Tte. Gral. D. Jorge Raúl Carcagno LA X CONFERENCIA DE COMANDANTES EN JEFE
Palabras pronunciadas por S.E. el señor Comandante en Jefe del Ejército Argentino en la Décima Conferencia de Ejércitos Americanos
Señores Comandantes y Señores Delegados de los Ejércitos Americanos, Señores Observadores, Señores Oficiales Miembros de las Delegaciones:
Agradezco muy sincera y muy profundamente la oportunidad que ustedes me brindan para que el Ejército Argentino haga escuchar su voz en este elevado foro que congrega a tan elegidos representantes militares de queridas naciones hermanas. Creo valorar en su debida magnitud la excelencia de este auditorio y la proyección de esta tribuna con la que es honrado el Ejército de mi país, por lo que he de tratar que mis palabras traduzcan con la mayor fidelidad posible los anhelos de cooperación y fraternidad de la Fuerza Armada que comando, así como su franca vocación americanista al servicio de esta efectiva, real y verdadera paz continental que todos por igual ambicionamos para mayor felicidad de nuestros pueblos.
Comienzo .expresando mi más vivo reconocimiento a nuestros anfitriones, los miembros del Ejército Venezolano que, haciendo gala de magnífica hospitalidad, se han brindado para ofrecernos cuanto es necesario para que este conclave tenga lugar en un ambiente que permita el más fértil intercambio
de ideas y búsqueda de adecuadas solucionec; ambiente conformado por las facilidades materiales que disponemos y más que por ellas, inmejorables sln duda, por la calidez humana y la hidalguía que a cada instante percibimos y que nos hace sentir tan dichosos en esta tierra. Verdad es que no teníamos
derecho a esperar cosa diferente: la tierra de SlMON BOLIVAR hace culto de las tradiciones que su libertador les legara y las enriquece de continuo. Es indudable que se está operando una verdadera transformación en las condiciones militares para mejor servir a los pueblos que nutren a las instituciones
armadas y que por ende se advierten una serie de coincidencias muy alentadoras aunque lamentablemente, en esta X Conferencia, tales coincidencias no han tenido la concreción que el Ejército de mi país esperaba, fundadamente, luego de que se aprobó lo actuado por la Conferencia de Inteligencia que la precedió. En el sentido expuesto, me permito citar una frase del discurso que pronunciara en mi país el 29 de mayo de este año, a escasos cuatro días de asumir el cargo de Comandante en Jefe:
". . .Cumplirá el Ejército sus funciones específicas participando activamente en la realización del sentir nacional, sumando sus esfuerzos a los del pueblo del que forma parte, con el afán de que cristalicen anhelos comunes y se haga realidad la Patria que soñamos, la que tantos argentinos, hombres y mujeres contribuyeron a engrandecer. Seremos verdaderos custodios de nuestra soberanía, misión que no se agota con la presencia armada en la frontera, sino que se integra dentro de una concepción que parte de la premisa
de que un pueblo es soberano cuando es dueño de sus destinos y está en rapacidad de adoptar las decisiones que mejor convengan a su evolución y al bienestar de sus habitantes!'
Abusando de la atención que ustedes me dispensan y que mucho valoro y agradezco, vuelvo a una idea expresada en mi Orientación Básica al Ejército Argentino el día 3 de Julio Último:
' l . . .Porque en un estado moderno no puede hablarse en términos de Defensa Nacional pensando solamente en su brazo armado. La defensa de la soberanía y del territorio comprende una serie de previsiones muy complejas, en las que interviene la totalidad del potencial de la Nación, debidamente integrado. Por esta causa, un mayor grado de progreso tiene incidencia directa positiva en la Defensa Nacional. No me refiero a desarrollo en términos exclusivamente materiales. Lo entiendo como un equilibrio armónico entre aumento del bienestar de nuestros conciudadanos y adecuación espiritual. Lo creo posible, cuando el país es enteramente dueño de sus destinos y está por consiguiente en capacidad de adoptar las decisiones que mejor convengan a sus propios y exclusivos intereses, con abstracción de toda tipo de presiones o ideologías extranacionales. Y el Ejército debe contribuir para que sea, lo que señalo factible. Sobre todo en países con las caracteristicas del nuestro. Así y no en otra forma, debe entenderse el cumplimiento de nuestras misiones específicas". - -
El Ejército de mi país se ha presentado aquí animado por los propósitos que de las citas se desprenden; reconociendo como principios básicos e inalienables el de la no intervención, el de autodeterminación de los pueblos y el de escrupoloso respeto a las individualidades de cada país en un contexto en el que carecen de sentido las diferenciaciones ideológicas. Esta Décima CEA tiene como finalidad no expresamente enunciada pero tácita en el espíritu de quienes nos hemos reunido, considerar la necesaria renovación de las previsiones de todo orden que hacen a la seguridad del Continente, vista ahora con la óptica que la evolución de las circunstancias y nuevos supuestos aconsejan. El "Informe de la Conferencia Preliminar" así lo hace percibir por otra parte.
," -- sabemos que toda empresa humana es dinámica en la búsqueda -de nobles fines. El hombre tiende siempre a lo mejor y son las sucesivas generaciones las que hacen que los regímenes políticos, las organizaciones sociales y los sistemas de toda índole, alcancen su mayor eficiencia, aportándole el producto
de su inteligencia y de su esfuerzo. Esta evolución que todos bien conocemos, se hace más imperativa a medida que se agudizan los fenómenos de cambia acelerado. En un mundo en transformación
vertiginosa, corren riesgo de caducidad las estructuras que no sean capaces de adaptarse al ritmo que los tiempos imponen. El-dilema es de hierro. O nos renovamos y comprendemos nuestras misiones tal como las
circunstancias lo imponen en nuestros países y así cumplimos con nuestros deberes; o quedamos a la zaga condenando a nuestros pueblos a ser víctimas de las agresiones que los están vulnerando y apartando de su destino.
Las interrelaciones se han imbricado al punto que resulta muy difícil en el mundo contemporáneo poder aislar un problema. Todos se entrelazan de tal manera que pierden identidad, por lo que se falsean los enfoques sectoriales; y el de seguridad no es por cierto una excepción. Sabemos que la Defensa Nacional no es responsabilidad exclusiva de los militares y por consiguiente nos equivocaríamos en nuestras conclusiones si quisiéramos resolverla prescindiendo de los demás factores que la condicionan. Escritores bien conocidos por todos nosotros, nos han ilustrado en nuevas ideas estratégicas, tipos de conflictos y formas de agresividad y de defensa. En lo que va del siglo, nuestros conocimientos en la materia han cambiado
substancialmente. Armas de potencia estremecedora, así como originales hallazgos en lo estratégico y en lo táctico, referidos en especial a la lucha en el campo psicológico, han hecho que aquéllo que aprendimos hace una o dos décadas haya perdido actualidad. Y en este andar que como hemos dicho se acelera día a día, corremos el riesgo de que no sea ya todo lo bueno que creíamos entonces, lo que hemos tenido por ventajoso y conveniente hace pocos años.
Los nuevos conocimientos en materia de seguridad a que he hecho referencia y la actual coyuntura histórica que encuentra a América signada por el proceso de cambio que se percibe en todo el mundo, obliga a una autocrítica imparcial y objetiva que permita apuntalar los aciertos y corregir las deficiencias. Si admitimos como supuestos ciertos el de la profunda evolución, el de la renovación de las concepciones estratégicas, el de interacción recíproca de los más diversos factores con el poder militar y la aceptación del pluralismo ideológico como base de convivencia y cooperación, es preciso convenir en que se han transformado substancialmente las bases que sustentaban la seguridad hemisférica.
La modificación paulatina del enfrentamiento entre los ejes del poder mundial y la tendencia que al respecto se observa de progresivo entendimiento, hace que aparezca como carente de sentido lógico particularizar la agresión en un solo adversario. Continúa existiendo uno que se opone, no digo a nuestro sistema de vida porque puede haber muchos auténticos y por lo tanto aceptables aunque no sea e1 propio, el que por otra parte no tenemos derecho a imponer a quien no lo quiera. Me refiero a un enemigo que ataca al hombre mismo en su esencia, no a una determinada civilización o contexto socia! regido por pautas a las que podemos o no adherirnos. El que ataca al hombre negándole su capacidad vital de modificar el contorno y procuiarse una existencia más digna y feliz. Aquél que le asigna a sólo una minoría arbitrariamente elegida, la lucidez para advertir los problemas y aportar las debidas soluciones, las que. por absurdas que parezcan, tienen su principio y su fin en la destrucción. Aquél que basado en un ideario neo-nihilista que no resiste el menor análisis, va en pos de la destrucción por la destrucción misma. Aquél que procura el caos del que emerger espontáneamente, cual ave fénix, una sociedad feliz sin contradiciones. Aquél sobre el que montan
otros tipos de extremismos o que es arrastrado por éstos, que en definitiva se caracterizan por el empleo de la violencia indiscriminada para la consecución de sus fines como Único modo de acción. Para el Ejército Argentino éste es un enemigo perfectamente delineado y no podría ser en otra forma, porque es un enemigo de la Humanidad.
La ideología y consecuente violencia a la que me he referido es desde todo punto de vista inaceptable, pero no sucede lo mismo con otras posiciones políticas que han sido vistas o conceptuadas como peligrosas para el futuro de los países y distinguiendo con precisión que aceptar no significa compartir. Nuestros pueblos están suficientemente maduros y han alcanzado un nivel de politización que los hace suspicaces y los faculta para rechazar todo impulso que comprometa su libertad, o aleje de sus conveniencias y los suma en la confusión. No necesitan ni aceptan que se les indique lo que deben pensar. Existe otro tipo de subversión que aunque a veces artificiosamente provocada se engendra en causas reales. Cuando a los ciudadanos de un país se les niega justicia, se los persigue ideológicamente, se los vulnera en sus libertades y se los priva de lo que legítimamente les corresponde, la subversión exclusivamente interna o provocada y alentada desde el exterior puede ser la respuesta. En este caso, la guerrilla se desarrolla y actúa con el apoyo de la población que le proporciona todas las facilidades que necesita y las fuerzas del orden son impotentes entonces para destruirla. Por eso'sostengo, que cuando existen causas reales de la subversión, sólo se conseguirá hacerla
desaparecer cuando se actúe decididamente sobre esas causas en el plano político, económico y social. El empleo del poder militar no va mas allá de la anulación transitoria de los efectos, que naturalmente se incrementan a medida que las causas persisten o se agravan. - Cuando no se perciben o no se quieren percibir las razones intrínsecas de subversión y no se hace lo que se debe para suprimirla, su erradicación
por la fuerza se torna imposible. Del empleo del poder militar contra ella, se deriva un distanciamiento cada vez mayor entre el pueblo y el ejercito que forma parte de ese pueblo y se genera así, una de las contradicciones más agudas y más negativas.
La imagen de los ejércitos como guardias pretorianas de un orden económico y social injusto, es en extremo perniciosa para la salud de los pueblos, para el logro de sus aspiraciones, para la conformación del ser nacional y para su proyección continental. Esta imagen, puede-aparecer, cuando asfixiados pueblos y gobiernos por agresiones de diversa índole, no comprende bien a los miembros de las instituciones armadas adonde deben dirigir su mirada, para superar situaciones conflictivas agobian-. Por tal razón sostengo que, en el cumplimiento de sus misiones de custodia de la soberanía, es preciso que los ejércitos perciban con claridad todas las influencias de contorno, si es que quieren conservarse fieles al pueblo del
que son parte y fieles a sí mismos y a sus tradiciones.
En muchos casos, diría que en la mayor parte de ellos, se conjugan factores
internos y fadores externos para que la guerr,i!la nazca y prospere. Por mejor
que puedan estar inspirados los gobiernos, sucede que no pueden satisfacer las legítimas aspiraciones populares porque se encuentran prisioneros
de intereses extranacionales que condicionan y hasta conducen su gestión.
Siendo así, pueblos y gobiernos están por igual a merced de agresiones aparentemente
incruentas que los precipitan a la violencia. Cabe preguntarse
cuál es el grado de seguridad de un país en el que en los Últimos años se
registran aumentos de los índices de mortalidad infantil y en donde existen
sectores de población que consumen menos proteínas que las que necesitan.
Es verdaderamente irrisorio pensar que pueda alcanzarse el éxito, confiandosolamente
en la suma de la potencia de las armas, cuando se va deteriorando
progresivamente el hombre, elemento principal de la defensa y razón
misma de su existir.
Traigo a colación esta lamentable realidad en el afán de que surja con la
mayor nitidez que la lucha, la represión y la violencia, representan enfoques
unilaterales del problema de la seguridad. Unicamente tiene validez para
oponerse a la violencia de quienes buscan el caos y la destrucción, pero
sorl absolutamente inútiles para resguardarse contra otras agresiones más
sutiles y no menos tremendas.
Somos sensibles a los múltiples problemas que crea la civilización tecnológica
y va de suyo que tratamos de superarlos. Pero paralelamente reclamarnos
el derecho de acceder plenamente a los beneficios que supone. Una
posición distinta, llevaría a la paradoja de que las naciones menos favorecidas,
deben ayudar a las otras a mejor sobrellevar su opulencia.
El Ejército que comando, constantemente se nutre en un hondo sentimiento
americanista, suficientemente probado desde los albores de su existencia.
Nuestra concepción de la vida que nos pone al servicio del prójimo, va mucho
más allá de las fronteras. La permanente, renovada y firme lucha por
la preservación, consolidación y máximo desenvolvimiento de nuestra identidad
histórica nacional, sirve a estos sentimientos fraternos. Para el más
eficaz ejercicio de nuestra vocación continentalista y universalista, queremos
preservar el absoluto ejercicio de nuestra soberanía nacional con actitudes
sensatas y valientes, generosas y tenaces.
La afirmación de su soberanía, constituye la piedra angular de la política
exterior argentina y en ella se inspira su Ejército. A partir de ella, queremos
marchar cada vez más estrechamente unidos con los países hermanos, hacia
formas más perfeccionadas y eficaces de convivencia internacional, donde
no tienen cabida proyectos que desconocen las peculiaridades, la autonomía
y la libertad de decisión de cada país. Por lo que rechazamos intentos de
concretar procesos que no partan de las necesidades y aspiraciones propias
de cada Nación y que sirvan a gigantescas corporaciones cuya lealtad al interés
nacional, no está presente en el primer plano de sus actividades y
que tienden a forzar los hábitos del consumidor, más que a transformar beneficiosamente
los procesos productivos. Los patrones de consumo, no deben
ser impuestos por quienes poseen el dominio de las técnicas productivas.
Los ejércitos de cada país obligados, dentro de los límites de su competencia,
a no ahorrar esfuerzos ni a medir riesgos, en su apoyo a los pueblos y a los gobiernos que se niegan a ser víctimas de un nuevo modelo de división internacional del trabajo, diseñado para la opulencia de unos pocos y ' la pauperización de la mayoría.
Nos hallamos muy lejos de la justicia universal. Hay hombres y naciones
que luchan por su destino en condiciones por demás desventajosas, al punto
que lo que debiera ser una pugna por alcanzar mejores niveles de vida, se
parcializa y se degrada en un afán que tiende nada más que a la supe~ivencia
como meta. Y no puede hablarse de libertad ni de soberanía en estas
situaciones. Libertad es posibilidad de elegir y soberanía es capacidad de
adoptar decisiones propias. Ni son libres los hombres ni soberanas las naciones,
cuando aquéllos están careciendo de lo más elemental y están éstas
maniatadas por mecanismos internacionales que las obligan a aceptar condiciones
indignas.
Tal situación no ha dejado indiferentes a los más inteligentes pensadores,
los más ilustrados y las más respetables instituciones. La Iglesia Católica
en su Encíclica "Populorum Progressio" señala expresamente: "...Verse libres
de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud,
una ocupación estable, participar todavía más en las responsabilidades, fuera
de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofendan su dignidad de
hombres; ser más instruídos; en una palabra, hacer, conocer, y tener más
para ser más: tal es la aspiración de los hombres de hoy, mientras que un
gran número de ellos se ven condenados a vivir en condiciones que hacen
ilusorio este legítimo deseo".
Por su parte, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Secretaría
de las Naciones Unidas, acaba de publicar un informe'en el que
puede textualmente leerse: "Por un lado las corporaciones multinacionales los benefician (a-los países
en desarrollo) al aumentar sus niveles de exportaciones y de tecnología, su
manejo de personal y la transferencia de conocimientos' especializados. Por
el otro, sin embargo, las corporaciones multinacionales están en condiciones
de dañar las prioridades gubernamentales, las políticas monetarias y fiscales
y aún la soberanía nacional, los valores culturales nacionales y la misma
orientación y modelos de desarrollo del país".
Varios y diversos son los factores que se conjungan para que haya en el mundo hombres-y naciones de primera clase y hombres y naciones de categoría inferior; con el agravante de que estas diferencias tienden a aumentar. Contra esta situación internacional, se rebela mi país y dentro de él su Ejército. El deterioro de los términos del intercambio, la evolución y estructura de la deuda externa, el ahondamiento de la brecha tecnológica, el manipule de los medios masivos de difusión, el avasallamiento de las autonomías nacionales,
la exportación de culturas y modos de vida, la explotación de vulnerabilidad y contradicciones y formulaciones caprichosas referidas a límites de crecimiento, llevan a que se conforme una estructura de dependencia de tan flagrante injusticia como la que se señala en - los documentos citados.
Sostengo en el seno de esta Conferencia, que estas acciones afectan a la seguridad de los Estados y por tal razón guardan relación estrecha con el quehacer militar. No vacilo en calificarlas de agresiones que se materializan tanto en lo espiritual y cultural, como en lo económico y científico. De allí nuestra obligación de preservarnos contra ellas y de allí la necesidad imperiosa de un cambio en las finalidades de las Conferencias de Ejércitos Americanos, tal como lo propuse sin éxito en el seno de l a Conferencia. Continúo persuadido que a estas agresiones debemos oponemos con tanta pasión, con tanto celo, con tanta energía y con tanta eficiencia, como las que son puestas al servicio de las tareas intrínsecamente militares, las que deben
desenvolverse ahora, cubriendo un espectro mucho más amplio.
Mientras haya quienes con ceguera suicida continúen haciendo abuso de lo
que poseen y demasiados los que carezcan de lo más elemental, la seguridad
continental seguirá amenazada, porque los conflictos o mantendrán su latencia
en progresivo aumento o harán eclosión cuando menos lo esperemos.
Entiendo que resulta pertinente repetir ante esta ilustre concurrencia, conceptos
que expresara en una reciente visita a la nación hermana del Perú, cenceptos
que naturalmente hago extensivos a todos los ejércitos aquí representados
y al resto de los de América que por una razón u otra no participan en
este conclave: ". . .Somos conscientes que siguiendo unidos podremos concluir definitivamente
la lucha por la emancipación que juntos iniciamos a comienzo del siglo
pasado. Lucha ahora dirigida a liberarnos de toda suerte de interesadas tutelas.
Un continente que cada día debe construirse sobre la base del mutuo
respeto a las legítimas aspiraciones de nuestras naciones latinoamericanas,
nos permitirá proyectarnos en el campo mundial con personalidad y gravitación
propias, seguros que el venturoso mañana que entrevemos, no puede ser
sólo para algunos elegidos, sino el ejemplo tangible de una universal equidad
y justicia.
Nuestros institutos armados, convencidos de la irrenunciable participación
que les toca en esta hora crucial de Latinoamérica, han concretado en relaciones
fecundas la amistad forjada bajo la sombra augusta de nuestros mayores.
Trascendiendo los acartonados formalismos del protocolo, en mutuos
contactos, hemos cumplido y cumpliremos jornadas de trabajo fructífero,
intercambiando ideas y proyectos, conocimentos y experiencias y por qué
no decirlo, sueños y esperanzas. Necesitamos imperiosamente hacer más estrecho
todavía este acercamiento, para que de las tareas resueltas en común,
fluya un conocimiento más profundo y más cabal, que nos identifique en
plenitud detrás de nuestros nobles objetlivos de superación."
Es, sin discusión, el hombre el destinatario Único y esencial de nuestras preocupaciones
y desvelos. El hombre, sin importar cuál sea su patria ni qué
doctrina sostenga, ni qué credo profese, ni a qué raza pertenezca; tiene el
derecho de vivir en paz y nosotros los militares, los hombres de guerra, nos
contamos entre los principales responsables de que esa paz no sea alterada,
dentro del marco de referencia de nuestros propios países y nuestros propios
ciudadanos v con profunda vocación solidaria dirigida a todas las naciones de
América sin excepción alguna. La expresamos en términos de seguridad,
apetencia inmanente para que nuestros contemporáneos y los que los sigan
puedan trabajar tranquilos y protegidos labrando su bienestar espiritual y
material y el de sus familias. La paz no es un don aunque lo pareciera. Tampoco
se conquista de una vez para siempre. Hay que luchar por ella día a
día y hay que luchar en los distintos campos, no solamente en el específico
militar. La paz perfecta, con total ausencia de todo tipo de conflicto, es una
meta, un objetivo y por ahora, solamente una utopía. La naturaleza competitiva
alienta todo tipo de choques. Los conflictos cambian en su forma pero
no desaparecen ni se minimizan; adquieren fisonomía distinta sin que se
modifiquen en el trasfondo sus motivos.
Hace muy poco afirmé en mi país que "debíamos comenzar por tratar de comprender
si queríamos ser comprendidos" refiriéndome a la brecha generacional
y a las convulsiones que produce. La actitud correcta es discernir, sin
mezquindad intelectual y sin aferramientos a esquemas o sistemas de intereses
en quiebra, lo que cada generación atesora de justo y auténtico y luego
tender el puente que superará esa brecha. La seguridad continental, también
nos impone esta tarea, ya que no puede ser estable si no hay entre nosotros
y nuestros hijos un entendimiento perfecto.
Hoy resulta evidente una tendencia a las integraciones supranacionales. Los
pueblos han advertido que deben dejar de lado diferencias históricamente
agotadas y enfrentamientos estériles. Comprenden que, cuanto mejor se complementen
sus posibilidades y sus esfuerzos, mayor será el bienestar de sus
hijos. Que cuanto antes se borren antinomias superficiales, más cerca estarán
de sus legítimos deseos de grandeza. Comprenden también que, en ocasiones,
estas antinomias son alentadas por intereses a los que les conviene
la división para mejor actuar y que no deben prestarse a estas especulaciones.
En este camino han comenzado a aparecer como carentes de sentido aspiraciones
de liderazgo,,casi siempre más líricas que posibles y se están sustituyendo
estas ideas por las que hacen a la cooperación mancomunada que
por igual beneficia a todas las partes. Las dificultades son, por lo general, comunes
a toda la humanidad o por lo menos a extensas regiones que suman
varios países como es el caso de Latinoamérica. Las soluciones pueden encontrarse
en conjunto y al obtenerlas se acrecienta el bien común.
Nuestra concepción de pluralismo ideológico da plena vigencia a la complementación de las naciones en un plano de estricta igualdad. Las grandes potencias del mundo nos muestran en este sentido una beneficiosa tendencia. Diferentes cosmovisiones no alteran una paz fructífera ni una cooperación más
estrecha en lo cultural, en científico y en lo económico.
Ya en la Primera Conferencia Panamericana en 1889, el delegado argentino
Manuel Quintana, al reafirmar nuestra doctrina igualitaria, fue congruente
con la tradición nacional cuando dijo: ""A la vista del derecho internacional
americano, en estos continentes no hay naciones grandes ni pequeñas. Todas
son igualmente dignas de consideración y respeto". Estas tesis con raíces históricas y connotaciones jurídicas y políticas, fundamenta nuestro permanente, decidido y férreo rechazo de toda intención de liderar el proceso americano. El afán de predominio es atentatorio contra los intereses del conjunto e inclusive perjudica a quienes quieran procurárselo. Ninguna nación ni puede ni debe aspirar a ser más a costa de sus pares.
Por el contrario, debe adquirirse el profundo, el leal convencimiento, que en
la lucha por ser más y tener más, se obtiene el éxito cuando 10s que nos
acompañan recorren el mismo camino.
La nueva concepción de la estrategia de seguridad en el hemisferio que preconizo,
requiere en el campo militar hipótesis, doctrinas, instrumentos legales
y esfuerzos mancomunados, que respondan a las particulares características Y
necesidades de los distintos países que lo conforman; formuladas con el realismo
y la autenticidad que requieren nuevos supuestos y haciendo abstracción
de ficciones que oscurecen el entendimiento, como es la de sostener que
hay un Único enemigo común o un Único tipo de agresión.
Estos requerimientos del poder militar, deben ser satisfechos a nivel de las autoridades políticas nacionales que, como lo vienen haciendo en lo que respecta a mi país, plantean nuevas postulaciones en los organismos internacionales. La aceptación y observancia de las mismas, harán posible la acción concurrente de los ejércitos para servir a la política que sus gobiernos determinen. No cabe asumir compromisos que impliquen reeditar>enfoques anacrónicos de la seguridad colectiva, sino la búsqueda de una cooperación efectiva con la vista puesta en el concepto de que sin desarrollo armónico y sostenido no hay paz estable. No cabe tampoco aceptar que lo hasta ahora obrado es lo que más conviene a la circunstancia actual. Se impone en cambio la mejor predisposición espiritual para que la cooperación técnico-profesional de los ejércitos
americanos se encauce por la vía de las realidades tangibles, representadas por la concreción de un frente común para luchar contra las agresiones que podríamos llamar no tradicionales. Es preciso incrementar la capacidad de defensa para proteger el desarrollo, lo que significa moverse en una dimensión
distinta de la que hasta ahora hemos transitado. Representa lo que señalo, un severo desafío a nuestra imaginación, a nuestra voluntad y a nuestras capacidades. Sabremos darle adecuada respuesta en la medida que nos despojemos de posturas rutinarias, de ideas que han perdido su valor y de pequeñeces que
enturbian la acción y quebrantan la entereza.
Con la mayor objetividad y desprendimiento, con absoluta convicción y con total independencia de juicio, he querido exponer cómo el ejército de mi país entiende los problemas de seguridad de la América de nuestros desvelos. Pienso que los próximos y sucesivos contactos de alto nivel castrense en el hemisferio, serán Útiles y beneficiosos si son orientados a servir la particular estrategia de seguridad que requiere cada uno de nuestros países, ajustadas a las reales necesidades y cuando haya quedado perfectamente delimitado Y
convenido contra quién y contra qué cosa debemos luchar; de donde surgirán las características que debemos imprimir a nuestra acción. Para que se produzca el necesario esclarecimiento, el Ejército Argentino compromete su mejor disposición para todo tipo de actividad militar que favorezca el acercamiento,
el entendimiento, el intercambio y la cooperación, con el altruismo y el desinterés a que obligan las grandes causas y haciendo honor a nuestra tradición sanmartiniana en la que permanentemente nos inspiramos.
Caballeros: La confraternidad americana, que no tiene por qué ser uniformidad monocorde de opiniones, es una realidad palpable más allá de toda retórica. Los próceres que forjaron nuestras nacionalidades así lo entrevieron en las convulsiones que signaron el nacer del continente a la libertad. Ellos se proyectaron vectorialmente entre la muerte de las dominaciones y la soberanía del pueblo, instrumento de Dios. Con genial clarividencia, soñaron nuestros pueblos libres y unidos, independientes y soberanos; en una armoniosa conjunción en la que ningún país ni es más ni es menos que sus hermanos. Estoy cierto de no traicionar estos principios si afirmo que nos sentimos dignos de recibir esa herencia y nos sabemos capaces de interpretar y cumplir ese mandato.
Séame finalmente permitido, en nombre del Ejército Argentino que me honro en comandar, custodio fiel del ideario emancipador del Libertador General San Martín, rendir respetuoso homenaje al Libertador Simón Bolívar, cuya venerable y augusta memoria orienta y vela las aramas de nuestros -hermanos del Ejército de Venezuela, y agradecer nuevamente la cálida hospitalidad que nos ha brindado la muy noble ciudad de Caracas.
Caracas, 5 de setiembre de 1973.
material en video, entrevistas, programas de TV
domingo, 6 de enero de 2013
Discurso del general Carcagno en la X Conferencia de Ejércitos Americanos en Caracas 1973
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Que lástima cruel,que luego el Ejercito Gloriosos de San martín,no haya seguido las directivas de Bolivar,y lo convirtieran en ejecutor y asesino de el Propio Pueblo Argentino!!que decían defenderían honrando su Liberación como lo soñaron San Martin ,Bolivar,Sucre y otros militares populares,zambos y negros /(sin sangre azul) como el Arma de Caballeria Argentina.Asesinos de su Pueblo!!No volverán No pasaran!!
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