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domingo, 23 de octubre de 2016

Seguridad interna y defensa nacional: la política de la democracia

Guillermo Martín Caviasca

Las fuerzas armadas en la democracia del siglo XXI
“Puede existir un país sin Fuerzas Armadas. Pero no conozco países sin policía”
Eugenio Zafaroni

La humanidad se desarrolla como tal creando formas de organización colectivas complejas. Los actuales Estados-nación y todas las formas de organización humana de comunidades amplias contaron con una diversidad de funciones que las identifican, un cuerpo de leyes que regulan los intercambios entre los hombres, una idea de cual es el territorio propio frente a el “afuera” donde hay “otros”, una sistema de clasificación de datos sobre los recursos del Estado, un sistema de impuestos, alguna forma de legitimación de la autoridad y una fuerza militar y policial para garantizar todo lo anterior, e imponerlo cuando no hay consenso interno o cuando hay agresión externa.
Los estados en la época de la burguesía son más complejos y expresan la relación de fuerzas entre los diferentes grupos sociales propios de la época del capitalismo. Incorporan un sistema de legitimidades y ejercicio del poder que excede con mucho a la fuerza, pero no eluden la ley de la necesidad de fuerzas militares para delimitar y sostener en el tiempo la soberanía sobre el conjunto del territorio que se adjudican. Específicamente, los estados latinoamericanos son hijos de la revolución burguesa y surgieron en plena consolidación del capitalismo como sistema hegemónico y en relación con éste han evolucionado. Son parte de la constitución de formaciones sociales dependientes.
En ese sentido nuestras fuerzas militares fueron evolucionando de acuerdo a la resolución de este proceso de consolidación del Estado y de luchas relacionadas con (y contra) la consolidación de la dependencia. Las guerras de la independencia, las guerra civiles que terminaron con la organización del Estado como lo conocemos hoy, los combates de diferentes rebeliones y represiones posteriores a 1880, fueron expresiones militares de una lucha por definir el modelo de país en que se vivía y en ellas se modelaron las FFAA, acorde al tipo de política que se imponía. Había diferentes modelos en disputa y cada modelo definía una posible forma de organización e ideología que imperarían entre los militares. Con esto queremos decir que la simplificación “FFAA: fuerza represiva de la burguesía” es incapaz de permitirnos una política revolucionaria respecto de la cuestión militar y entender la evolución del problema de las FFAA a lo largo de la historia.
En el siglo XX las FFAA pasaron por cuatro doctrinas estatales de defensa: la liberal oligárquica, la de la defensa nacional, la de la seguridad nacional y la actual que llamaremos demo-liberal para simplificar. En todas estas etapas no tenemos unas FFAA monolíticas sino que conviven en ellas diferentes tendencias e ideas que reflejan, mediatizadamente y relacionado con las características específicas de la sociabilidad militar, las ideas y debates que se dan en la sociedad y en el mundo.

America latina convergencias y divergencias de la evolución militar

Desde la independencia los ejércitos de America latina han tenido una evolución de sus doctrinas en la que se pueden encontrar ciclos similares, aunque también diferencias interesantes. Para mencionar un ciclo que abarcó a todas las FFAA del continente vemos que desde fines de los 50’ las doctrinas contrarrevolucionarias se fueron imponiendo generalizadamente, lo que en pocos años llego a ser conocido como Doctrina de Seguridad Nacional. Esa doctrina que colocaba un enemigo (comunista) dentro de las fronteras nacionales y ampliaba el rango de acción militar de “seguridad” a todas las áreas de la vida social donde la agresión subversiva iniciara su acción, tuvo vigencia hasta los 80’ donde los regímenes militares (y civiles) colapsaron y/o se retiraron habiendo cumplido su labor. Por el contrario, no todos los ejércitos latinoamericanos tuvieron como corrientes políticas destacables en su interior sectores que visualizaran la necesidad de un desarrollo industrial independiente y trabajaran políticamente para ello. Estuvieron Perú, Argentina por un lado, Brasil por otro, y Colombia y Chile en el extremo opuesto, marcando la existencia o inexistencia de ideas industrialistas o de tendencias llamadas “populistas”. Aún con la vigencia de la DSN las políticas asumidas respecto de ella, por ejemplo, en las FFAA argentinas y las brasileñas, fue distinta, respeto al tipo de subordinación al pentágono.
A partir de la generalizaron de los nuevos regímenes democráticos de las ultimas décadas los caminos se han ido separando más notoriamente. Por diferentes razones es difícil comparar la evolución entre las FFAA argentinas, las colombianas, las chilenas las brasileñas o las venezolanas. Todos los ejércitos del continente pasaron en esta nueva etapa por procesos disímiles que los distanciaron. Entonces vemos que en la etapa demo-liberal abierta en AL desde los 80’ debemos priorizar la comprensión de las FFAA mirando con mayor atención cada caso particular ya que una evaluación general de la región no nos aporta lo suficiente como para definir el rol militar. No debemos dejar de ver que desde una perspectiva geopolítica la política del imperialismo, si bien tiene particularidades de acuerdo al país su situación y su alineamiento, nos muestra un dispositivo militar continental (bases, maniobras militares, ideas, asesoramientos, etc.) y un objetivo de disciplinamiento único.

El caso Argentino

La evolución del presupuesto asignado a la Defensa nacional durante el periodo por 1983 es significativa. Si salvamos la necesaria disminución del mismo durante el gobierno de Alfonsín dada su sobredimensión durante la dictadura, vemos que los recursos asignados a defensa no dejaron de caer. Carlos Menem durante el auge del neoliberalismo, las relaciones carnales con los EEUU y la política de amnistía a los responsables de violaciones a los DDHH, disminuyó el presupuesto un 25% llevándolo al muy bajo nivel del 1,1/1,2% del PBI. Néstor Kirchner con una política diferente también bajo el presupuesto de defensa otro 25% llevándolo al actual 0,7/0,8%.
Este nivel es de los más bajos del mundo y por lejos el más bajo de la región. Teniendo en cuenta que Argentina tiene un conflicto territorial con fuerte componente militar con Inglaterra que sostiene una base agresiva en Malvinas, es algo sorprendente. Aunque es de destacar que los aún vigentes los “Acuerdo de Madrid” (la rendición Argentina ante Inglaterra) firmados el los 90’ son un pacto que subordina la Defensa a la seguridad inglesa y buscan mostrar garantías militares y jurídicas a las inversiones de los vencedores en el mar y el continente.
El nivel presupuestario nos coloca en el lugar 140 de 164 países que entran en la estadística, a nivel de los más pequeños e inofensivos. En volumen estamos en el numero 43. Se gasta en el 2015 la mitad que hace 10 años a precios constantes y hace 10 años se gastaba la mitad que hace 20 años. El gasto per cápita es de 78 euros, es relativamente el mas bajo de Sudamérica y en términos absolutos uno de los menores. Siendo que encabezan el PBI per capita asignado a Defensa, Chile y Colombia, con cifras enormes que superan los 200e, seguido de cerca por Cuba, Uruguay, Brasil y Venezuela entre los 100 y 200e.
La cantidad de efectivos se viene manteniendo desde hace una década. Argentina dispone de más de 70000 hombres de las tres armas, de los que unos 41000 son del Ejército. Dos armas (Fuerza Aérea y Armada) son víctimas de un deterioro permanente que ha vuelto su existencia simbólica. La primera tiene en el 2015 una capacidad combativa reducida a prácticamente cero sin unidades aéreas útiles para la defensa nacional. Aunque existen inversiones en los últimos 10 años relacionadas con la ciencia y tecnología aplicadas a la defensa y módicos intentos de reactivar la industria militar. El plano de la industria para la defensa merece un párrafo especial. La que llegó a ser la industria más desarrollada y avanzada de America latina con grandes aportes al conjunto del aparato productivo nacional fue desmantelado durante el gobierno de Menem y las intenciones anunciadas de su reactivación solo se cumplen muy lentamente acorde al presupuesto asignado.
Pero la contratara de todo esto, y que hace a lo que consideramos que es la nueva doctrina global que se aplica a los países dependientes (en Argentina llega al extremo) es el desarrollo de las fuerzas de seguridad interna. Cuyo dato mas destacado es la transformación de la Gendarmería y la Prefectura en fuerzas policiales dependientes del Ministerio de Seguridad. Anteriormente ambas eran fuerzas complementarias de las fuerzas militares asignadas a tareas de control territorial relacionadas con la Defensa (y con ella a las doctrinas que imperaran en las FFAA). Hoy controlan barrios, persiguen delincuentes y tienen una presencia muy destacada en el control de los más inofensivos conflictos sociales, sindicales etc.
La gendarmería pasó de 18000 a 31500 hombres desde el 2003, la Prefectura creció de 15 a 18000, se potenció la Policía Aeroportuaria hasta los 4000 efectivos, mientras que la Policía Federal se mantuvo estable en 35000 efectivos. Pero el dato destacado es que el presupuesto de las fuerzas federales en su conjunto creció un 800% desde el 2003 (en términos absolutos). El argumento es que las fuerzas militarizadas son más confiables y disciplinadas que las corruptas e incontrolables policías. Sin embargo son las policías provinciales donde más se nota en desarrollo de uniformados en democracia. Por ejemplo, las policía bonaerense llegará a los 90000 efectivos hacia fin del 2015 (50000 en el 2008); fue creada una nueva policía metropolitana que piensa llegara unos 12 o 15000 efectivos según se anuncia y así es el caso de varias de las demás policías provinciales, claramente consideradas peligrosas y evadidas del control del Estado. Todo esto va de la mano de una cada vez mayor paranoia sobre la seguridad que, en parte, tiene un origen real en el avance del deterioro social en los barrios populares y el florecimiento de bandas que aspiran al ejercicio del control territorial y el narcotráfico (muchas veces en connivencia con las mismas policías).
La comparación de las políticas de defensa y de seguridad muestra cual es la hipótesis de conflicto del periodo democrático: el ejercicio del control sobre una población en vías de desintegración y marginación y el control de las protestas o conflictos sociales. Mientras que las hipótesis relacionadas con la defensa nacional, un sistema de defensa continental sudamericano, la garantía hacia soberanía territorial, contra la penetración extranjera en las diferentes áreas que hacen al ejercicio soberano de las decisiones políticas y económicas, no aparecen respaldados por una inversión y desarrollo de un fuerza que pueda aparecer como efectiva. La democracia de la era globalizada acepta sin alternativas la diplomacia global como arena de resolución de conflictos. Ingenuamente o por aceptación conciente se relega definitivamente la defensa nacional y de reemplaza por la función policial. Por último vemos que la real política del kirchnerismo de no represión de los conflictos elude la policialización de la sociedad y al continuo deterioro de la vida social que, en conjunto, implican mayor violencia.

Conclusión:

Las condiciones que favorecieron la desarticulación de una política de defensa tuvieron su origen en la última dictadura. Las FFAA en aras de la represión a la “subversión”, obtuvieron una victoria que las destruyo moralmente y que fue acompañada por un plan económico de devastación del aparato productivo. Hacia el final, la Guerra de Malvinas las marcó frente al imperialismo como poco confiables en una zona donde la tensión militar permanece. Desprestigiadas en extremo ante su pueblo y poco confiables ante las potencias, las FFAA quedaron en desgracia ante los políticos que las ven como una carga económica y un  factor de poder que es mejor neutralizar. La necesaria persecución a los culpables del terrorismo de estado en los últimos 10 años mantiene viva la desconfianza de la población hacia las mismas, sin ninguna política alternativa. Sin embargo vivimos en un mundo plagado de guerras y conflictos de diverso tipo y  en un país con enormes recursos apetecibles y agredido desde todos los planos en el que, paradójicamente, se propagandiza que carece de hipótesis de conflicto externas mientras el gasto en seguridad interior se multiplica enormemente.

Guillermo Caviasca
marzo 2016




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