Guillermo Martín Caviasca
Las fuerzas armadas en la democracia del siglo
XXI
“Puede existir un país sin Fuerzas Armadas.
Pero no conozco países sin policía”
Eugenio Zafaroni
La humanidad se desarrolla como tal
creando formas de organización colectivas complejas. Los actuales
Estados-nación y todas las formas de organización humana de comunidades amplias
contaron con una diversidad de funciones que las identifican, un cuerpo de
leyes que regulan los intercambios entre los hombres, una idea de cual es el territorio
propio frente a el “afuera” donde hay “otros”, una sistema de clasificación de
datos sobre los recursos del Estado, un sistema de impuestos, alguna forma de
legitimación de la autoridad y una fuerza militar y policial para garantizar
todo lo anterior, e imponerlo cuando no hay consenso interno o cuando hay
agresión externa.
Los estados en la época de la
burguesía son más complejos y expresan la relación de fuerzas entre los
diferentes grupos sociales propios de la época del capitalismo. Incorporan un
sistema de legitimidades y ejercicio del poder que excede con mucho a la fuerza,
pero no eluden la ley de la necesidad de fuerzas militares para delimitar y
sostener en el tiempo la soberanía sobre el conjunto del territorio que se adjudican.
Específicamente, los estados latinoamericanos son hijos de la revolución
burguesa y surgieron en plena consolidación del capitalismo como sistema
hegemónico y en relación con éste han evolucionado. Son parte de la
constitución de formaciones sociales dependientes.
En ese sentido nuestras fuerzas
militares fueron evolucionando de acuerdo a la resolución de este proceso de
consolidación del Estado y de luchas relacionadas con (y contra) la
consolidación de la dependencia. Las guerras de la independencia, las guerra
civiles que terminaron con la organización del Estado como lo conocemos hoy,
los combates de diferentes rebeliones y represiones posteriores a 1880, fueron
expresiones militares de una lucha por definir el modelo de país en que se
vivía y en ellas se modelaron las FFAA, acorde al tipo de política que se
imponía. Había diferentes modelos en disputa y cada modelo definía una posible
forma de organización e ideología que imperarían entre los militares. Con esto
queremos decir que la simplificación “FFAA: fuerza represiva de la burguesía” es
incapaz de permitirnos una política revolucionaria respecto de la cuestión
militar y entender la evolución del problema de las FFAA a lo largo de la
historia.
En el siglo XX las FFAA pasaron por
cuatro doctrinas estatales de defensa: la liberal oligárquica, la de la defensa
nacional, la de la seguridad nacional y la actual que llamaremos demo-liberal
para simplificar. En todas estas etapas no tenemos unas FFAA monolíticas sino
que conviven en ellas diferentes tendencias e ideas que reflejan,
mediatizadamente y relacionado con las características específicas de la
sociabilidad militar, las ideas y debates que se dan en la sociedad y en el
mundo.
America latina convergencias y
divergencias de la evolución militar
Desde la independencia los ejércitos
de America latina han tenido una evolución de sus doctrinas en la que se pueden
encontrar ciclos similares, aunque también diferencias interesantes. Para
mencionar un ciclo que abarcó a todas las FFAA del continente vemos que desde
fines de los 50’
las doctrinas contrarrevolucionarias se fueron imponiendo generalizadamente, lo
que en pocos años llego a ser conocido como Doctrina de Seguridad Nacional. Esa
doctrina que colocaba un enemigo (comunista) dentro de las fronteras nacionales
y ampliaba el rango de acción militar de “seguridad” a todas las áreas de la
vida social donde la agresión subversiva iniciara su acción, tuvo vigencia
hasta los 80’
donde los regímenes militares (y civiles) colapsaron y/o se retiraron habiendo
cumplido su labor. Por el contrario, no todos los ejércitos latinoamericanos
tuvieron como corrientes políticas destacables en su interior sectores que
visualizaran la necesidad de un desarrollo industrial independiente y
trabajaran políticamente para ello. Estuvieron Perú, Argentina por un lado,
Brasil por otro, y Colombia y Chile en el extremo opuesto, marcando la
existencia o inexistencia de ideas industrialistas o de tendencias llamadas
“populistas”. Aún con la vigencia de la
DSN las políticas asumidas respecto de ella, por ejemplo, en las
FFAA argentinas y las brasileñas, fue distinta, respeto al tipo de
subordinación al pentágono.
A partir de la generalizaron de los
nuevos regímenes democráticos de las ultimas décadas los caminos se han ido
separando más notoriamente. Por diferentes razones es difícil comparar la
evolución entre las FFAA argentinas, las colombianas, las chilenas las
brasileñas o las venezolanas. Todos los ejércitos del continente pasaron en
esta nueva etapa por procesos disímiles que los distanciaron. Entonces vemos
que en la etapa demo-liberal abierta en AL desde los 80’ debemos priorizar la
comprensión de las FFAA mirando con mayor atención cada caso particular ya que
una evaluación general de la región no nos aporta lo suficiente como para definir
el rol militar. No debemos dejar de ver que desde una perspectiva geopolítica
la política del imperialismo, si bien tiene particularidades de acuerdo al país
su situación y su alineamiento, nos muestra un dispositivo militar continental
(bases, maniobras militares, ideas, asesoramientos, etc.) y un objetivo de
disciplinamiento único.
El caso Argentino
La evolución del presupuesto
asignado a la Defensa
nacional durante el periodo por 1983 es significativa. Si salvamos la necesaria
disminución del mismo durante el gobierno de Alfonsín dada su sobredimensión
durante la dictadura, vemos que los recursos asignados a defensa no dejaron de
caer. Carlos Menem durante el auge del neoliberalismo, las relaciones carnales
con los EEUU y la política de amnistía a los responsables de violaciones a los
DDHH, disminuyó el presupuesto un 25% llevándolo al muy bajo nivel del 1,1/1,2%
del PBI. Néstor Kirchner con una política diferente también bajo el presupuesto
de defensa otro 25% llevándolo al actual 0,7/0,8%.
Este nivel es de los más bajos del
mundo y por lejos el más bajo de la región. Teniendo en cuenta que Argentina
tiene un conflicto territorial con fuerte componente militar con Inglaterra que
sostiene una base agresiva en Malvinas, es algo sorprendente. Aunque es de
destacar que los aún vigentes los “Acuerdo de Madrid” (la rendición Argentina
ante Inglaterra) firmados el los 90’
son un pacto que subordina la
Defensa a la seguridad inglesa y buscan mostrar garantías
militares y jurídicas a las inversiones de los vencedores en el mar y el
continente.
El nivel presupuestario nos coloca
en el lugar 140 de 164 países que entran en la estadística, a nivel de los más
pequeños e inofensivos. En volumen estamos en el numero 43. Se gasta en el 2015
la mitad que hace 10 años a precios constantes y hace 10 años se gastaba la
mitad que hace 20 años. El gasto per cápita es de 78 euros, es relativamente el
mas bajo de Sudamérica y en términos absolutos uno de los menores. Siendo que
encabezan el PBI per capita asignado a Defensa, Chile y Colombia, con cifras
enormes que superan los 200e, seguido de cerca por Cuba, Uruguay, Brasil y
Venezuela entre los 100 y 200e.
La cantidad de efectivos se viene
manteniendo desde hace una década. Argentina dispone de más de 70000 hombres de
las tres armas, de los que unos 41000 son del Ejército. Dos armas (Fuerza Aérea
y Armada) son víctimas de un deterioro permanente que ha vuelto su existencia
simbólica. La primera tiene en el 2015 una capacidad combativa reducida a
prácticamente cero sin unidades aéreas útiles para la defensa nacional. Aunque
existen inversiones en los últimos 10 años relacionadas con la ciencia y tecnología
aplicadas a la defensa y módicos intentos de reactivar la industria militar. El
plano de la industria para la defensa merece un párrafo especial. La que llegó
a ser la industria más desarrollada y avanzada de America latina con grandes
aportes al conjunto del aparato productivo nacional fue desmantelado durante el
gobierno de Menem y las intenciones anunciadas de su reactivación solo se
cumplen muy lentamente acorde al presupuesto asignado.
Pero la contratara de todo esto, y
que hace a lo que consideramos que es la nueva doctrina global que se aplica a
los países dependientes (en Argentina llega al extremo) es el desarrollo de las
fuerzas de seguridad interna. Cuyo dato mas destacado es la transformación de la Gendarmería y la Prefectura en fuerzas
policiales dependientes del Ministerio de Seguridad. Anteriormente ambas eran
fuerzas complementarias de las fuerzas militares asignadas a tareas de control
territorial relacionadas con la
Defensa (y con ella a las doctrinas que imperaran en las
FFAA). Hoy controlan barrios, persiguen delincuentes y tienen una presencia muy
destacada en el control de los más inofensivos conflictos sociales, sindicales
etc.
La gendarmería pasó de 18000 a 31500 hombres desde
el 2003, la Prefectura
creció de 15 a
18000, se potenció la Policía Aeroportuaria
hasta los 4000 efectivos, mientras que la Policía Federal se mantuvo
estable en 35000 efectivos. Pero el dato destacado es que el presupuesto de las
fuerzas federales en su conjunto creció un 800% desde el 2003 (en términos
absolutos). El argumento es que las fuerzas militarizadas son más confiables y disciplinadas
que las corruptas e incontrolables policías. Sin embargo son las policías
provinciales donde más se nota en desarrollo de uniformados en democracia. Por
ejemplo, las policía bonaerense llegará a los 90000 efectivos hacia fin del
2015 (50000 en el 2008); fue creada una nueva policía metropolitana que piensa
llegara unos 12 o 15000 efectivos según se anuncia y así es el caso de varias
de las demás policías provinciales, claramente consideradas peligrosas y
evadidas del control del Estado. Todo esto va de la mano de una cada vez mayor
paranoia sobre la seguridad que, en parte, tiene un origen real en el avance
del deterioro social en los barrios populares y el florecimiento de bandas que
aspiran al ejercicio del control territorial y el narcotráfico (muchas veces en
connivencia con las mismas policías).
La comparación de las políticas de
defensa y de seguridad muestra cual es la hipótesis de conflicto del periodo
democrático: el ejercicio del control sobre una población en vías de
desintegración y marginación y el control de las protestas o conflictos sociales.
Mientras que las hipótesis relacionadas con la defensa nacional, un sistema de
defensa continental sudamericano, la garantía hacia soberanía territorial,
contra la penetración extranjera en las diferentes áreas que hacen al ejercicio
soberano de las decisiones políticas y económicas, no aparecen respaldados por
una inversión y desarrollo de un fuerza que pueda aparecer como efectiva. La
democracia de la era globalizada acepta sin alternativas la diplomacia global
como arena de resolución de conflictos. Ingenuamente o por aceptación conciente
se relega definitivamente la defensa nacional y de reemplaza por la función
policial. Por último vemos que la real política del kirchnerismo de no
represión de los conflictos elude la policialización de la sociedad y al
continuo deterioro de la vida social que, en conjunto, implican mayor
violencia.
Conclusión:
Las condiciones que favorecieron la
desarticulación de una política de defensa tuvieron su origen en la última
dictadura. Las FFAA en aras de la represión a la “subversión”, obtuvieron una
victoria que las destruyo moralmente y que fue acompañada por un plan económico
de devastación del aparato productivo. Hacia el final, la Guerra de Malvinas las
marcó frente al imperialismo como poco confiables en una zona donde la tensión
militar permanece. Desprestigiadas en extremo ante su pueblo y poco confiables
ante las potencias, las FFAA quedaron en desgracia ante los políticos que las
ven como una carga económica y un factor
de poder que es mejor neutralizar. La necesaria persecución a los culpables del
terrorismo de estado en los últimos 10 años mantiene viva la desconfianza de la
población hacia las mismas, sin ninguna política alternativa. Sin embargo
vivimos en un mundo plagado de guerras y conflictos de diverso tipo y en un país con enormes recursos apetecibles y
agredido desde todos los planos en el que, paradójicamente, se propagandiza que
carece de hipótesis de conflicto externas mientras el gasto en seguridad
interior se multiplica enormemente.
Guillermo Caviasca
marzo 2016
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