna, pero que nosotros
no estábamos en circunstancias de tomar medidas contra el comercio extranjero,
particularmente inglés, porque hallándonos empeñados en grades deudas con
aquella nación, nos exponíamos a un rompimiento que causaría grandes males”[14].
El mismo hombre que promovía los endeudamientos y la eliminación de toda traba,
y una vez endeudados argumentaba que a causa de ese endeudamiento había que
sostener determinada política económica (un precoz hombre del FMI). No es
cuestión de validar el marco político de Rosas o el de Ferré en la disputa al
interior de los signatarios del pacto Federal, pero sí la cuestión de política
económica de largo plazo en discusión.
El empréstito
con la casa Baring Brothers se realizó en 1824 y acorde a las cláusulas del
mismo las primeras cuotas se retuvieron[15].
Se dejo de pagar a partir de julio de 1827 cuando se abonó el último servicio y
permaneció suspendido hasta 1857. Con sólo dos cuotas pagadas, en medio de la
guerra con Brasil por la liberación del la Banda Oriental y la posterior
caída de Rivadavia; Dorrego, quien había sido un fuerte crítico a la gestión
rivadaviana, tanto en lo institucional, lo militar, lo diplomático como en la
política financiera, asume. Lo hace en medio de una guerra civil y otra
internacional con las finanzas de la provincia al límite y suspende el pago[16].
El último
intento de endeudamiento externo del periodo rosista de propuso en 1833. La
crisis de las finanzas provinciales con sus altibajos se agudizó después del
primer gobierno de Rosas. La “austeridad” y ajuste de gastos del Restaurador, no
era una virtud de sus continuadores o al menso no estaba capacitados para
encarar una política que alcanzara en consenso de los diferentes grupos
sociales que abarcaban en frente federal triunfante. En medio de una crisis
política dura y del despliegue de las consecuencias de la “Revolución de los
restauradores”, el (infaltable) ministro de hacienda García, presentó un plan
económico para sanear las finanzas provinciales. Fue bajo el gobierno de
Viamonte y La Gazeta publica su propuesta el 30 de diciembre
de 1833.
Básicamente
García dice que la deuda interna se habían multiplicado por cuatro desde 1821 y
que se habían acumulado 400mil libras de intereses no pagados de la deuda
Baring. García proponía un retorno al patrón oro para frenar la emisión sin
respaldo, una política recesiva. Y la base de todo estaba en programar el pago
los intereses y amortizaciones de la deuda (un total de 1836000 pesos plata),
destinando a esto 550 mil por año (sólo para la deuda). Esto era imposible para
las arcas provinciales, por lo que proponía negociar un nuevo empréstito para
pagar en anterior ¡todo un vanguardista! La legislatura rechazó el proyecto de
Gracía y continuó con métodos de deuda interna. La deuda externa siguió sin
pagarse y fue el último intento de endeudamiento hasta la caída de Rosas.
Rosas y el empréstito
Hasta 1838 el
gobierno de Rosas no atendió el tema de la deuda, aunque siempre se preocupó en
mandar mensajes conciliadores. En 1838 “El Restaurador” indica a Manuel Moreno
(encargado de negocios en Londres) que inicie el dialogo con la casa Baring
(aunque no se paga nada hasta 1844). Entre otras cosas es al conocido sondeo
informal sobre Malvinas[17].
No debe sorprender que busque un acercamiento a los acreedores al inicio de la
intervención francesa. Otro dato que no
era menor se sumaba al impulso dado al diálogo: la acumulación como una bola de
nieve de intereses que para 1842 elevaron la deuda hasta el millón novecientas
mil libras. Por otro lado la caída de la cotización de los bonos era notoria,
al 50% de su valor cotizaban en bolsa, con el fin de la guerra su cotización se
elevó, con la caída de Rosas llego casi al 80% y con el triunfo de Mitre al
96%, la opinión de la bolsa era clara. Pero el interés de los bonista en la paz
también y la paz beneficiaba a la Confederación que era la agredida.
El dialogo con
los Baring es una acción que tuvo un claro carácter de presión diplomática
hacia las potencias interventoras (desde 1841 Inglaterra se suma a Francia en
las acciones agresivas sobre el Plata). A fines de 1843 Rosas transmite al
representante de la Baring
que estaba dispuesto a hacer los esfuerzos necesarios para pagar el empréstito,
que estaba dispuesto a ajustar el pago a las posibilidades del tesoro y
esperaba facilidades, si se daban cumpliría. Francisco de Palacieu. Falconett[18]
(enviado por la Baring
en 1842) propuso que se realizara el pago de 5000$ oro o papel mensuales, que
no implicaban una nueva carga a la tesorería bonaerense ya que sería abonado a continuidad
de una indemnización que Rosas había acordado con esa nación por el tema de los
“súbditos franceses” en aras de la paz. Falconett reconoce que es una muy módica
suma, pero que sirve como muestra de confianza, y quedarían en la tesorería
hasta tanto se llegara a un arreglo definitivo en virtud del cual estos
depósitos irían a cuenta de pagos posteriores de normalizada la situación.
El Archivo Americano[19] reproduce el debate en la legislatura sobre el tema: señalaba Rosas
que “Las representaciones que han dirigido reiteradamente los señores Baring
Hermanos y Ca. han sido constantes en los diez y seis años que han transcurrido
desde la suspensión de pagos de dividendos; no era posible ya al gobierno dejar
de atender cuando el Señor Falconett (…) se presentó a reproducir aquellas
representaciones (…). Sin embargo de la conformidad en diferir el arreglo
conveniente al tiempo de reestablecimiento de la paz”. Continúa “El Restaurador”
afirmando a la legislatura que era necesario sostener el crédito y el honor del
país en el exterior, cumpliendo las obligaciones suspendidas sólo por motivos
poderosos y justos.
Sin embargo es la Legislatura en la
última argumentación del cuerpo donde el diputado Lorenzo Torres[20]
define las razones de la aprobación de la propuesta. Señala que la voluntad de
cumplir el pago con “un plan de forma gradual” esperando que “exista reciprocidad”
entre las potencias europeas y la voluntad americana de hacer honor. Y mas
adelante la legislatura señala que ese cumplimiento gradual y trato recíproco
en igualdad entre naciones se hace con el objeto de lograr un arreglo que
“permita el pago definitivo (…) de la deuda con que gravó al Estado en 1824, la
ominosa Administración de los salvajes Unitarios” y se extiende con una breve
descripción de lo que a los ojos de los contemporáneos había significado el empréstito
Baring, señalando el objeto de “subordinar a la patria a la influencia
extranjera”. Sigue Torres sosteniendo que a pesar de esta situación lo
conveniente es llegar a un arreglo que permita que el Estado sostenga su buen
nombre y no le implique esfuerzos imposibles, atendiendo además a tiempos de
crisis. Creemos que este discurso del diputado Torres en la legislatura, incluido
en El Archivo Americano, es la
posición oficial de la
Confederación y del rosismo.
El Archivo también
reproduce la carta de Falconett, presentada al Ministro de Hacienda en el mes
de febrero anterior a la sesión de la legislatura. Es interesante ya que allí
el enviado de Baring argumenta la necesidad de que el gobierno de Rosas pague
algo aunque sea como muestra de buena voluntad para tranquilizar a los bonistas,
o sea que el mismos esta dispuesto a esperar. Pero en un inicio introduce el
tema de Malvinas “Hace cerca de un año que tuve el honor a la última nota que
VE se dignó dirigirme proponiéndome, a nombre del gobierno de Buenos Aires, la
cesión de las Islas Malvinas, como medio de transacción por el pago del dinero
debido a mis comités” luego continúa con la explicación de que sus
representados ya no pueden esperar, y que debe haber algún tipo de resolución,
sin insistir ni mencionar más este tema de Malvinas ni el gobierno volverlo a
hacer. Se debate en la legislatura la propuesta de Falconett y se aprueba el 9
del mes. Malvinas no aparece nuevamente en la negociación, ni en ningún
discurso al respecto.
Es de destacar
que en un asunto tan importante y disponiendo de facultades extraordinarias y
suma del poder público Rosas somete a discusión y aprobación en la legislatura
la propuesta de Falconett. Una vez aprobado Rosas ordenó que se devengara
inmediatamente 5000$ a cuenta del representante de la Baring. El acuerdo de
buena voluntad implicaban unos 60mil $ anuales, para unas rentas provinciales
que rondaban los 2millones $ fuertes. El acuerdo era una leve concesión ya que implicaba
solamente el 1% del capital anual[21]
(un 20 % de lo que estipulaba en empréstito), como “para demostrar voluntad” e
incitar al mundo financiero a oponerse a la intervención (como también
realizaría con las casas comerciales británicas y francesas locales
perjudicadas por el bloqueo). O sea, en resumen, Rosas paga varias
mensualidades acordadas con Falconett desde mayo de 1844 hasta octubre de 1845,
luego suspende a partir de la agudización de la agresión anglo-francesa hasta
la firma de los acuerdos con las potencias y reanuda en 1850 y 1851, es un
total de casi 44mil libras una cifra menos a la de un sólo año de intereses.
Terminando la Guerra del Paraná y en el
marco del proceso de aprobación de paz con Inglaterra y Francia, mientras en
parlamento ingles debatía las condiciones impuestas por Rosas se reanudaron las
negociaciones y propuestas. Se ordenó al ministro argentino en Londres se
invitase a los accionistas del empréstito Baring a comprarle al gobierno
argentino el derecho por 15 años de disponer el guano y exportarlo de todas las
islas y costa patagónica, como asimismo el salitre, sales en general, barrilla
yeso metales y pesca de anfibios, debiendo la cantidad que ingresara al erario
ser devuelta como pago del empréstito de Inglaterra de 1824[22].
Y sin perjuicio de seguir la negociación mando liquidar 5000 $ fuertes como
continuidad del acuerdo Falconett.
Esta propuesta
fue hecha sin dejar de protestar por las acciones unilaterales de Inglaterra en
la zona de la Patagonia
y Magallanes, pueden ser vistas desde dos ángulos. Uno sobre la voluntad del
gobierno de Rosas de entregar a la explotación al capital extranjero enormes
recursos supuestos en la
Patagonia e Islas del atlántico sur como tributo a la deuda
externa. Aunque aún así, esto podría ser matizado ya que no había prácticamente
presencia argentina en la región, sólo en Patagones y a través de los indígenas
que reconocían tratados muy laxos. Y en frente estaban los ingleses
posesionados de las Malvinas justamente a partir de incidentes acaecidos por la
decisión bonaerense de frenar, regular o hacer pagar impuestos a los buques
extranjeros.
Por eso, desde
otro ángulo y tomando como base las reiteradas protestas argentinas por la
ocupación de Malvinas y esta nueva mencionada por las actividades en Patagonia
y Magallanes, podemos pensar que era un hecho de reafirmación indirecta de
soberanía si una casa tan importante como Baring participara de una concesión
económica en una región en parte ocupada, en parte en disputa y en parte
desierta. Si lo hacia a través del gobierno de Buenos Aires, estaba
reconociendo la soberanía. Además estas riquezas (no verificadas) atraerían
población, nuevos puertos y establecimientos para poder ser realizadas. Claro
una con cesión tan amplia en un territorio con presencia del Estado casi nula,
crea (a similitud de La
Forestal medio siglo después) un estado dentro de un Estado,
tipo las compañías coloniales mercantilistas de los siglos XVII y XVIII. Todo
depende de cómo el gobierno atienda el asunto. Sin embargo Baring lo interpretó
como una maniobra destinada a poner en cuestión asuntos de soberanía y declaro
que no convendría con Buenos Aires esta cuestión ya que no estaban convencidos
de que la soberanía de la
Confederación fuera segura.
También muestra
que desde 1828 y durante el largo conflicto el gobierno no pago el empréstito
(tampoco estuvo en agenda tomar deuda), Rosas insistió en que el pago debía
reunir condiciones políticas y económicas aceptables, y que la deuda tomada
había sido un error. Realizó una campaña
a través de los tenedores de deuda Argentina señalando esta situación para que
presionaran al gabinete ingles por los perjuicios. La explotación en Patagonia
fueron propuestas que no se materializaron, porque las riquezas no eran tales,
ya se extraían desde Malvinas las posibles, y porque el gobierno ingles se
percató del riesgo, comprendió que la Argentina no estaba en condiciones de imponer
soberanía y que cualquier negociación en los términos de Rosas implicaba
iniciar una discusión en un tema en el que, si discutía, perdía posiciones.
Aunque es claro que la maniobra rosista respecto de presionar al enemigo de
todas las formas, hizo que también en Inglaterra las presiones para aprobar las
muy duras condiciones de paz aumentaran. Por lo tanto puede considerarse
exitosa la política.
Acuerdo con
Falconett de pagar 5000 $ mensuales acordados en 1844 duró solo hasta 1845.
Pero las discusiones se reanudaron en 1848 después de que Inglaterra y Francia
reconocen los derechos de la Confederación. Sin embargo esto es sólo una
módica suma de hecho la deuda se incrementa solo por intereses acumulados hasta
las 2300000 libras
en 1852.
Precisiones de interés
Cabe una mención
de cual era el pensamiento de Rosas, el real, respecto de la deuda existente.
“Sabe usted cual es el origen del empréstito con Inglaterra, sus condiciones,
su objeto, su aplicación, sus funestísimos efectos. Contraído del modo mas
perjudicial en todos los aspectos, por una administración de salvajes unitarios,
sin plenitud ni legitimidad de mandato para ese fin, fue legado con el penosos
recuerdo de la malversación inmoral en que fue envuelto y dilapidado sin cuenta
ni razón (…) ¿cree que los argentinos y los miembros de la Junta de Representantes
verían con sumo agrado su nombramiento de representante de extranjeros tal vez
con intereses en pugna?” Fue la carta del Restaurador al poderoso estanciero y
saladerista Francisco Beláustegui cuando se propuso en 1849 ir a negociar con la Baring la reanudación de
los pagos de la deuda externa y ser el representante de esa casa ante el
gobierno de la confederación[23].
Obviamente Beláustegui desistió de esa gestión ya que el disgusto de Rosas podía
perjudicar su salud y sus propiedades.
Y como veían los
británicos la cuestión. Este aspecto es más complejo ya que cambia con el
tiempo, y es parte de un pragmatismo cuyo centro esta en las utilidades. Pero
vemos que en 1841 al inicio de la intervención militar británica en el Río de la Plata y las correrías del
Comodoro Purvis, Lord Palmerston señalaba despectivamente a Manuel Moreno que
Bueno Aires era gobernada por “una feroz pandilla de asesinos (que) ninguna
posición jerárquica, por elevada que fuera, ofrecía protección contra esos
rufianes y ninguna condición, por modesta que fuera daba seguridad”.[24]
Como vemos al inicio de la intervención armada conjunta el relato de los
“unitarios” era el hegemónico que daba letra a la justificación de la invasión
a un país “bárbaro” en nombre de la “civilización”. Sobre este discurso
operaría la prensa rosista en el ámbito internacional. Es un gran cambio de
perspectiva respecto de los años 24/25 cuando las compañías florecían para
inversiones fantásticas y los bonos de deuda se colocaban en la
City. Es oro dato que si bien Rosas siempre
busco que Inglaterra y cualquier potencia se relacionara como “socio”
comercial, lo que implicaba “comprador de productos ganaderos”, durante su
gestión las inversiones, prestamos y demás fueron nulos y el comercio británico
se estancó como vimos.
Palabras finales
Rosas
representaba una alianza de clases contradictoria y esto era muy notorio en las
políticas económicas a medida que avanzaba su gobierno. O sea era un
terrateniente y era en su origen el máximo referente de su clase. Pero sustentaba
su poder con la movilización activa de peones, pequeños y medianos propietarios
rurales, con artesanos, comerciantes bajos, proletarios y productores urbanos.
No como clientes o súbditos de un gran señor, sino como sectores populares
activados política y militarmente por la revolución y la guerra civil. Rosas además
se hacia cargo de la concentración del poder nacional del conjunto de las
provincias. Era una alianza contradictoria tanto en lo social como en lo
interregional, pero que tuvo un gran poder durante décadas permitiendo afrontar
y triunfar contra coaliciones enemigas sustentadas en intereses provinciales,
comerciales, intelectuales progresistas e imperios extranjeros. Lo cierto es
que a nivel proyecto la PBA ,
y su clase en ascenso (pero aún no consolidada en su forma ni en su tamaño),
los terratenientes expresaban la necesidad e expandirse hacia el mercado
mundial y mantener el control de la puerta de entrada y salida de productos de
toda la naciente nación. Pero a su vez Rosas como hegemón nacioal debía acordar
con las provincias un equilibrio, lo mismo con la población rural y urbana. En
esta expresión de un “cesarismo sui generis” Rosas no se interesó en impulsar
la vinculación de la confederación al sistema financiero mundial en crecimiento,
es más la desalentó.
En conclusión,
Rosas (cómo también expresan los artículos publicados por los intelectuales
rosistas) no tenía como agenda ni siquiera remota endeudarse, aunque
consideraba que el Estado debía respetar los tratados y acuerdos económicos. En
los periodos de crisis económica y agobio de la tesorería no recurrió a
empréstitos externos, financió con deuda interna, emisiones y un muy estricto
ajuste del presupuesto. Sin que nada de esto implicara grandes costos sociales
ni espirales inflacionarias. Y así la etapa rosista combinó dos cosas en
apariencia contradictorias: crecimiento económico y movilización de enormes
recursos militares. Fue muy crítico con la experiencia de la Baring , y aunque siempre
buscó no confrontar, sólo pagó moderadas sumas en momentos muy propicios (que
fueron pocos). Utilizó la deuda como herramienta de presión a la inversa de la
lógica típica de la misma. Aunque el incremento de la deuda por intereses no
pagados fue muy grande, en sus sugerencias de cómo encararía el tema para el
largo plazo se encuentra la posición de renegociar el pago a cambio de
inversiones de algún tipo, que con sus ganancias permitieran pagar,
probablemente un cifra total menor. Inclusive puso en la mesa la cuestión de
las ocupadas islas Malvinas o la explotación de recursos de la inexplorada
Patagonia. También tenía claro que los acreedores no eran sanos benefactores
cuyos intereses eran coincidentes objetivamente con el país deudor, tal como
los liberales pesaron y piensan desde entonces, por eso sabia que argentinos
como Beláustegui, o como lo había sido García, no representaban los intereses
nacionales cuando venían en nombre de los acreedores, representaban a los
acreedores o a la City. La
similitud de la lógica de endeudamiento es sorprendente, a pesar de los grandes
cambios del capitalismo, del volumen, composición de deudas y métodos de deuda,
y mayores diferencias aún de complejidad de la formación social nacional.
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Scalabrini
Ortiz, Raúl (1942) Política Británica en
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Guillermo Martin
Caviasca
Febrero 2019
[1] Manuel José García (1784 – 1848) merece una
mención más amplia que Rivadavia. Su ron lo acerca al de los funcionarios
profesionales de las áreas de finanzas que rigel los destinos de la economía
nacional actualmente. Hombres clave en su relación orgánica a los intereses del
capital. Salvando las distancias García es un precursor, con una visiona
geopolítica subordinada a lo financiero y una relación privilegiada peor más
que todo ideológica con el centro financiero de entonces. En su larga carrera
política se desempeñó como Secretario de Hacienda de las Provincias Unidas
del Río de la Plata
durante el Segundo Triunvirato (1812-1814) y
como Ministro de Gobierno y Hacienda de
la provincia de Buenos Aires en los gobiernos de Martín
Rodríguez (1820-1824) y Juan Gregorio de Las Heras (1824-1826).
Luego de su misión de paz al Brasil en 1827, volvió a desempeñarse
como Ministro de Hacienda en el primer gobierno de Juan Manuel
de Rosas (1829-1832) y Ministro de
Hacienda y Gobierno de Juan José Viamonte en sus dos
gobernaciones de la provincia de Buenos
Aires (1829 y 1833-1834). Como vemos resistió cambios
sangrientos y consiguió ser un hombre calve de todos los gobiernos inclusive de
la primera etapa del rosismo. Creemos que muestra el peso de una determinada
tendencia de nuestra formación social hacia el polo de atracción financiero
británico. Como diplomático le debemos el “Tratado de "Amistad, Comercio y
Navegación" celebrado entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y Su Majestad
Británica” (1825) y la “Convención preliminar de Paz” con el Imperio del Brasil
de 1827, que horrorizó hasta a Rivadavia, precipitó su caída y materializó la
escisión de la Bada Oriental.
Como ministro de Hacienda de Martín Rodríguez, fue el autor de la primera ley
de presupuesto y el responsable máximo de la decisión de que los recursos de la
aduana no se utilizaran mas en el apoyo a la guerra de la independencia.
[2] Feliz experiencia: nombre dado por Luis
Alberto Romero al periodo político bonaerense en que las ideas liberales y
cosmopolitas de Rivadavia y su grupo fueron implementadas desde el gobierno. El
que nomina los hechos obliga induce un pensamiento sobre los mismo, Romero, historiador
socialista liberal enraíza su proyecto de historiador en la el periodo de
1820-1824. Rescata el discurso del gobernador Las Heras ante la legislatura en
el que expresaba que los años de su antecesor Rodríguez habían sido una “feliz
experiencia” de Buenos Aires. La capacidad de nominar las cosas y especialmente
el pasado es una clave para la generación de hegemonía.
[3] Scalabrini Ortiz, Raúl (1942) Política
británica en el Río de la Plata ,
Reconquista, Bs. As. Pp. 71-98.
[4] El Redactor de la asamblea del año 13. Es
interesante la posición de Rosas respecto a la cuestión minera. Ya como hombre
fuerte de la
Confederación , y con la experiencia práctica de empréstitos y
conflictos por las mimas, El Restaurador se opondría terminantemente a que el gobernador de la Rioja active una explotación
minera con una empresa extranjera.
[5] Según Ortega Peña y Eduardo Duhalde en es
periodo se formaron en Inglaterra en relación con la inversión y especulación
en America latina 624 sociedades con un capital de 372 millones de libras. La
superabundancia de capital en la
City expresaba una crisis de sobre producción en el centro
que debía financiarse en la naciente periferia. Una doble situación, mercados y
colocación de capital excedente.
[6] Ferns, H (1979) pag. 151.
[7] Ferns, h. (1979) Gran Bretaña y Argentina
en el siglo XIX Del Solar Bs. As. Ferns extrae las estadísticas oficiales.
[8] Suavicemos la idea. Adueñarse, es abrir al
comercio británico las colonias españoles, en un momento en que los británicos
donde penetras pueden ser arrolladores por estar en la punto de la revolución
industrial. Esto incluye medidas militares, y presiones internas para que se
adopten legislaciones favorables, que se consideran ideológicamente progreso.
[9] Principal gestor de intereses financieros
británicos y del empréstito.
[10] La enfiteusis ponía en disposición de los
denunciantes (en general terratenientes o comerciantes acaudalados e
informados) las extensiones que denunciaba a cambio de un canon (que era bajo y
en general no se pagaba). Peor lo importante es que el Estado retenía la
propiedad, era como un alquiler. Lo que permitía que esa tierra fuera puesta en
garantía de los empréstitos, cosa no posible si era transferida en propiedad a
pequeños o grandes propietarios.
[11] Este banco impulsado por el Estado peor
gobernado en forma autónoma por una justa de accionistas en su mayoría
británicos fracasa en tanto entidad financiera, peor lo que es interesante es
que su política es absolutamente ajena a la política nacional, no solo le niega
fondos a Dorrego en una situación apremiante de guerra con Brasil, sino que
auxilia con financiamiento a las fuerza montevideanas que resisten a la cruzada
emancipadora de los 33 orientales. Es otra discusión de vieja data que se
relaciona con la actual sobre la “autonomía del Banco Central”
[12] El comerciante porteño Félix Castro y el
británico John Parish Robertson fueron los gestores del empréstito con la Baring. Lo interesante es que
Parish también estaba encargado de gestionar un empréstito similar con el Perú.
Y que Castro maniobró con diversas inversiones en las que entramó a Facundo
Quiroga, el cual, al tomar nota de la situación buscó formas de castigar a
Castro el que debió huir del país. Bueno eran épocas en queque los que “la
hacían, la pagaban”. El empréstito peruano fue una catástrofe peor que el
porteño, no recibieron nada del millón de libras acordado.
[13] Tanto las compañías de colonización como
las mineras no son parte de este trabajo. Sobre las minas de Famatina que
fueron las mas famosas y dieron lugar a conflictos importantes en lo que un
protagonista fue Facundo Quiroga, podemos decir que se armaron sendas compañías
una con mayor presencia local y otra solo británica que superponían, la local
era apoyada por el gobierno provincial y la inglesa por el gobierno de Buenos
Aires. Fueron ambas una estaba. Sin embargo las condiciones para explotarlas
con rentabilidad era más complicada que lo posible. Y la propaganda de
Rivadavia en Europa una fantasía. Las compañías de colonización también
fracasaron tuvieron problemas de mano de obra, de mercado, de insumos y falta
de apoyo en un periodo de guerra civil y crisis política permanente. Los
colonos se dispersaron en la sociedad local en otras actividades. Los
inversionistas de fundieron. Se puede ver el citado Ferns, Facundo y la Montonera de Ortega Peña
y Eduardo Luis Duhalde, y otros trabajos no específicos y monografías. Per es
interesante contrastar. Que además de empréstito la compañía minera se inicio
con un capital nominal de 1 millón de libras, por ejemplo. O sea fue un periodo
de inversiones británicas muy importante y que durante el rosismo no llego una
libra.
[14] Scalabrini, R. (1942). Op. cit.
[15] El primer año 1824 Baring desembolsó 140
mil libras en bonos que fueron a manos de casas comerciales británicas.
[16] Las comunicaciones de Parish el encargado
de negocios británico al gobierno de su Majestad, señalaban que dos en las
razones de la crisis de las inversiones británicas: una, la resistencia
iniciada por Bustos en Córdoba que tenían entre otras una raíz de rechazo al
absoluto libre comercio, y la invasión de un “grupo de aventureros” a la Banda Oriental ” (los Treinta y
Tres Orientales de Lavalleja, apoyado por Rosas).
[17] Es el momento del conocido tema de cambiar
deuda por soberanía en las islas. La discusión (es la única propuesta de este
tipo entre numerosas protestas firmes y argumentadas a lo largo de todo el
gobierno y de artículos en El Archivo Americano, etc.), no debe ser desestimada
ya que existió. Habría que ver cual era el objetivo si ceder soberanía por
deuda, o sentar a negociar, o establecer algún comodato o “alquiler”, o sentar
las bases de un reconocimiento de soberanía.
[18] Falconett era un agente de la Baring que actuó en varios
pases latinoamericanos en el tema de deudas incumplidas.
[19] El Archivo Americano N 14 agosto de 1944.
[20]
Lorenzo Torres (1803-1880). Era un jurista destacado y fue miembro de la
legislatura durante 9 años, ocupó el caro de secretario. Una de las principales
espadas de Rosas en la misma donde se destacan sus argumentos radicales en la
defensa de las políticas del gobierno. Luego de la caída de Rosas fue electo
diputado nuevamente y como tal y ex importante referente del rosismo es
conocido por su abrazo con el duro antirrosista exiliado Valentín Alsina
miembro de la fracción más radical y antifederal, donde se sella un acuerdo
intra elite para defender los intereses de la clase dominante porteña ante el
resto de la nación y las clases populares
[21] Rosas abonó ese periodo 60000 pesos
fuertes, unas 12000
libras , un poco mas del 1% del capital original,
mientras que lo acordado originalmente era el 6% o sea de 1 millón de libras,
60mil libras anuales. Como vemos más allá de la política rosista. Si 60mil $
representaban una carga a la tesorería no demasiado alta sobre los 2 millones
que disponía de presupuesto. 300mil (65mil libras) que hubiera sido cumplir con
lo acordado era una cifra que llevaba al Estado a una situación desesperante
obligándolo sin dudas a recurrir a nuevos préstamos para “refinanciar”.
[22] Debe ser destacado que comenzaba en la
costa del pacífico la explotación de guano y salitres (que llevará tres décadas
después a una importante guerra entre Chile contra Perú y Bolivia), como
también la existencia de explotaciones minerales muy ricas en la cordillera. Y
que se imaginaban riquezas en intereses parecidos para la costa atlántica
patagónica y las islas. Cosa que, mas allá de los anfibios y ballenas no
apareció como redituable hasta tiempos mas próximos por razones geográficas, y
ecológicas que preservaron las riquezas difíciles de explotar.
[23] Es interesante ver la correspondencia de
estos concepto con los del diputado Torres en 1844, lo que muestra una línea al
respecto
[24] Citado por Ferns del FO Carta de Palmerston
a Moreno del 9 de febrero de 1841.
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